La lucha contra la trata sexual: Suecia contra Dinamarca
El distrito de la zona roja de Copenhague cambia normalmente a zona neón. Las mujeres —muchas provenientes de África— se paran casi en cada esquina, ofreciéndose agresivamente a los hombres que caminan por la zona. En un bar particularmente ruidoso, una joven tailandesa se sienta en las piernas de clientes masculinos.
¿Y Estocolmo? Bueno, podrías pasar al lado de sus equivalentes y ni te darías cuenta. Malmskillnadsgatan es un área comercial donde están establecidos varios bancos. En sus buenos tiempos, decenas de mujeres trabajaban aquí. Ahora, sólo te encuentras a tres o cuatro mujeres con actividad en esta calle.
Esta gran diferencia puede explicar el por qué Suecia está siendo considerada como modelo a seguir en cuanto al combate a la trata de personas, mientras que Dinamarca ha sido llamada el "Burdel de Escandinavia".
Entonces, ¿qué pasó?
En 1995, Suecia pasó una estricta iniciativa de ley que abatió la prostitución. Lo que hacía diferente a esta ley era a quién hacía responsable por el delito de prostitución. No es ilegal vender sexo, pero sí comprarlo.
La ley fue promulgada como parte de los esfuerzos suecos por promover la equidad de género. Desde el punto de vista sueco, cualquier mujer que venda sexo ha sido forzada a hacerlo, ya sea por circunstancias o coerción. A cualquiera que sea sorprendido comprando sexo es penalizado con severas multas, un vergonzoso informe policial hecho público y posible tiempo en prisión, con una sentencia máxima de cuatro años. Hasta el momento nadie que ha sido arrestado ha pasado tiempo en la cárcel.
Según el ministro de justicia sueco, encuestas recientes indican que más del 70% de la población apoyaba esta ley. La compra de sexo es vista con desprecio. Incluso hay un término para aquellos que lo hacen. Les llaman "bacalao", un pez, según Lise Tamm, una fiscal sueca contra el crimen organizado. "Tiene el mismo significado que perdedor, o alguien que es llamado por la policía o que se queda sin gasolina. Eres un perdedor si pagas por sexo en Suecia".
"Lo vemos como un derecho humano, el tener integridad sexual, física y no ser obligado a vender tu cuerpo a un extraño, diez veces al día. Para nosotros esos son derechos humanos".
Al principio, los vecinos de Suecia descartaron la idea. Pero la ley ha provocado efectos interesantes, disminuyendo la demanda de la prostitución y consecuentemente, de trata de personas.
Kajsa Wahlbert, Observadora Nacional de la Trata de Personas en Suecia, ha llevado a cabo evaluaciones anuales sobre el problema desde que la ley fue promulgada. Ella recuerda haber asistido a reuniones internacionales en 1998, cuando Suecia fue ridiculizada por su propuesta. "Me dijeron que no podía hacer eso. Que era imposible", afirmó. "La gente no podía concebir que ésto tuviera algún efecto en la trata de personas. Pero ahora me da la impresión que la gente ha parado de reír e incluso está viendo con seriedad lo que podemos hacer".
La policía dice que está funcionando; que los clientes no quieren arriesgarse a un castigo y que inteligencia indica que proxenetas y traficantes se han dado cuenta rápidamente que no valía la pena traer mujeres a Suecia. Simplemente no se genera suficiente dinero y el riesgo es muy alto.
Pero el tráfico existe todavía y las mujeres venden sexo en Suecia. Una joven le dijo a CNN que se le prometió un trabajo de limpieza en Suecia, pero a horas de haber llegado al país fue encerrada en su departamento, violada, golpeada y despojada de su pasaporte.
Mientras que la prostitución en las calles ha bajado dramáticamente, la venta de sexo por internet todavía es una gran industria. Pero la policía de Estocolmo estima que hay sólo 200 prostitutas que trabajan en la capital de más de 2 millones de habitantes.
Todo contrasta con Copenhague.
Dinamarca despenalizó la prostitución en 1999. La idea, en parte, era que al legalizar la venta de sexo también le facilitarían las cosas a la policía. Sin embargo, hay condiciones: ser proxeneta es ilegal y sólo residentes legales pueden prostituirse.
Desde entonces, la zona roja de Copenhague ha crecido. Las mujeres que trabajan las calles también han cambiado. Cerca de la mitad eran danesas, según la policía local. Ahora la mayoría son africanas o de Europa oriental. No hay datos duros sobre cuántas han sido traficadas pero los trabajadores sociales creen que la gran mayoría son "vulnerables" a la trata de personas.
Michelle Mildwater, activista antitrata de personas con el programa Hope Now (Esperanza), camina por las calles de Copenhague casi todas la noches, deseando acercarse a víctimas. Comenta que ha visto triplicarse el número de prostitutas africanas en tan sólo dos años, aunque brindar cifras específicas es complicado. "Lo que tenemos en las calles es básicamente la punta del iceberg", afirmó.
La realidad en Copenhague es que la mayoría de las prostitutas son manejadas por proxenetas, aunque no es ilegal. Complicando la situación, muchos de los proxenetas y traficantes también se prostituyen, en un intento por salirse de las calles mediante el reclutamiento y manejo de nuevos elementos.
"Creíamos que esta mujeres estaban atrapadas y secuestradas, deseando ser rescatadas y regresar a casa", dijo Anne Brandt-Christensen del Centro Danés contra la Trata de Personas. "Pero hemos descubierto que es un fenómeno mucho más complicado".
La policía danesa tiene que deducir qué prostitutas están de manera ilegal en el país, cuáles pueden ser víctimas de la trata de personas y cuáles también operan como proxenetas y traficantes. La policía cree que el 95% de las prostitutas en Dinamarca ya están familiarizadas con la prostitución desde su llegada, saben que tienen que cooperar con los proxenetas para salir adelante y no están habituadas a trabajar con la ley. La policía trata de determinar qué prostitutas están ahí legalmente: las que no lo estén serán transferidas al departamento encargado de tratar con los inmigrantes ilegales.
El Centro Nacional contra la Trata de Personas de Dinamarca coordina a la policía y servicios sociales para identificar de manera efectiva a las víctimas de la trata de personas. Cuando la policía hace una redada en un burdel, los trabajadores sociales están presentes. Cuando han identificado a una posible víctima de este delito, es resguardada en una casa de seguridad durante un "período de reflexión" de hasta 100 días. Si al final de ese tiempo las víctimas no han cooperado con la policía para procesar a los traficantes, son deportadas.
"Claro que les decimos eso con la esperanza de que nos digan al menos un poco de su verdadera historia", dijo Brandt-Christensen. "Porque es normal que muchas de ellas tengan miedo de contar sus historias. Y también tienen miedo de que las autoridades conozcan más sobre ellas".
Pero la mayoría de las víctimas no cooperan, están demasiado asustadas para testificar contra los traficantes, saliendo de las casas de seguridad y desapareciendo antes de que termine su "período de relfexión".
Los políticos daneses están debatiendo actualmente sobre si adoptar el estilo sueco para enfrentar este problema. En Suecia, las autoridades de justicia afirman que han recibido un incremento en las solicitudes de otros países para explicarles cómo funciona su ley y cómo podría ser implementada.
"Lo importante es que cualquier país piense en el tema de la demanda", afirma Beatrice Ask, ministra de justicia de Suecia, "porque no puedes luchar contra el crimen organizado, el cual usualmente está detrás de la prostitución y la trata de personas con fines sexuales. No puedes enfrentar esto viendo solamente una cara de la moneda. Si nos pudimos deshacer de la esclavitud, entonces creo que este tipo de comercio con seres humanos es algo que también podemos combatir".