Michel Martelly: De estrella pop a presidente de Haití
Era justo antes de Navidad cuando Michel Martelly reflexionaba sobre los acontecimientos en su conflictiva tierra y concluía que todo había ocurrido para asegurar su derrota en las urnas.
Una elección fraudulenta lo sacó de la competencia . Pero los sueños de Martellly de liderar a Haití estaban todo menos muertos. Tras cuatro meses de recuentos y revisiones y, posteriormente una segunda vuelta, cambió todo , dejando ahora al candidato que inicialmente tenía menos posibilidades como el favorito para llegar a la presidencia.
Martelly no tiene una carrera política. Él es más conocido como Mickey el Dulce, un popular cantante de kompa quien llamó la atención de sus fans con travesuras de niño malo en el escenario: maldecía y bamboleaba con una botella de ron Barbancourt en sus manos y, en ocasiones, se burlaba de su auditorio bajándose los pantalones.
Es una imagen que Martelly dijo que cultivó únicamente para el escenario. Aún así, llevó a muchos a cuestionar su capacidad de dirigir una nación, especialmente una tan asediada como Haití.
Ya considerada la nación más pobre del Hemisferio Occidental, Haití está tambaleándose por la devastación causada por el terremoto del año pasado y que fue seguido de una epidemia de cólera .
La percepción de una falta de progreso llevó a los haitianos a votar en contra de Jude Celestin, el candidato oficial del gobierno. Martelly dijo que era un rostro fresco en la política, ajeno a la corrupción que le ha estropeado a muchos la presidencia en Haití.
"Para los haitianos, particularmente las legiones de jóvenes y desempleados, Martelly es un foráneo que traerá el cambio a Haití", dijo el observador de Haití, Jocelyn McCalla a través de Twitter.
La victoria de Martelly se alinea con la señal de que los haitianos han estado enviando durante algún tiempo, dijo Garry Pierre-Pierre, editor del periódico neoyorkino The Haitinian Times.
"Ellos no quieren al sistema. No quieren al status quo".
En las calles de Puerto Príncipe, miles coreaban uno de sus apodos más populares: Tet Kale, que significa cabeza pelona en haitiano criollo. Los haitianos, particularmente los jóvenes, estaban sedientos de una cara nueva. Y la tuvieron el lunes cuando el consejo electoral anunció los resultados preliminares .
Martelly ganó contundentemente con un 67.6 % de la votación, derrotando a su oponente, la ex primera dama, Mirlande Manigat, quien obtuvo 31.5%.
Pierre-Pierre consideró impresionante la campaña de Martelly. Apareció de la nada y sorprendió a la clase política establecida con su fuerte aparición en noviembre.
"Éste es un hombre que pudo mover a millones con un micrófono", afirmó.
Pero al principio, en la primera vuelta electoral, el consejo dijo que Martelly había quedado tercero, detrás de Manigat y Celestin, lo cual lo descartaba para la segunda vuelta.
Sus partidarios salieron a las calles, enojados por lo que consideraron una elección amañada. Posteriormente vino una revisión de los votos, monitoreada por la Organización de Estados Americanos. El resultado derivó en el descarte de Celestin de las boletas y colocó a Martelly en la segunda vuelta. Fue exactamente lo que el candidato había deseado en diciembre cuando presentó a CNN su plan para sacar a Haití de su miseria .
Martelly se presentó en pantalones de mezclilla y una camisa desabotonada en su lujosa casa de Peguyville, suburbio ubicado en las colinas de Puerto Príncipe. Una pulsera plateada colgaba de su muñeca derecha y daba sorbos a su refresco mezclado con helado. Se sentó en una mesa rodeada por un piano y ocho bocinas instaladas en la pared. No era difícil darse cuenta de que era una casa de fiestas.
En ese entonces dijo que Haití estaba a punto de una revolución.
"Éste es un momento muy peligroso en la historia de Haití", afirmó. "Pero es una revolución que puede hacerse pacíficamente a través de una elección".
Bajo la dictadura de Duvaliler, padre e hijo, los haitianos carecieron de libertad, pero la gente tenía las carreteras limpias, electricidad, empleos, seguridad, según Martelly. Cuando llegó la democracia de la noche a la mañana, la gente no supo cómo manejarla.
Martelly habló de 24 años de tiempos conflictivos, de un país pobre que, afirmó, retrocedía a una situación de más pobreza.
"Estamos gobernados por la corrupción", dijo. "La gente no tiene confianza en su gobierno". La falta de confianza se erosionó aún más con la elección presidencial desorganizada. "¿Ves que el presidente Obama dijo que no se trataba del hombre, sino del plan? Aquí no se trata del plan, sino del hombre".
Haití no irá a ningún lado, afirmó, a menos de que la gente tenga un presidente en el que confíen, un presidente honesto. Él es ese hombre, agregó.
Él dijo que su trayectoria en la música y en el trabajo social –fundó una agencia de asistencia que ayuda a los pobres–. Dedico 22 años a las calles. La gente lo conoce, afirmó. Él era su luz al final del túnel. Pero el hombre también tiene planes.
Dijo, por ejemplo, que los 12,000 millones de dólares que fueron donados por la comunidad internacional por concepto de asistencia tras el terremoto, debería venir en forma de infraestructura, no en dinero, ya que los haitianos no saben cómo manejar el dinero.
"La gente está harta aquí", agregó. "No tienen comida, ni educación, ni servicios de salud. ¿Qué clase de lugar es éste cuando una joven ofrece su cuerpo para comprar una tarjeta telefónica?".
Martelly mostró confianza en que traerá el cambio a Haití. Pero no todos están tan seguros. Pierre-Pierre comparó su victoria con otra hace más de dos décadas que catapultó a un sacerdote católico a la presidencia. Jean-Bertrand Aristide llegó al poder cómodamente ya que no era parte del sistema y le dio voz a las masas.
"Martelly habló de la misma manera en que Aristide le habló a la gente", señaló. "Habló por ellos, no a ellos".
Pero hay que mirar lo que pasó con Aristide, agregó Pierre-Pierre, refiriéndose a la caída del primer presidente haitiano elegido democráticamente, quien casualmente regresó del exilio pocos días antes de esta elección .
Pierre-Pierre hizo otra comparación. Al igual que Aristide, Martelly no tiene experiencia en política.
"Es un músico y uno muy bueno", afirmó.
Eso hace que Pierre-Pierre sea un admirador de Mickey el Dulce pero no necesariamente un partidario de Martelly. Al final, Pierre-Pierre preguntó: qué sabe un artista sobre el papel de Haití en el mundo.
Algunos observadores de Haití fueron más allá.
Irwin Stotzky, un abogado de la Universidad de Miami quien ha estudiado los derechos humanos en Haití, dijo que Martelly difícilmente cuenta con las credenciales para dirigir a un país y no tenía mucha esperanza para el futuro inmediato. "Es como un mal chiste", dijo Stotzky.
Pero cuando se le preguntó en diciembre si el hombre que hizo su nombre bailando y cantando tenía el temple para el trabajo más importante de su país, Martelly sonrió.
"Bueno, mira lo que los políticos han hecho".