Una nueva fuga de agua radiactiva se registra en la planta de Onagawa
Japón recordó la pesadilla que tuvo tras el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo pasado cuando un nuevo sismo puso en alerta al país y provocó una nueva fuga de agua radioactiva, pero en otra planta.
En la planta nuclear de Onagawa, a unos 140 kilómetros al norte de la planta de Fukushima Daiichi —donde todavía se lucha para evitar el sobrecalentamiento de reactores— el sismo provocó que hubiera pequeñas fugas de agua radiactiva.
Las filtraciones provenían de las piscinas de combustible ya usado de los tres reactores de la planta, la cual permanece cerrada desde el terremoto del 11 de marzo, según datos de la empresa Tohoku Electric.
La radiactividad emitida fue muy por debajo del umbral que implica una amenaza para la salud humana, informó esa firma.
Las autoridades japonesas dijeron que el sismo de este jueves no provocó daños adicionales en la planta de Fukushima Daiichi . Los trabajadores evacuaron la planta, pero el agua continuó fluyendo hacia los reactores, confirmó la empresa a cargo, Tokyo Electric Power.
El sismo, cuya magnitud preliminar fue de 7.4 grados , causó tres muertos y 140 heridos. Entre las víctimas hay un hombre de 85 años que colapsó tras intentar refugiarse con su familia, otra persona de 79 años falleció al llegar al hospital.
En la prefectura de Yamagata murió una mujer de 63 años después de que hubo un corte de luz tras el movimiento que le cortó el suministro de oxígeno.
Hay otros 132 heridos, 17 de gravedad, según la Policía Nacional de Japón.
El epicentro del sismo se registró a 66 kilómetros de la localidad de Sendai, en la prefectura de Miyagi, y generó una alerta de tsunami que fue levantada alrededor de dos horas después.
“Ya ha pasado un tiempo desde el gran terremoto, así que he comenzado a sentirme más seguro”, dijo Yusuaki Monura mientras esperaba en la línea de un supermercado en la prefectura de Itake. “Sin duda habrá otro gran temblor y debo estar preparado”.
El nuevo sismo se registró muy cerca del epicentro del terremoto del 11 de marzo que provocó más de 12,700 muertos y 14,700 desaparecidos.
“Estaba aterrorizada, todas las luces se apagaron de pronto y todo era negro, lo que lo hizo todavía más aterrador”, dijo Chieko Watanabe, una residente de Kitame que corrió a comprar baterías y generadores de energía.
Algunos caminos carreteros se dañaron, también algunas casas presentaron cuarteaduras. Cerca de 3.9 millones de casas continúan sin energía eléctrica, según los cálculos de la policía, y los servicios de agua y transporte se interrumpieron en algunas áreas.
Un investigador dijo que los japoneses deben estar más preparados para otras réplicas tras la magnitud del desastre del pasado 11 de marzo.
“No debe sorprendernos que la magnitud de las réplicas sea de hasta 7.0 grados incluso un año después”, dijo Satoko Oki del Instituto de Investigación de Terremotos de la Universidad de Tokio.