Ouattara, un largo camino hacia la presidencia de Costa de Marfil
El hombre que ha sido reconocido por la comunidad internacional para convertirse en el presidente legítimo de Costa de Marfil, no es ajeno a las frustraciones de competir por el puesto más importante de su país.
Alassane Dramane Ouattara fue rechazado en dos ocasiones para competir por la presidencia de este país de África Occidental porque era visto como un extranjero. Su madre era de Burkina Faso.
Cuando finalmente parecía haber ganado la elección en el 2010 —tras cambiarse el mandato constitucional de que ambos padres del candidato tenían que ser de Costa de Marfil—, su intento fue frustrado nuevamente, en esta ocasión, por el presidente y rival de tiempo atrás, Laurent Gbagbo.
El partido de Gbagbo cuestionó el resultado y acusó al "extranjero" Ouattara y a Francia, su ex colonialista, de coludirse con las Naciones Unidas para derrocarlo y servir a sus propios intereses en un país dividido por una guerra civil en el 2002.
Nacido en 1942, en la anteriormente África Occidental francesa, Ouattara comenzó su carrera como economista, tras haber estudiado en stados Unidos en la Universidad de Pensilvania, antes de aceptar un empleo en el Fondo Monetario Internacional en Washington en 1968. Mientras tanto, Costa de Marfil declaró su independencia de Francia en 1960.
Después de asumir varias posiciones en el FMI, incluyendo la dirección del Departamento Africano, fue nombrado gobernador del Banco Central de los Estados de África Occidental.
En 1990, el presidente Felix Houphouet-Boigny nombró a Ouattara como primer ministro, confiándole la implementación de reformas para recuperar la prominencia económica del país en África Occidental.
Cuando Houphouet-Boigny murió en 1993, Outtara asumió la presidencia hasta que fue marginado sin elección de por medio por Henri Konan Bedie. Él renunció a la presidencia y regresó al FMI, esta vez como director administrativo adjunto de la institución.
En 1995, Ouattara fue elegido como candidato presidencial del partido opositor Unión de Republicanos, pero fue descalificado por una controvertida política de derecho por nacimiento, la cual imposibilitaba la participación de cualquier candidato con padre o madre extranjera. Los críticos de la ley consideran que fue creada específicamente para excluir a Ouattara.
Un golpe en 1999 encabezado por Robert Guei, un ex general durante el gobierno de Houphouet-Boigny y con aspiraciones presidenciales, dio entrada a un gobierno militar que prometió acabar con las supuesta prácticas de corrupción, lo cual permitió que Ouattara fuera nuevamente incluido en la contienda.
Outtara fue designado nuevamente como el candidato presidencial de la Unión de Republicanos. Continúa liderando al partido. Su exclusión de la contienda del 2000 por el tema del derecho por nacimiento, lo llevó a solicitar a sus seguidores a boicotear la elección, en la cual Gbagbo ganó la presidencia.
En la última década Gbagbo ha destacado continuamente la diferencia entre él y Ouattara, haciendo uso de los medios de comunicación oficiales en un esfuerzo por señalar a su rival como un foráneo poco patriota que es controlado por Occidente.
Ado, como es conocido por sus seguidores, es un musulmán que obtiene la mayoría de su apoyo políticos del norte de Costa de Marfil, mientras que Gbagbo es un cristiano del sur, donde las se encuentran los grupos tradicionales de riqueza y poder.
Ambos han sido tenido una larga rivalidad, Gbagbo aún culpa a Ouattara por la división no oficial de Costa de Marfil de hace 10 años.
El diario pro Gbagbo, Notre Voie, acusó a Ouattara de estar detrás de un golpe fallido contra el gobierno de Gbagbo en el 2002, el cual sumergió al país a una guerra civil.
Mientras que niega haber estado involucrado en el golpe, la mayoría de las fuerzas que hoy apoyan a Ouattara son los mismos rebeldes que se apoderaron de la mitad de la parte norte del país hace nueve años, y uno de sus líderes, Guillaume Soro, es el primer ministro del nuevo gobierno.
Mientras que Estados Unidos, el Consejo de Seguridad Nacional y la Unión Africana han respaldado a Ouattara como el ganador de la elección presidencial del 2010 , un anuncio en el sitio web de Notre Voie, leal al régimen de Gbagbo, aún reporta una votación de 51.45 % a favor de Gbagbo contra un 48.55 % de Ouattara.
Muchos deseaban que esta anticipada elección presidencial reunificara finalmente a un país dividido por la guerra civil, pero las disputas por los resultados de la votación, así como roces entre las fuerzas de Gbagbo y Ouattara no hecho más que desestabilizar más al país .
Aunque cuenta con un extendido apoyo en el norte del país dominado por inmigrantes musulmanes, los rivales sureños de Ouattara señalan a su educación en Occidente, así como sus años fuera del país trabajando para el FMI como prueba de no es un "verdadero marfileño".
La semana pasada, un asesor de Gbagbo arremetió contra los poderes extranjeros como Francia y Estados Unidos por reconocer a Ouattara como presidente de Costa de Marfil.
"En 30 no hubo problemas en el país", dijo Abdon Bayeto, agregando que Ouattara sabe que perdió la elección.
Mientras los observadores esperan que el exitoso período de Ouattara en el FMI se traducirá en un promisorio futuro económico para el país, aunque aún debe demostrar que ya no comulga con el pasado cuando se trata del uso de tropas militares.
Aunque Occidente ve a Ouattara como una mejor opción que Gbagbo –ha sido apoyado por los mandatarios Barack Obama y Nicolas Sarkozy, así como por el Consejo de Seguridad de la ONU– Ouattara podría tener que responder a las acusaciones de la ONU en el sentido de que sus tropas abrieron fuego y mataron a cientos de personas en la ciudad occidental de Duekoue a finales de marzo.
Al final, Occidente tendrá que tratar con un hombre cuyos ideales económicos se ajustan mucho con a los de ellos, pero cuyo fracaso en el control de la violencia llevada a cabo en su nombre, recordará a muchos otros líderes menos favorecidos en África Occidental.
En sus 20 años de carrera política, Ouattara ha pasado de primer ministro a candidato de oposición y hasta flamante presidente electo. Tras finalmente tener el poder que buscó durante tanto tiempo, su batalla más dura podría aún estar por delante en las próximas semanas y meses.