Un balneario egipcio 'le dice' a Mubarak: ¡vete!
La ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh, reconocida como un complejo turístico que atrae a millones de turistas de alrededor del mundo está cansada de su huésped más famoso: Hosni Mubarak .
El presidente derrocado, dicen los residentes, le hace mal a los negocios.
“Queremos que se vaya”, dijo Ahmed Fahmy, un trabajador de construcciones quien vive ahí. “Ha creado muchos problemas y ha afectado al turismo. El turismo está muerto”.
Mohamed Nasr, quien tiene un servicio de limusinas añadió: “Todos quieren” que Mubarak se vaya. “El turismo no está bien… mi negocio no es nada ahora”.
Fahmy habló enfrente de la calle del Hospital Internacional Sharm el-Sheikh, en donde Mubarak ha estado bajo intensa protección policial desde que fiscales lo empezaron a interrogar el martes.
Los polícias antimotines con casco formaron una cadena de uniformes negros alrededor del perímetro del hospital en forma de pirámide , que contrastaba con las palmeras, tiendas de regalos y turistas europeos que pasaban por ahí, mirándolos con curiosidad.
Apenas la semana pasada, el procurador general egipcio detuvo oficialmente a Mubarak por 15 días por su posible relación con las muertes de cientos de activistas durante las protestas callejeras que lo derrocaron el 11 de febrero . Sus dos hijos, Gamal y Alaa, fueron trasladados a la prisión de Tora en El Cairo.
La revolución egipcia tuvo éxito al derrocar al una vez intocable dictador. Pero también ha perjudicado la industria turística vital del país, que de acuerdo con estimaciones conservadoras, es el 10 por ciento de la economía egipcia.
A Sharm el-Sheikh, una meca del buceo y clubes nocturnos que normalmente recibe a cinco millones de turistas al año, le ha pegado fuerte.
Las playas en “Sharm”, como le llaman los locales, están casi desiertas. El una vez bullicioso puerto de Namma Bay está silenciado, excepto por las lanchas que pasan arrastrando a turistas en llantas.
Los operadores hoteleros estiman que están debajo del 30 % de capacidad, en lo que normalmente es la época más fuerte para el turismo
“Necesitas estar al 35 % para estar tablas”, dijo Mohamed Abbas, el gerente del hotel Iberotel Lido. A mediados de febrero del año pasado, el hotel estaba entre seis y ocho por ciento de capacidad.
Abbas estimó que la caída de turismo es peor que cuando tres bombas cayeron en el Sinaí egipcio en 2004, y después de varios ataques de tiburones en noviembre pasado.
La turista británica, Jane Dixon, dijo que no pensó dos veces en traer a sus hijos adolescentes a Sharm el-Sheikh.
“No es tan diferente de las posibles amenazas en Londres”, dijo, sentada en la alberca de un rooftop con vista al mar Rojo.
“Es igual de probable que bombardeen el metro”, añadió.
Aún así, la inestabilidad política en El Cairo no ha permitido a Dixon que visite las pirámides.
Su hijo de 15 años, Josh, estaba sorprendido por ver a los policías antimotines afuera del hospital de Sharm el-Sheikh.
“Estaba padre”, dijo. “No sabía que el presidente se estaba quedando ahí. Hay guardias que dan miedo por todo el lugar. Así que me siento bastante seguro”.
Cuando se le preguntó por qué dejaron de venir turistas, el operador de un hotel y club nocturno, Adly El Mestekawy tuvo una respuesta sencilla: la revolución.
“Por primera vez en la historia de Egipto, en 7,000 años, hay un faraón es investigado”, dijo Mestekawy.
Pero Mestekawy, quien dijo que abrió su tienda y hotel en Sharm el-Sheikh cuando apenas era un campamento en el desierto en los 80, espera que la revolución egipcia mayormente pacífica reditúe en el futuro.
“Egipto ya no está esclavizado. Egipto es libre y abierto al mundo a través de medios pacíficos”, dijo. “Esto atraerá a grandes números de turistas y eso es lo que necesita el país”.
Egipto todavía tiene un camino largo por recorrer antes de que sus fuerzas de seguridad empiecen a transparentarse.
Policías secretas acosaron a un camarógrafo mientras estaba grabando un atardecer sobre el mar Rojo el viernes. Sin mostrar alguna identificación, los oficiales vestidos de civiles trataron de confiscarle la cámara antes de que se les convencieran que no se habían grabado secretos de Estado.
No lejos de ahí, trabajadores afuera de una tienda de regalos dijeron un lema que le repiten a los turistas.
“Bienvenidos a Egipto”, dijeron.