Prisioneros huyen en medio del caos de la revolución en Libia
Abdul Aziz Abdullah entró cabizbajo a un cuarto. Sus ojos estaban fijos en el suelo mientras empezó a contar la historia de cómo mató a su tío.
Hubo una pelea, sacó un cuchillo, dijo que no quería matarlo, pero su tío estaba muerto.
Fue sentenciado a morir colgado, la ejecución tendría lugar en la cárcel principal en Bengasi, Libia.
El destino llegaría a tres años de su sentencia. La guerra inició en su ciudad y con ella un caos total.
El 17 de febrero, cuando empezó la rebelión, oficiales de la prisión dijeron que estuvo entre los 2,700 prisioneros liberados por guardias leales al coronel Moammar Gadhafi en un movimiento para desatar a los criminales más violentos contra los ciudadanos que se levantaron en contra del gobierno.
"Hubo caos. Ellos destrozaron puertas hacia otras celdas. Robaron coches y empezaron a golpear a algunos guardias. Se dirigieron a la puerta principal e intentaron huir. También quemaron documentos de la cárcel. No creía lo que estaban haciendo", dijo Abdul Aziz Abdullah.
Sin policías en el lugar, no hubo quien los detuviera. La ciudad entera era una zona de combate. Algunos de los prisioneros huyeron, algunos volvieron a una vida criminal y otros se unieron a la pelea en el frente de guerra. Ahí se fue Abdullah.
Pero semanas después de que los combatientes de la oposición ganaran la batalla, Abdullah recibió una carta del sistema de justicia. Él fue identificado como un reo prófugo y se le pidió volver a la cárcel.
A diferencia de la vasta mayoría de los prófugos, Abdullah se entregó. Él dice que confío en que sería tratado justamente por el sistema de justicia de la oposición en ciernes y espera tener una sentencia gentil.
"Sentí que el nuevo liderazgo en la ciudad es honesto y su llamado a rendirnos fue genuino, a diferencia de Gadhafi, así que me entregué y hago un llamado a quienes se escaparon a volver y tratar de resolver sus casos con las familias de las víctimas".
Al momento de escribir la nota, sólo 35 de 2,700 prófugos habían sido reencarcelados.
En los meses que siguieron a la victoria de la oposición sobre la milicia de Gadhafi, grupos vecinales empezaron a tratar de resolver las disputas y vigilar las calles.
"Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para reconstruir nuestra asociación de seguridad oficial", dijo Jamal Benour, coordinador de justicia del consejo de oposición.
Él dijo que hay cerca de 40 grupos de policías vecinales y su obstáculo más grande para restaurar la ley y orden es el creado por los criminales que escaparon de la cárcel principal.
También han surgido otros problemas serios: ciudadanos que omiten la ley, mientras toman la justicia en sus manos.