El cultivo del opio es un 'argumento de sobrevivencia' en Afganistán
Alejados de la guerra, en las remotas colinas de Badakhshan, hay otra batalla desenvolviéndose.
En medio de los valles de caminos polvorientos en donde pasan camionetas, una fuerza especial afgana se dirige hacia su objetivo: una industria tan rentable que muchos temen que sea la única opción viable para Afganistán de hacer dinero una vez que se retiren las tropas occidentales.
Nos unimos al Ministerio Contra Narcóticos buscando opio. Aquí en Badakhshan, los talibanes no representan mucho problema. El problema es el negocio que mantiene a los afganos a flote luego de muchos años.
Por un rato la OTAN aligeró su campaña en contra del tráfico de opio, que los enemigos que crearon hacían más difícil al pelear contra los insurgentes que eran su principal prioridad.
El precio de la droga se ha triplicado, haciendo altamente posible que la cosecha dé ganancias récord al país, de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas para el Control de Droga (UNODC por sus siglas en inglés) aquí.
"Definitivamente podemos ver un récord de ganancias en esta cosecha", dijo el director de UNODC en Afganistán, Jean-Luc Lemahieu. "Significa que quienes más se benefician, los comerciantes, que no necesariamente son insurgentes, tienen el incentivo de continuar la violencia, la razón de que sean capaces de generar ganancias enormes como lo hacen hoy".
Eso no podría llegar en un peor momento para Afganistán. Mientras la mayoría del dinero del tráfico de opio se regresa al mercado negro, también le llega a los insurgentes. De cualquier forma, no ayuda a instaurar el estado de derecho que tanto quiere la OTAN para evitar que Afganistán vuelva a ser un Estado fallido. El precio ha incrementado, dice la UNODC, porque los especuladores lo han elevado.
Nadie sabe qué le depara durante los próximos años al país, así que el opio se ha vuelto una compra segura. Puede ser guardado por años, es lo suficientemente pequeño para esconderse en una casa, y vale muchísimo para un granjero pobre. Eso, junto a que el precio se ha triplicado, es la respuesta al porqué es tan popular.
Pero para un pequeño pueblo que visitamos en la región de Argu, estos argumentos significan poco. El opio es un argumento básico de supervivencia. No sólo cultivan trigo en este pueblo, sino también opio. Mohammad se nos acerca, después de que la policía limpia su parcela. Perdió una pierna en una explosión en Kabul y ahora debe lidiar con la pérdida de su cultivo que le hubiera dado 1,000 dólares.
"Cultivamos las amapolas por la pobreza, no teníamos otra opción. Durante cuatro años no la cultivamos, pero el gobierno no nos ayudó, así que volvimos a empezar. Sin ella moriríamos de hambre", afirma.
Mohammad no quiere discutir a quién le hubiera vendido su parcela. Pero esos cárteles son una preocupación grande aquí. La guerra financia dos tercios de la economía, y cuando se termine el dinero de la OTAN, éste tendrá que ser remplazado por algo. El opio es la respuesta fácil junto con sus jefes de guerra y los temores de un narcoestado.
Aquí, lejos de la guerra, el cultivar opio es un argumento económico simple, el más fácil y el único para generar dinero.