Egipto, para muchos en el país árabe la revolución está incompleta
Han pasado más de cuatro meses desde que el dictador egipcio Hosni Mubarak fue derrocado por su propia gente con manifestaciones masivas pacíficas que duraron 18 días . Los activistas de la oposición que celebraron en las calles la salida de Mubarak, habían deseado que llegaran cambios tangibles en el corto plazo tras la victoria en la Plaza de Tahrir. No tomó más de tres semanas deshacerse de un presidente autocrático que había gobernado con mano de hierro durante tres décadas. ¿Entonces por qué está tomando tanto tiempo progresar más?
“La gente que fue a la Plaza de Tahrir estaba harta de la corrupción, la falta de libertades, la injusticia social y la brutalidad policiaca”, dijo Amr Khodeir, un contador de 27 años de edad que acampó con sus colegas revolucionarios afuera de la plaza. “Creímos que sentiríamos el cambio apenas Mubarak y sus hombres dejaran el poder”.
Pero a cuatro meses, poco ha cambiado . Con las elecciones parlamentarias programadas para llevarse a cabo en septiembre y con el gobierno en plena transición, el panorama económico del país está más sombrío que nunca.
La detestada fuerza policiaca del país, la cual abandonó las calles durante el levantamiento, ha estado dudosa de regresar y enfrentarse a la ira de un pueblo enojado y envalentonado. Esto ha contribuido a la generación de un vacío de seguridad que se ha traducido en un incremento en el crimen, robos y violencia sectaria. Sin embargo, activistas de derechos humanos afirman que los protestantes aún enfrentan la posibilidad de arresto y maltrato.
Muchos egipcios sienten que la revolución está incompleta mientras esperan que Mubarak y los miembros de su administración sean llevados a la justicia. Se preguntan por qué el Consejo Militar Supremo, que actualmente tiene el control, no ha actuado contra los miembros del anterior régimen para demostrar su compromiso con el cambio.
Los juicios contra los ex ministros, que enfrentan cargos desde mal uso de recursos públicos hasta ordenar la matanza de manifestantes, han sido pospuestos en varias ocasiones. El mismo Mubarak ha logrado evadir a la justicia , aunque está arrestado en el cuarto del hospital en el complejo del Sharm el Shekh en el Mar Rojo y se le ha impedido salir del país.
“Los egipcios también están consternados porque los seguidores del ex presidente recibieron mucho tiempo para esconder sus activos”, comentó recientemente Asmaa Mahfouz, miembro fundador del movimiento juvenil del 6 de abril, ante una multitud en El Cairo.
Algunos usuarios de Facebook preguntan por qué el Consejo Militar Supremo y el gobierno de transición se han tomado tanto tiempo en poner tras las rejas al vocero parlamentario Fathy Surour, al jefe de gabinete de Mubarak, Zakaria Azmy, y al secretario general del Partido Nacional Democrático, Safwat el Sherif.
No ha habido una respuesta oficial.
Miembros del Partido Nacional Democrático de Mubarak aún permanecen en posiciones clave de instituciones gubernamentales.
“Cuando un miembro del PND es expulsado por manifestantes enardecidos, él o ella es reemplazado casi inmediatamente por otro partidario de Mubarak”, dijo Najlaa Abdel Hafez, periodista que colabora con el diario financiado por el gobierno, Al Ahram.
En la televisión oficial egipcia, donde trabajé hasta que renuncié el 3 de febrero como protesta por la cobertura del levantamiento, las mismas cabezas de los canales y editores que durante ese período tacharon a los revolucionarios de traidores y de agentes del extranjero, siguen en sus puestos.
“Nada ha cambiado”, dijo Ahmed Sherif, editor de noticias del principal canal arábigo. “De hecho, hay mayor control ahora que el que había en la era de Mubarak. Todos los guiones son revisados por el equipo editorial y cualquier noticia relacionada con las fuerzas armadas debe ser aprobada por el Departamento de Moralidad antes de que salga al aire o se publique”.
En semanas recientes, seis periodistas fueron convocados por el fiscal militar para interrogarlos después de haber criticado públicamente al ejército en talk shows de televisión. Entre ellos estaba Hossam Hamalawy, quien ha exhortado a que miembros de las fuerzas armadas rindan cuentas por cualquier mal que hayan hecho, afirmando que ninguno está arriba de la ley.
El bloguero Michael Nabil fue sentenciado a tres años de prisión por una corte militar por criticar al ejército. El Comité para la Protección de Periodistas con sede en Nueva York, el cual promueve la libertad de prensa, ha dicho que este tipo de acciones se aplican “para crear un clima de miedo y para intimidar a los periodistas”.
En un acontecimiento aún más estremecedor hace apenas unas semanas, una joven reportera fue agredida sexualmente mientras cubría un mitin de viernes en la Plaza de Tahrir. El ataque llegó a las primeras planas y todos los diarios locales publicaron la fotografía de la reportera en aparente shock después de su ataque. En una sociedad conservadora y predominantemente musulmana donde la castidad de las mujeres está muy ligada al honor familiar , es raro que ese tipo de fotografías circulen públicamente por miedo a que pueda destruir la reputación de una muchacha y la estigmatice de por vida.
“La decisión de los editores de los medios locales de mostrar descaradamente las fotografías fue un claro mensaje para desalentar a las mujeres manifestantes a unirse a sus contrapartes masculinas en la Plaza de Tahrir en el futuro”, comentó el empresario Medhat Fawzi.
También ha habido reportes de brutalidad contra manifestantes de la Plaza de Tahrir que están arrestados desde la caída de Mubarak.
Mona Seif, una joven activista que se ha empeñado en documentar los abusos de derechos por parte de las fuerzas armadas, señala que un grupo de detenidos fueron sometidos a tortura, incluyendo shocks eléctricos, a manos del ejército el 9 de marzo.
En un incidente previo, el 26 de febrero, el activista de oposición Mohamed Moussa afirma que él y sus compañeros manifestantes fueron golpeados brutalmente mientras estuvieron detenidos, dándoles un respiro sólo cuando obedecían las órdenes de cantar “larga vida a Hosni Mubarak”.
Mientras las elecciones se acercan, muchos se preguntan si los mandos militares cederán el poder a un gobierno civil. El embajador Mohamed Rifaah, ex vocero oficial del Gran Sheik de Al Azhar, la más alta autoridad religiosa de Egipto, es uno de los escépticos.
“Egipto ha sido gobernado por el ejército durante 60 años”, afirmó. “Convencer a los dictadores retrógradas de dejar el poder no será fácil”.