Oración y política: ¿por qué el viernes es el día de las protestas árabes?
Desde que era un niño, el viernes ha sido un día de oración y descanso para Murad Alazzany. Con una dinámica tan vieja como el mismo Islam, los viernes han sido de oraciones a la hora de la comida en la mezquita y para aprovechar el resto del día para relajarse con amigos y la familia.
Pero eso fue antes de que las protestas y revoluciones en el mundo árabe destruyeran décadas de viejos regímenes y causaran una agitación civil sin precedentes.
El levantamiento de Yemen comenzó en enero de este año, desatado por las revoluciones de Túnez y Egipto, y desde entonces, los viernes han tenido un sabor muy diferente para Alazzany y decenas de miles de yemeníes como él.
Alazzany, profesor adjunto de la Universidad de Sanaa, aún acude a las oraciones de los viernes conocidas como Jumu'ah, aunque no en una mezquita. En su lugar, ora en la calle junto a otros activistas y manifestantes antigubernamentales. Después de las oraciones, protestan con armas al cielo, ondeando banderas de Yemen y gritando consignas exigiendo el cambio, mientras del otro lado de la ciudad, grupos más pequeños de partidarios del gobierno hacen lo mismo a favor del régimen.
“Los viernes se han convertido en un gran acontecimiento político (en Yemen)”, dice Alazzany. “Las oraciones de los viernes son acontecimientos que demuestran la fuerza y respaldo en campo. Se junta gente de toda la ciudad – y también de los suburbios – para mostrar solidaridad con la juventud y la oposición”.
Durante mucho tiempo, el día de descanso del mundo musulmán ha representado una oportunidad para alzar la voz por el descontento en el norte de África y Medio Oriente.
Se trata de un día de descanso, pero todos los musulmanes practicantes deben congregarse para orar. Como parte de esto, escuchan un sermón de un imán o jeque, un hombre sabio respetado en la comunidad por su fe, así como por su elocuencia o lógica. Los sermones abordan frecuentemente problemas sociales, política, educación y temas religiosos.
“La mezquita en el Islam no es sólo un templo para la congregación de personas para orar, sino también un congreso popular para que la gente se reúna una vez a la semana para discutir asuntos públicos”, explicó Said Sadek, profesor de sociología política de la Universidad Estadounidense de El Cairo.
Aunque las oraciones de los viernes normalmente se llevan a cabo en una mezquita, también pueden realizarse en la calle, siempre y cuando haya una congregación de personas y alguien que dirija las oraciones.
Eso es lo que ocurrió en Egipto el 28 de enero de este año, el primer viernes de la revolución conocido como el Viernes de la Ira , cuando la Plaza de Tahrir se convirtió en una enorme mezquita al aire libre.
Oradores revolucionarios se dirigieron a la multitud de manifestantes antigubernamentales, quienes después protestaron con cientos de miles de voces en contra del régimen de Mubarak, mientras el mundo observaba con incredulidad.
El Dr. Shadi Hamid del Centro Brookings de Doha en Qatar, el cual realiza investigaciones de problemas socioeconómicos del mundo musulmán, afirmó que aunque las manifestaciones de los viernes no son nuevas en Medio Oriente, su escala no tiene precedentes. Él describe el 28 de enero en Egipto como “el día definitorio”.
“En muchos sentidos fue el punto de inflexión en la primavera árabe y en Egipto”, comentó. “Fue el día en que la revolución egipcia se convirtió en la revolución egipcia”.
Hamid agrega que el éxito del Viernes de la Ira, apoyado por las redes sociales como Facebook y Twitter para movilizar masas, mostró a los egipcios el poder de usar el viernes como día de protesta.
“El viernes de oración no es sólo para orar. También tiene un poder simbólico. La oración también puede servir para prepararse para la batalla”, afirmó Hamid. “Visualmente, cientos de miles de personas paradas hombro a hombro es imponente y poderoso. Le da fuerza a la gente que ora”.
Estratégicamente, los viernes también tienen sentido: la gente tiene el día libre, por lo que pueden ir a las manifestaciones, mientras los organizadores pueden enfocar sus energías a organizar una gran congregación con altas probabilidades de éxito.
“Puedes llevar a cabo protestas masivas todos los días de la semana. Eso minará tu fuerza y no es sostenible”, agrega Hamid.
“Entonces, tiene sentido desde un punto de vista táctico y estratégico que escojas un día que todos se enteren y que todos centren su atención a ese día”.
Los oradores que fueron invitados para hablar en la Plaza de Tahrir también definen el tono de los viernes. De ahí viene la tendencia de nombrar a los viernes, según Sadek.
“Los oradores normalmente se juntan por alguna problemática pública”, explicó. “Por eso los viernes se denominaron Viernes de Victoria, Viernes de Purga o Viernes de Justicia”.
“No puedes tener un Viernes de Ira cada viernes. Es una manera de establecer metas con antelación”.
La revolución egipcia brindó un esqueleto que los activistas de varios países en Medio Oriente emularían.
Sadek afirma que actualmente, los viernes de protesta se han vuelto tan poderosos en la región que hay un chiste circulando de que al líder libio Moammar Gadhafi le gustaría borrar los viernes de la semana. “Cuando llega el viernes, los regímenes de Medio Oriente tiemblan”.
Aunque todos concuerdan en el significado social, cultural y político de los viernes de protesta en los levantamientos árabes, el papel de la religión es motivo de desencuentros.
Sadek sostiene que la mayoría de los egipcios que se juntaron los viernes para protestar durante la revolución eran “seculares, urbanos e intelectuales clasemedieros, gente que no estaba contenta con el régimen”.
“El viernes les dio una oportunidad de conocer a la gente y hacer demandas para que respondiera el sistema político”.
Pero Hamid dice que las revoluciones de Túnez y Egipto, así como los levantamientos en el resto de la región no son seculares.
“Los liberales rezan, los izquierdistas rezan y el Islam les da fuerza… A la gente le importa su religión y no necesariamente la utilizan en su camisa, en ese sentido el componente islámico de estas protestas está implícito”.
Quizá Alazznay lo pone más resumido: “Está en la mentalidad de los musulmanes que su fe y la política no están divorciadas”.