Rupert Murdoch: el último barón de la prensa
Rupert Murdoch es el último de una raza que está muriendo: un barón de la prensa a la antigua, un hombre de negocios al que la tinta le corre por sus venas, una chequera pesada y hambre por la próxima gran nota.
Con 80 años, ha pasado la mitad del siglo convirtiendo lo que empezó como el negocio de un periódico australiano local en un imperio multimedia masivo que abarca todo el mundo e incluye televisión, internet, cine e impresos.
Pero el escándalo de intervención telefónica que lo obligó a cerrar el tabloide británico que alguna vez fue su orgullo y alegría, News of the World , ahora amenaza todo por lo que ha trabajado.
El negocio del periodismo está en la sangre de Murdoch. Nació en Melbourne, Australia en 1931, fue uno de cuatro hijos -el único varón- de un periodista célebre y su esposa, una joven rica convertida en filántropa.
Su padre, Keith Murdoch, fue un reportero expuesto a condiciones terribles experimentadas por tropas Anzac peleando en Gallipoli en la Primer Guerra Mundial, que pasó a administrar un periódico grande.
"Fui criado en una familia periodística, por un padre que creía que el periódico estaba entre los instrumentos más importantes de la libertad humana", declaró Murdoch en las Conferencias Boyer en 2008.
Su madre, Elisabeth, fue alentada a dedicar su vida a "buenas obras" desde que estaba en la escuela. Ahora a los 102 años, sigue apoyando a más de 100 fundaciones de caridad y disfruta de su estatus real en Australia.
Murdoch estudiaba en Oxford cuando su padre murió en 1952.
Fue educado, como su padre, por el barón de la prensa Lord Beaverbrook. Aprendió su oficio como reportero en Birmingham, Inglaterra, como un coeditor ganando 10 libras a la semana en el Daily Express de Beaverbrook en Londres antes de volver a casa a hacerse cargo del negocio familiar.
"A los 22 años era el dueño de un periódico", dijo Murdoch en 2008. "Era tan joven y nuevo en el negocio que cuando me estacioné el primer día, el encargado del estacionamiento me regañó, 'Oye hijo, no te puedes estacionar aquí'".
Pese a su juventud, el jefe nuevo de Adelaide News entró al trabajo como un pez en el agua, metiéndose rápidamente en una guerra de periódicos, la primera de muchas, con el rival local, el Adelaide Advertiser.
"Me costó mucho trabajo", dijo. "Pero me enseñó que con buenos editores y una lealtad de los lectores, puedes desafiar a rivales más establecidos y tener éxito".
Pronto estaba viendo cómo expandir su compañía: luego de comprar otros periódicos locales a través del país, en 1964, fundó el primer periódico nacional australiano, The Australian, y en 1969, compró su primer periódico británico, News of the World, seguido de The Sun.
El sensacionalismo y sexo en las páginas de algunos de sus periódicos provocó conmoción y enojo entre sus competidores en la calle Fleet, además de ganarle varios apodos poco halagadores a Murdoch.
Como dijo Ian Hislop, editor de la revista satírica británica Private Eye, a CNN: "[Nos hemos] referido a Murdoch como Dirty Digger (Escarbador Sucio) a lo largo de su carrera, y no es un accidente; sí encuentra una nota sucia, luego la pone en sus periódicos y los vende".
Su hambre para las historias más recientes y su voluntad por pagar por ello, le han garantizado cantidades masivas de ventas, pero también le han causado controversias a través de los años, desde el escándalo de la modelo Christine Keeler en el escándalo Profumo, a los "Diarios de Hitler" (que después se reveló que era falso) al libro de O.J. Simpson If I Did It.
El deseo de ser el primero en dar las noticias ha llevado a cuestionar algunos de sus métodos, incluso antes del escándalo de intervención telefónica.
"Estaba en la delgada línea de lo que se considera como ética periodística ", dijo Lou Colasuonno, un ex editor en jefe para el New York Post, del cual Murdoch se hizo cargo en 1976.
"No estoy diciendo que haya violado la ley, no estoy diciendo que haya hecho algo ilegal, pero estoy diciendo que es agresivo para obtener historias".
La agresión fue evidente a mediados de los 80 cuando Murdoch, en ese entonces dueño de los periódicos londinenses Times y Sunday Times, rompió con el dominio de los sindicatos en la industria de los impresos del país.
Luego de meses de conspirar, el titán de los medios cambio sus operaciones de la calle Fleet a Wapping, en la parte este de Londres, en una noche pasó de metal a sistemas computarizados, dejando a cientos de impresores desempleados.
"Fue un hombre que domesticó a los sindicatos de los impresores para que los periódicos se volvieran increíblemente redituables", dijo Martin Dunn, ex vice editor del Sun y News of the World.
Las ganancias fueron invertidas en la cadena creciente Fox de televisión y películas, propiedad de Murdoch, en Estados Unidos, ayudando a crear el gigante corporativo que es News Corp., el cual ahora es dueño del Wall Street Journal, el diario de mayor circulación en Estados Unidos.
El tres veces casado, padre de seis, ha estado desde hace mucho tiempo en el centro de un debate frenético por la sucesión, algo que sólo complica el escándalo actual. Todos sus hijos mayores: Prudence, Elisabeth, Lachlan y James, participan en la administración de la compañía.
De sus hijas más jóvenes Grace (nacida en 2001) y Chloe (nacida en 2003) con su esposa actual Wendi Deng, se dice que tienen una participación financiera en News Corp.
Murdoch nunca ha huido de quedarse atorado, ya fuera buscando una historia o llevando la dirección política de sus periódicos.
"Si veo cosas en el periódico que creo que son incorrectas, ten por seguro que lo señalaré y diré 'aquí y allá cometieron un error' o 'esto no fue un buen reportaje en comparación a la competencia'", dijo a quienes hacían el documental de la BBC Who's Afraid of Rupert Murdoch? (¿Quién le teme a Rupert Murdoch?) en 1981. "Tengo el derecho de insistir en la excelencia".
En el mismo programa, Robert Spitzler, ex director del New York Post, dijo que el rol de Murdoch no se limitaba a comentar y dar sugerencias.
"Rupert escribió los encabezados, Rupert le dio la forma a las historias, Rupert dictó las notas principales", dijo. "Rupert estaba en todas partes".
En una entrevista en televisión de 1968, Murdoch admitió que disfrutaba el poder que le daba su posición, pero -en comentarios que ahora parecen más relevantes que nunca- insistió: "Tenemos más responsabilidad que poder, creo".
"Un periódico puede crear grandes controversias, generar argumentos dentro de la comunidad, puede evidenciar injusticias, como puede hacer lo opuesto, puede esconder cosas y ser un gran poder malévolo".
Pero incluso quienes pudieran ser considerados sus enemigos reconocen la perspicacia como hombre de negocios de Murdoch.
"Es un negociante, es un empresario exitoso, tiene una mente estratégica genial", dijo Michael White, del periódico británico The Guardian, quien publicó la nota de las intervenciones telefónicas, a CNN.
La evidencia de que Murdoch siempre veía las cosas a largo plazo está claro en su decisión de cerrar abruptamente News of the World en medio de los alegatos de que sus periodistas habían intervenido el teléfono de la adolescente británica asesinada, Milly Dowler.
Analistas dijeron que su acción fue diseñada para proteger su ambición a largo plazo, y poder comprar las acciones restantes en la transmisora satelital BSkyB.
"Dios sabe si volverá a intentar comprar BSkyB de nuevo , pero si alguien tiene la voluntad de hacerlo, ese es Rupert Murdoch. Es un tipo duro", dijo White.