Bruno Serato se asegura de que los 'chicos del motel' no pasen hambre
Los más de 270,000 platos de pasta que Bruno Serato ha servido gratuitamente a niños pobres es su manera de agradecer su sueño americano
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ANAHEIM, California (CNN) — A las sombras de Disneylandia, a menudo referido como el "lugar más feliz sobre la Tierra", muchos niños viven una realidad que está lejos de la de no tener preocupaciones. Ellos viven en moteles baratos comúnmente asociados con traficantes de drogas, prostitutas y asuntos ilícitos.
Es la única opción para muchas familias que están luchando con sus finanzas y que no pueden reunir el depósito de un apartamento. Al vivir semana tras semana en esos lugares estrechos, están un paso delante de la falta de vivienda. "Algunas personas están atrapadas, no tienen dinero. Tienen que vivir en esa habitación", dijo Bruno Serato, un chef y restaurador. "Han perdido todo lo que tenían. Ellos no tienen otra oportunidad. No hay opción".
La situación de "los niños del motel" es muy común en el Condado de Orange, California, una comunidad rica con rentas altas y una gran cantidad de moteles antiguos. En 2009, las autoridades locales estimaron que más de 1,000 familias vivían en estas condiciones.
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Cuando Serato aprendió que estos niños a menudo pasan hambre, comenzó a ofrecer asistencia, un plato a la vez. Hasta la fecha, ha servido más de 270,000 cenas de pasta, gratis, a quienes lo necesitan. “Los chicos no deberían sufrir”, dijo Serato. “Tenía que hacer algo”.
Serato, de 55 años, siempre ha devuelto algo a la comunidad donde logró su sueño americano. Cuando el inmigrante italiano llegó a Estados Unidos hace 30 años, sus pobres habilidades en el inglés le obligaron a conformarse con un trabajo como lavaplatos. Pero luego de cinco años se había convertido en chef y propietario de la Casa Blanca Anaheim, un restaurante italiano local que ahora es un punto muy popular.
En 2003 creó el Club de Catalina, que recauda dinero para niños de escasos recursos. La beneficencia lleva el nombre de la madre de Serato, quien le enseñó a cocinar en la
trattoria familiar en Verona, Italia.
Cuando ella llegó a California en 2005 para visitar a su hijo, él la llevó al club local Chicos & Chicas, el principal receptor de fondos de la organización. Allí vieron a un niño comiendo una bolsa de papas fritas y se enteraron que esa botana era en realidad su cena.
Bruno dijo que su madre se sorprendió por la escasa comida del niño. Ella había educado siete hijos y siempre se aseguró que hubiera alimentos en la mesa para la cena, incluso durante los años de escasez después de la Segunda Guerra Mundial. "Mi mamá... toda su vida fue a alimentar niños", dijo.
Los Serato descubrieron que el chico vivía en un motel con su familia. La situación era tan común en la zona que el Club Chicos & Chicas de Anaheim tuvo un programa "niños de motel", en el que camionetas recogían a los niños después de la escuela para dejarlos en los moteles todas las noches. Mientras que estos niños reciben desayuno y almuerzo gratis a través de los programas escolares, sus padres a menudo no tienen los recursos para darles la cena.
Catalina consideró inaceptable que los niños fueran a la cama sin cenar. Hablando en un italiano rápido, dejó en claro a su hijos cuáles eran sus sentimientos. “
Mamma dijo: ‘Bruno, ¡debes alimentarlos con la pasta!’”, recordó Serato.
Cuando descubrió que esto significaba alimentar a alrededor de 70 niños, lo objetó. Pero su madre insistió. Volvió a su restaurante y preparó 70 cenas de pasta para servirlas en el club. Su madre le ayudó aquella primera noche, y Serato ha mantenido el ritual casi todas las noches durante más de seis años, incluso durante la recesión.
Pero la crisis económica fue un reto. Serato perdió de 30% a 40% de sus clientes, y el número chicos que alimentaba cada noche aumentó a más del doble. A menudo se encontró a sí mismo entregando más comidas de las que servían en su restaurante y se vio obligado a refinanciar su casa para seguir adelante. Pero Serato encontró que su trabajo con los niños le ayudaba a sostenerse, al menos en un plano personal. "Tantas noches... no eran demasiados clientes", dijo. "(Saber que) servía a 150 niños... me hacía sentir mejor”.
Hoy, el negocio de Serato se ha recuperado y su programa alimenta a cerca de 200 niños en dos localidades, siete días a la semana. También paga para que los conductores transporten a los niños del Club Chicos & Chicas, y ha comprado otro vehículo. En total, estima que la empresa le cuesta alrededor de 2,000 dólares por mes.
Michael Baker, el director ejecutivo del Club Chicos & Chicas de Anaheim, dice que muchos de los "niños del motel" a los que sirve dependen de las comidas de Serato. También disfruta de la ironía de la situación. "Estos son algunos de los niños más pobres en Anaheim comiendo de uno de los restaurantes más exclusivos cada noche", dijo. "¡Me encanta!".
Carlos Gómez, de 12 años, ha vivido en una habitación de un motel con su familia, un total de seis personas, casi toda su vida. Él y su hermano menor Anthony a menudo comen la pasta de Serato, y su padre, Martin, dice que es un alivio saber que sus hijos pueden recibir una comida gratis. "Ya no me preocupo tanto, por ellos (por el regreso a casa) así como que no haya alimentos", dijo. "Yo sé que comen allí (en el) Club Chicos & Chicas".
Esta primavera, Serato planea expandir su programa a otros 100 niños por noche, y se asociará con otra organización para dar a otros 100 niños tres comidas al día.
También ha convocado a otros restaurantes en todo el país a trabajar juntos para alimentar a los "niños del motel". Él cree que suministrar tan sólo unas cuantas cenas por noche puede hacer una diferencia significativa.
"Cada restaurante en el país, chino, indio, mexicano, francés, vamos a hacerlo todos juntos", dijo Serato. "Nos gustaría no tener niños con hambre".
El amor de Serato por los niños está claro, pero se apresura a dar todo el crédito a su querida
mamma en Italia. A pesar de que ella sufre de la enfermedad de Parkinson, él todavía habla con ella a través de Skype por la mañana y cree que si ella supiera todo lo que su trabajo ha crecido, se sentiría orgullosa.
Aunque su madre le hizo iniciar el trabajo, ahora dice que no podía dejar de ayudar a los niños. “Ellos son clientes”, dice con una sonrisa. “Mis clientes favoritos”.
¿Quieres involucrarte? Revisa la página web del Club de Catalina en www.thecaterinasclub.org y ve de qué manera puedes ayudar.
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