Lideresa religiosa cambia de postura respecto al VIH y atiende a afectados
El VIH es una maldición de Dios. Eso es lo que Patricia Sawo le decía a los demás como lideresa religiosa en Kitale, Kenia.
“Creía que era un asunto moral y un castigo para los desobedientes”, recuerda Sawo.
Una mañana en 1999, Sawo se despertó y vio su cuerpo cubierto de herpes, una erupción comúnmente asociada con el VIH. Asustada y agitada, lloró en el baño por horas. Una prueba confirmaría pronto sus miedos: era VIH positivo.
“No podía creerlo”, dijo Sawo, de 45 años en la actualidad. “Dije Dios mío, ¿cómo me pudo pasar ésto?”
Sawo sospecha que fue por una transfusión sanguínea, pero con el tiempo ya no se lamentaba sobre cómo se había infectado. Sólo quería deshacerse del virus.
Ella siempre le dijo a otros que Dios podía curar a la gente si ayunaba y rezaba como penitencia por sus pecados. Pero cuando siguió su propio consejo, las pruebas aún daban positivo. Ella continuó ayunando y rezando repetidamente durante los próximos cuatro años, esperando un resultado distinto. Pero los resultados siguieron igual.
Cuando su condición se hizo pública, fue víctima de prejuicios que ella había contribuido a dispersar en su comunidad. En unas semanas, ella y su esposo perdieron sus trabajos, perdió su rol de liderazgo en su iglesia y su casero los echó de donde vivían.
La familia de Sawo luchó por años. Ella y su esposo iniciaron un pequeño negocio para sobrevivir, pero ella comenta que fracasó porque sus clientes desconfiaban de su condición.
“El estigma era… doloroso”, recuerda, agregando que era aún peor que el propio virus. Eventualmente, Sawo se percató de que su actitud –y las enseñanzas de su iglesia- estaban equivocadas. Ella se puso en contacto con Handicap International, una organización no gubernamental que proveía información precisa sobre el VIH/SIDA, una experiencia que la llevó a un nuevo camino.
En 2003, Sawo se ordenó como ministra y colaboró posteriormente a la creación de ANERELA+, una red de líderes religiosos africanos que viven con o están afectados por el VIH. Comenzó a predicar con frecuencia sobre el tema desde el púlpito, creyendo que los líderes espirituales tienen la responsabilidad de alzar la voz.
“La iglesia debe cambiar su actitud. El VIH no es un asunto moral. Es un virus”, destacó.
Al extenderse su condición de activista con VIH, la gente de su pueblo comenzó a confiarle que ellos también eran VIH positivos. Ella creó un ministerio del Sida, con la finalidad de atender a los enfermos en sus hogares y pronto empezaron a llegar personas a su casa para solicitarle ayuda. Sawo destinaba casi todo su ingreso para ayudar a los necesitados.
“Al ver a tantas personas observándome, me hizo sentir responsable. Cualquier dinero que conseguía, lo usaba para ayudarlos”.
En el 2005, Sawo y su esposo establecieron Discover to Recover Centre. Originalmente estuvo concebido como un lugar para que adultos recibieran ayuda. Pero conforme fueron muriendo pacientes, dejando a sus hijos e hijas atrás, evolucionó para convertirse en un hogar de niños.
Actualmente, 48 niños viven en el centro. Muchos han perdido a uno o a sus dos padres. Otros tienen padres que están luchando contra el virus. 18 niños tienen VIH.
Los cuartos no son lujosos. Están llenos de literas y colchones. Pero Sawo, asistida por un personal de siete integrantes, así como por sus propios hijos, brinda comida, atención médica y educación. Los niños asisten a preescolar en el centro, mientras Sawo les paga sus colegiaturas a niños más grandes.
Sawo dijo que lo más importante que les da, es el amor materno.
“Me hacen seguir adelante”, comentó en el centro refiriéndose a los niños. “Son mi vida”.
Sawo no tiene espacio para los niños afectados por el VIH en su comunidad, por lo que también apoya a 50 niños que viven con un padre o abuelo. Le da a estas familias comida, dinero para colegiaturas y uniformes si es necesario. A veces les ayuda incluso a pagar su renta.
Actualmente, como consejera capacitada sobre VIH, Sawo asesora a 20 o 25 personas al mes, ayudándolos a asimilar su condición de salud. Asimismo, ofrece consejos para sobrellevar el virus y contacta a la gente con programas que distribuyen medicamentos gratuitos.
Durante varios años, Sawo financió sus esfuerzos trabajando como embajadora del VIH para una organización cristiana internacional. Pero ese ingreso fue disminuido recientemente, y su esposo murió de malaria y tifoidea en octubre de 2009. Actualmente, el centro sobrevive a través de donativos mensuales de Hope Span, una organización no gubernamental con sede en Estados Unidos, así como la firme determinación de Sawo.
Sawo ha comenzado a cosechar maíz y frijoles para asegurar su supervivencia.
Algún día, señaló Sawo, espera poder ofrecer vivienda temporal, educación primaria y secundaria, así como un centro de entrenamiento vocacional para niños y adultos.
Ha sido un largo viaje, pero Sawo está segura de que ha encontrado su misión en la vida. Dijo que de cierta forma, ha encontrado la “curación” –al menos en el sentido espiritual- que tanto pidió a través de rezos tras haberse enterado de su condición.
“El VIH me hizo una mejor persona. Dios tiene sus propias maneras de sanar… En mi caso, estoy curada”.
¿Quieres involucrarte? Revisa la página web del Discover to Recover Centre y ve cómo puedes hacerlo.