Maiti Nepal y Anuradha Koirala rescatan niñas de la esclavitud sexual
Geeta tenía nueve años cuando empezó a usar maquillaje, desvelándose hasta las 2 de la mañana y teniendo relaciones sexuales con hasta 60 hombres al día.
“Estaba muy triste y frustrada con lo que estaba pasando en mi vida”, comentó.
Hija de pequeños agricultores nepaleses, Geeta –actualmente de 26 años– fue vendida a un burdel en la India por un pariente lejano. El pariente engañó a la madre de Geeta, con discapacidad visual, haciéndola creer que su hija trabajaría en una compañía de confección en Nepal.
“En el burdel en donde estaba… había muchos clientes que llegaban diariamente. La dueña abusaba verbalmente de nosotras y si no obedecíamos, nos golpeaba con cables, varillas y cucharas calientes”.
Fue hasta que Geeta cumplió 14 años que un policía la rescató y la llevó a una casa de seguridad dirigida por Anuradha Koirala. La mujer de 61 años y su grupo, Maiti Nepal, han estado rescatando y rehabilitando a miles de víctimas de tráfico sexual de Nepal durante más de 16 años.
“Las familias son engañadas todo el tiempo”, dijo Koirala. “El tráfico de las niñas lo hacen personas que ellas conocen y que pueden sacarlas de sus aldeas diciéndoles que tendrán un buen empleo. Es un negocio lucrativo”.
A través de redadas en burdeles, patrullaje en la frontera de la India y Nepal y brindando refugio y servicios de apoyo, Koirala y Maiti Nepal han ayudado a rescatar y rehabilitar a más de 12,000 mujeres y niñas nepaleses desde 1993.
Según el Departamento de Estado estadounidense, entre 10,000 y 15,000 mujeres y niñas de Nepal son traficadas a la India y, posteriormente, explotadas sexualmente cada año.
La propia experiencia de Koirala en una relación de abuso fue la que la llevó a su cruzada. Durante la mayor parte de su adultez, enseñó inglés a nivel primaria en Nepal. Pero cuando su relación tomó un giro hacia la violencia, “el propósito de su vida y responsabilidad cambiaron completamente”, destacó.
“Todos los días había una golpiza. Y luego tuve tres abortos que creo que fueron producto de las golpizas. Era muy difícil porque en ese tiempo no sabía a quién acudir para reportarlo, ni con quién hablar”.
Al terminar su relación, Koirala usó una parte de sus 100 dólares de salario mensual para abrir una pequeña tienda de abarrotes para emplear y apoyar a víctimas de tráfico sexual y violencia doméstica.
A principios de los noventas, la creciente demanda de ayuda y los continuos casos de violencia contra mujeres hizo que Koirala se comprometiera a hacer más. Maiti Nepal fue su idea para darle voz, defensa legal y rehabilitación a las víctimas de tráfico sexual.
La traducción literal de Maiti es “hogar de la madre”. El grupo tiene instalaciones en todo Nepal y la India, pero la mayor parte del trabajo de rehabilitación se hace en su sede principal ubicada en Katmandú, Nepal.
Koirala afirma que las chicas de los burdeles llegan con las manos vacías, enfermas, en muchos casos embarazadas o con niños pequeños, y “destrozadas psicológicamente”.
“Cuando una chica llega a Maiti Nepal por primera vez, nunca le preguntamos nada. Simplemente la dejamos ser el tiempo que necesite. Las dejamos jugar, bailar, caminar y hablar con amigos”, señaló Koirala. “Al principio están asustadas, pero eventualmente hablan con nosotros por su propia voluntad”.
El grupo también recibe víctimas de violación y sobrevivientes de violencia doméstica, así como a niños abandonados. “No le puedo decir no a nadie”, dijo Koirala. “Todos vienen a Maiti Nepal”.
Acomodar a su población de cerca de 400 mujeres y niños requiere un numeroso grupo de maestros, consejeros y personal médico, y decenas de literas. Muchas integrantes del personal son sobrevivientes comprometidas a ayudar a otras mujeres. El trabajo es financiado por subsidios y donativos provenientes de todo el mundo.
El trabajo de recuperación es integral. Maiti Nepal brinda tratamiento médico, asesoría psicológica y legal, denuncias legales formales y formulación de cargos criminales, todo de manera gratuita.
Mientras algunas chicas regresan con sus familias, muchas de ellas —particularmente aquellas con Sida y otras enfermedades de transmisión sexual— se estigmatizan socialmente y ya no son bienvenidas en sus comunidades de origen. Para estas chicas, Maiti Nepal se convierte en su nuevo y posiblemente último hogar. Un hospicio en el complejo cuenta con casas para pacientes con enfermedades terminales.
“Lo más difícil para mí es ver a una niña muriendo o regresando con diferentes enfermedades a una edad que deberían estar riendo y disfrutando de la vida”, dijo Koirala. “Eso me estimula para trabajar más duro”.
El objetivo principal de este grupo es ayudar a las chicas a ser independientes económicamente y se reintegren a la sociedad.
“Tratamos de darles cualquier trabajo que quieran hacer, cualquier entrenamiento que deseen porque cuando tienes solidez financiera, la gente se olvida de todo. La gente se olvida incluso de que eres VIH positivo o que fuiste traficada”, agregó Koirala.
Koirala y al menos 50 sobrevivientes de explotación también participan en lo que ella denomina trabajo social preventivo afuera del complejo. Sus campañas de conciencia comunitaria educan a las familias en aldeas rurales y barrios sobre los peligros del tráfico sexual. Asimismo, una patrulla diaria en cruces fronterizos de la India y Nepal rescata un promedio de cuatro niñas nepaleses al día.
“Nuestras chicas son guardias fronterizas quienes también fueron traficadas. Reconocen fácilmente a una niña que está siendo traficada o será traficada”, destacó Koirala. “No necesitan ninguna motivación de mi parte. Ellas conocen los horrores de los burdeles y están aquí para salvar a sus hermanas”.
Algunas chicas que son traficadas eligen seguir siendo prostitutas de por vida porque ya no las aceptan en sus aldeas. Sin embargo, Koirala afirma que de aquellas que son rescatadas por Maiti Nepal, no hay un solo caso de alguien que haya regresado a las calles.
La recuperación de Geeta es uno de los casos de éxito del grupo. Actualmente trabaja en Maiti Nepal como educadora y también ayuda con las campañas de concientización. Ella reconoce a Koirala y a Maiti Nepal por su fortaleza para seguir con su vida y la seguridad para unirse a la lucha contra el tráfico sexual.
“Anuradha es una heroína… tiene coraje”, dijo Geeta. “Me regresó la fe… Si Maiti Nepal no hubiera estado ahí, estaría muerta”.
¿Quieres participar? Visita la página web de Maiti Nepal en www.maitinepal.org y ve cómo puedes hacerlo.