Un joven ayuda a educar a los niños de la calle en Vietnam
Pham Binh Minh, un chico de 15 años, pasaba las noches en las calles de Hanoi, la capital de Vietnam.
Con su padre fallecido y su madre demasiado pobre para alimentarlo o vestirlo adecuadamente, Pham sobrevivía recolectando y vendiendo chatarra.
“No tenía tiempo para hacer amigos. Los amigos que tenía me llevaban a hacer trabajos que no eran muy buenos… Robábamos a la gente… Tenía miedo porque me arrestarían. Tenía miedo de que la gente me golpeara. Me sentía inseguro”.
Es un historia muy común en Hanoi, donde muchos jóvenes vietnamitas – generalmente niños muy pobres de fuera de la ciudad- buscan oportunidades. Si tienen suerte, logran sobrevivir trabajando como boleros o vendedores de chucherías.
“Los niños vienen a las calles esperando tener una vida mejor que permaneciendo en la pobreza del campo, pero generalmente se percatan de que aquí es mucho peor para ellos”, dice Michael Brosowki, cuya fundación sin fines de lucro, Blue Dragon Children's Foundation, ayuda a niños vietnamitas de la calle a recomponer su vida.
A través de esta fundación Pham pudo graduarse de preparatoria y entrar a la universidad. Desde 2004, Blue Dragon ha ayudado a más de 350 niños a salir de las calles e ir a la escuela.
“Nuestro trabajo es asegurarnos que los niños estén seguros y protegidos”, afirma Brosowski, de 37 años. “Una vez que lo están, tenemos que cerciorarnos de que estén trabajando por algo, ya sea en su educación, en conseguir un empleo o en mejorar su salud”.
Un informe en el 2006 de Human Rights Watch estimó que 23 mil niños viven en las calles de Vietnam. Brosowski dice que ha encontrado niños –algunos de hasta 6 años – durmiendo bajo puentes o en árboles.
“Mamá está en prisión, papá es un adicto a la heroína. Los niños piensan: bueno, ese también es mi futuro”, comentó Brosowski. “Nuestro mayor reto es evitar que los niños acepten ese destino – para que luchen para forjar su propio futuro”.
En las calles, los niños son susceptibles a una amplia variedad de amenazas y riesgos: violencia de bandas, intimidación, tráfico infantil, atracción de una creciente comercialización de heroína. Blue Dragon intenta combatir estos problemas brindándole lo que necesiten para salir de las calles y mantenerse fuera de ellas. Algunos ejemplos comunes incluyen vivienda segura, subsidios para comida, becas escolares, capacitación empresarial y atención médica.
“Nuestra meta inicial era que regresaran a la escuela. Nos dimos cuenta que para hacer eso, tendríamos que asumir el rol de darles un ingreso, dinero para comida y refugio. Tendríamos que atender todos los aspectos de la vida”.
En Hanoi, Blue Dragon ofrece comida, vestimenta, salones de clase, espacio de recreación y una sala de computación. También hay un espacio con camas para 20 personas en el refugio del grupo. A cada niño que ingresa se le asigna un trabajador social y tiene acceso a un psicólogo, consejeros, maestros y abogados.
“Niño por niño, tenemos que deducir qué podemos hacer y qué necesitan”, agregó Brosowski. “Y también tenemos que ser cuidadosos si el niño cuenta con una familia, la cual debe involucrarse lo más posible”.
Además del de Hanoi, Blue Dragon cuenta con otros tres centros en Vietnam que ayudan a los niños de la calle y a aquellos que viven en pobreza extrema. Blue Dragon se financia a través de donativos y subsidios, y ha asistido a más de 2,500 niños.
“Yo crecí en la pobreza”, dijo Brosowski. “Usualmente pensaba que podría hacer algo bueno con mi vida si sólo alguien se acercara y me diera esa oportunidad. Y luego vine a Hanoi. Me di cuenta de que ahora yo soy esa persona. Soy aquel que puede ayudar a estos niños y darles una oportunidad”.
Brosowski, australiano, se mudó a Vietnam en el 2001 para enseñar inglés a nivel universitario. En unos meses, conoció a algunos niños de la calle lustrando zapatos y se inspiró por su potencial sin explotar. Se hizo amigo de ellos y empezó a enseñarles con la ayuda de uno de sus alumnos universitarios, Pham Sy Chung.
Pronto fue conociendo más y más niños necesitados de la calle y eventualmente decidió renunciar a su trabajo para avocarse de tiempo completo a Blue Dragon. Actualmente, cuenta con 44 personas, varias de las cuales recibieron ayuda de la fundación en el pasado.
“Realmente nadie se imaginaba en ese momento que esto se convertiría en algo grande. Era sólo un caso de, aquí están estos niños y no hay nadie más que los ayude, pero yo sí puedo”.
¿Quieres participar? Revisa la página web del Blue Dragon Children's Foundation en www.streetkidsinvietnam.com y ve cómo puedes ayudar.