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Una organización quiere terminar con los deslaves en Guatemala

Anne Hallum a través de su Aliana para la Reforestación Internacional busca frenar los deslaves que afectan a comunidades guatemaltecas
lun 01 agosto 2011 08:32 AM
anne hallum
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En la región rural de Guatemala, sólo toma unos cuantos minutos para que toneladas de lodo se deslicen por las laderas sobre las comunidades vulnerables, dejando bajo la tierra a la gente y sus hogares.

En ocasiones, la devastación permanece para que todos la veamos. Pero no siempre.

"Conocí a una pareja que perdió a sus hijos y su hogar. Todo desapareció", dice Anne Hallum, recordando su viaje al país en 2005. "Llegamos y era increíble creer que alguien hubiera muerto. No había cuerpos presentes, estaban enterrados".

Cientos de deslaves ocurren cada año durante la temporada de lluvias en Guatemala, la cual se extiende desde mayo hasta octubre o noviembre.
En un caso extremo, un deslave ocasionó en la muerte de 700 personas, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL).

Hay muchas razones naturales porque los guatemaltecos son vulnerables a los deslaves: temblores frecuentes, huracanes y lluvias fuertes saturan el terreno montañoso de la región, además de la tierra lodosa. Pero Hallum dice que hay otra razón a considerar por los deslaves.

"La deforestación o la ausencia de árboles, causan los deslaves", de acuerdo con Hallum, cofundadora de la Alianza para la Reforestación Internacional, una organización sin fines de lucro que ayuda a los pobladores de las regiones rurales a protegerse de deslaves.

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"Los árboles son talados para obtener leña, además de hacer espacio para cultivos, y sin darse cuenta se despojan de su protección. Lo que era una selva tropical se convierte en un espacio abierto para que el lodo pase".

Cerca de 373 kilómetros cuadrados de árboles son destruidos cada año en Guatemala, de acuerdo con el Departamento de Geografía de la Universidad de Santa Bárbara. A través de los esfuerzos del grupo, Hallum están inspirando a los pobladores a detener la tala y a que usen los árboles para salvar sus vidas y sus cosechas en contra de los deslaves.

El esfuerzo, que lleva casi 20 años, es uno que Hallum nunca planeó.

Hallum, quien es profesora de ciencia política de la Universidad de DeLand, Florida, viajó al pueblo rural de Nueva Concepción, Guatemala, en 1991 como una consejera de un viaje escolar de la universidad. Era su primer viaje afuera de Estados Unidos y pese a no poder hablar español, fue conmovida por la pobreza extrema que observó, lo que dio pie a "un nuevo propósito".

"Fui a las aldeas en donde talaban muchos árboles y estuve con algunos de los niños", dijo Hallum de 57 años. "Eran indiferentes y no podían pararse por si solos. Sus ojos estaban apagados y era bastante claro que estaban desnutridos".

Las granjas que visitó no eran sostenibles porque la tierra estaba erosionada y carecía de nutrientes, dijo.

Hallum, quien se dice amante de la naturaleza, no estaba entrenada propiamente en agricultura, pero conocía algunos de los hechos básicos acerca de árboles y productos alimenticios que podían cultivarse de forma barata. Con la ayuda de un ex alumno, investigó sobre recursos rurales y aprendió que muchos árboles guatemaltecos locales podían volverse a sembrar estratégicamente para proveer fruta, fertilizantes, café, comida y hierbas medicinales en donde los recursos eran escasos o inexistentes.

"Cuando empezamos, el plan era pelear contra la pobreza", dijo Hallum. "Queríamos ayudar a las familias que cultivaran mejor y que alimentaran mejor a sus hijos. Pero empezamos a notar que en las áreas en donde sembraban pinos, ya no había deslaves. Así que eso nos dio otra perspectiva. Comida, sombra, fertilizante y protección contra deslaves, los árboles pueden hacer todo eso".

No todos los árboles que son sembrados pueden dar protección contra deslaves, pero Hallum dijo que los pinos sembrados en las partes altas de las laderas, se vuelve más efectivo.

Los pinos tienen raíces largas que pueden extenderse hasta 6 metros bajo el suelo. Cuando se siembran en laderas arriba de áreas  residenciales, explicó Hallum, es poco probable que las lluvias fuertes aflojen su agarre del suelo.

"Aprendimos a la mala que sin árboles, todos estamos en peligro, y que nuestra tierra está en peligro", dijo José Avelino Boc, un granjero de limones y participante del programa de la Alianza.

Boc, de 53 años, ha perdido a familiares y amigos a desastres de deslaves, y ahora atribuye su vida y el éxito de su granja a la organización de Hallum.

"Los árboles nos dan vida", dijo. "Si hay mucha lluvia, ellos mantienen la tierra. Y ahora la ladera ya no se cae".

Investigaciones constantes de la tierra, particularmente durante la temporada de lluvias, ayudan a Hallum y su equipo a identificar las áreas rurales en donde necesitan asistencia. Pero la forma más fácil para determinar cuál será la próxima aldea para ayudar, dijo Hallum, es simplemente "abriendo la puerta".

"Ellos vienen directamente a nosotros a pedirnos ayuda", dijo Hallum. "La gente nos conoce y confían en nosotros".

El equipo guatemalteco local, todos técnicos agroforestales entrenados, son asignados a seis aldeas cada uno y proveen cursos semanales gratis en temas como sembrar árboles, cultivos sostenibles y calidad del aire. Cada técnico permanece en la comunidad asignada durante cinco años. Hallum reconoce que el éxito de su grupo se debe al compromiso de quedarse dentro de la comunidad hasta que ésta pueda ver los beneficios y cosecharlos.

"Es mucho trabajo", dijo Hallum. "No venimos, sembramos unos árboles y nos vamos. Si hiciéramos eso, los talarían. Es un proceso paso a paso que empieza con la educación. En poco tiempo empiezan a notar que su cosecha mejora; que ya no hay deslaves. Y su comportamiento cambia: ellos empiezan a proteger a los árboles. Les decimos: 'Bien, ya aprendieron. Ahora ya saben como hacer esto'. Entonces nos vamos a la siguiente aldea."

La Alianza para la Reforestación Internacional ha ayudado a 110 aldeas rurales a sembrar más de 3.8 millones de árboles a través de Guatemala.

Como un incentivo añadido por asistir a las clases y sembrar árboles, el grupo dona e instala estufas ecológicas y de bajo consumo de combustible para algunos participantes de acuerdo con sus necesidades económicas. Estas estufas requieren poca leña y no producen emisiones, por lo que se cortan menos árboles y las familias ya no inhalan el humo dañino.

El grupo también provee recursos educativos y promueve la independencia económica dentro de las comunidades. Su serie de libros de texto agroforestales ha sido adoptado en más de 200 escuelas guatemaltecas.

Cientos de mujeres también han sido beneficiadas por la iniciativa de agricultura rural. Éstas ayudan a generar ingresos para sus familias por la venta de frutas, ungüentos y champús creados a partir de los árboles y los frutos que aprenden a cosechar.

"Aprendí tanto de la organización y de Anne", dice Elena Siquinajay. "Somos 50 mujeres en nuestra aldea trabajando. Nos reunimos y sembramos en el vivero o empacamos los productos, nos apoyamos unas a otras. Es mucho trabajo, pero lo disfrutamos mucho. Sin el programa, algunas de nosotras no aprenderíamos nada".

Aunque Hallum sigue siendo una profesora universitaria de tiempo completo, ella pasa el resto de su tiempo libre en Guatemala. Luego de 40 visitas ella está contenta con el progreso del programa y promete seguir regresando al "lugar en donde su corazón permanece".

"Puedo volver a las áreas que no eran nada más que deslaves y tierra erosionada y ahora veo un bosque", dijo Hallum. "Esto no es sólo un proyecto. Somos un equipo. Se trata de construir una comunidad y salvar el planeta. Se trata de un mejor futuro para los niños".

¿Quieres involucrarte? Revisa la página web de la Alianza para Reforestación Internacional en su sitio  www.air-guatemala.org

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