Los rebeldes vigilan a las fuerzas de Gadhafi desde un mirador ancestral
El cerro solitario que encabeza las montañas de Nafusa ha sido utilizado durante siglos como un mirador, un lugar donde los enemigos son vistos.
Hace 2,000 años, los hombres bereberes se sentaban en el mirador de piedra sobre la majestuosa llanura marrón, en busca de extraños o enemigos que se aproximaran a sus pueblos.
Hoy en día, sus descendientes utilizan la misma cordillera para velar ante sus propios enemigos: las fuerzas de Moammar Gadhafi arraigadas en la polvorienta ciudad de Tiji.
Tarek Zambou era un oficial de inteligencia de las fuerzas libias, hasta que la revuelta inició y desertó, regresando a la ciudad de Kabaw, a pocos kilómetros de donde ahora se encuentra. Él organiza el Consejo Militar de la zona.
Hoy se encuentra ante el centinela solitario, que es barrido por el viento, observando hacia Tiji, a nueve kilómetros de distancia, pero claramente visible a través de la llanura del desierto.
"Es un lugar muy importante para nosotros", dijo. "Y lo vamos a tomar, no hay problema".
Dice que si Tiji y la ciudad más pequeña de Bader, a unos pocos kilómetros hacia el este, quedan bajo el control de los rebeldes habrán creado una puerta hacia Trípoli.
Los rebeldes hicieron importantes avances la semana pasada, desde la alta montaña a los llanos libios, cuando lograron capturar media docena de pueblos y ciudades .
Ese avance se detuvo en Tiji, la ciudad ahora sellada por los rebeldes en tres de sus lados. El cuarto, al noreste, es el camino a que lleva a Trípoli, la capital de libia.
Zambou dijo a sus hombres que siguieran adelante y enfrentaran a las fuerzas de Gadhafi en las afueras de la ciudad a principios de esta semana, pero se retiraron al ver la cantidad de civiles que ahí había.
"En esta situación estamos enfrentando un gran problema", dijo. "Gadhafi está usando a la gente como escudo humano, y no queremos hacer daño a los civiles".
Pero él dice que la paciencia se está agotando. Múltiples advertencias han sido enviadas a los civiles dentro de Tiji, diciéndoles que se vayan, que salgan pronto de ahí.
"Nosotros vamos a entrar. Nosotros trataremos, hasta donde sea posible, evitar que mueran civiles, pero debemos ir. Pero nosotros les estamos dando una oportunidad", dijo.
Durante nuestra visita a este puesto de observación histórica, escuchamos el fuego antiaéreo procedente de la ciudad.
"No hay problema", Zambou dice a nuestro equipo, tratando de sonar tranquilizador. "Nos ven y disparan, pero las municiones que disparan no llegarán aquí. Me gusta escucharlo, porque significa que están perdiendo balas".
Seguimos en auto con Zambou por la sinuosa carretera de la montaña, cerca de Tiji; nuestro equipo aún se maravilla ante el terreno brutal y espectacular.
Tres combatientes rebeldes están sentados bajo un toldo que se agita con el viento, mirando por la carretera desierta de la ciudad sitiada.
Hay otra posición rebelde dos kilómetros más abajo del camino, dice Zambou. Un cohete Grad mató a tres de sus combatientes allí recientemente.
Le decimos que queremos ir a ahí para entrevistar a los hombres, pero Zambou se niega.
"No, es demasiado peligroso. El camino está muy expuesto", explica. "Las tropas de Gadhafi te pueden ver y, probablemente, abrirían fuego, usarían cañones antiaéreos, tal vez cohetes.
"No estoy preocupado por ti", agregó. "Pero los cohetes podrían llegar a mis hombres. No te vayas".
No lo hacemos, y así volvemos a Kabaw.