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Un exyihadista está en el corazón de la revolución de Libia

Abdul Hakeem Belhaj, a quien supuestamente torturaron en una operación de la CIA y el M16, encabeza las fuerzas rebeldes contra Gadhafi
lun 05 septiembre 2011 10:31 AM
Libia - líder rebelde - exyihadista
Libia - líder rebelde - exyihadista Libia - líder rebelde - exyihadista

Abdul Hakeem Belhaj, uno de los comandantes de las fuerzas anti Gadhafi en Libia ha vivido muchos combates en sus 45 años. Es un hombre esbelto, con barba negra y ojos serios, quien peleó contra la ocupación soviética en Afganistán, y al lado de Al-Qaeda en los últimos días del régimen Talibán.

Actualmente es comandante de las fuerzas anti-Gadhafi en Trípoli y jura lealtad al Consejo Nacional de Transición, describiéndose a sí mismo como un “libio ordinario” luchando por una causa común.

Pero Behaj no tiene mucho de ordinario. Cuando era joven, a finales de los ochentas, fue uno de los yihadistas que del Grupo de Combate Libio Islámico (GCLI) que fue a pelear a Afganistán. Sus habilidades militares lo convirtieron pronto en comandante de sus compañeros guerreros. Tras la caída del Talibán, Belhaj se fue de Afganistán y fue arrestado en Malaysia en el 2004. Después de ser interrogado por la CIA, fue regresado a Libia y encarcelado .

Belhaj fue liberado  el año pasado de la conocida cárcel de Moammar Gadhafi, Abu Salim. Él y decenas de otros guerreros del GCLI negociaron su libertad con el régimen de Gadhafi, a cambio de denunciar a Al-Qaeda y su filosofía yihadista.

Las negociaciones fueron encabezadas por un exintegrante del GCLI en el exilio, Noman Benotman y Saif al Islam Gadhafi , uno de los hijos del líder libio y a quien Belhaj está cazando en la actualidad.

El régimen de Gadhafi había encarcelado a cientos de islamistas, entre ellos, guerreros del GCLI que iniciaron una breve insurgencia en los noventas. En 1996, muchos fueron masacrados durante una revuelta en la prisión.

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Expertos antiterroristas de Occidente están cuando menos preocupados –y alarmados en el peor de los casos- por el prominente papel que Belhaj y los cuadros del GCLI han jugado en la revuelta de Libia. Pero sentado y con aire acondicionado en el cuarto de uno de los más exclusivos hoteles de Trípoli, Belhaj se mostró entusiasta al disipar la percepción de que es parte de una quinta columna islamista que se prepara para asumir el poder en la nueva Libia.

“Soy un ciudadano común y corriente de Libia. Soy parte de la fábrica de esta nación, un musulmán normal”, destacó en  un extenso y cuidadosamente pronunciado árabe clásico.

El GCLI “no era una organización terrorista”, agregó. “Todas nuestras actividades estaban en nuestro país con el objetivo de liberar a nuestra gente de Gadhafi. Esa es la razón por la cual nos conocimos y trabajamos juntos. No dábamos la bendición a ningún acto que lastimara a civiles o destruyera establecimientos del sector público y cualquiera que haya seguido nuestras actividades lo sabe”.

Belhaj ha jugado un papel crucial en la liberación de Trípoli. Unidades bajo su mando se apoderaron del creciente complejo de Gadhafi, Bab al Aziziya , días antes de que los rebeldes entraran a Trípoli. Belhaj insiste en que sus metas son una con los del Consejo Nacional de Transición.

“Somos parte del pueblo libio. No llevamos a cabo ningún acto militar bajo alguna ideología o bandera en particular”, agregó.

Flanqueado por su asistente de prensa, un ex integrante del GCLI que fue contador en Londres, Belhaj continuó: “Tratamos a todos igual con un propósito, que es alcanzar las metas del la revolución del 17 de febrero”.

“No he visto nada que pueda dañar potencialmente la relación entre todos los que trabajaron por la liberación de las ciudades en las que estaban”.

Pero han habido señales de tensión entre los ex integrantes del GCLI y guerreros de las tropas que se unieron a la revuelta y que están perturbados al ver que una prominente figura islamista gane tanto poder.

Por su parte, Belhaj está concentrado en encontrar a Gadhafi.

“Mucha de la información que recibimos apunta a más de una zona ya que no estamos enfocando a más de una zona”, dijo Belhaj. “Podría estar entre Bani Walid (una ciudad pro-Gadhafi en el desierto) y Sirte, tratando de encontrar una ruta hacia el sur del país conforme recae más presión sobre él”.

Gadhafi “está tratando hacerse de una instalación para él y está emitiendo comunicados ridículos para incitar a la gente ingenua, para motivar a gente que califica como sus leales para alterar el nivel de seguridad de actual”.

Belhaj expresó su esperanza de que la violencia en Libia termine pronto.

“Esperamos que eso ocurra sin más derramamiento de sangre o destrucción de la propiedad pública. Hacemos un llamado para la rendición de aquellos que continúan apoyando al régimen”.

Asimismo, destacó que es por ello que el Consejo Nacional de Transición ha extendido el plazo para que las fuerzas de Gadhafi en Sirte entreguen sus armas.

Belhaj también señaló que había hablado con uno de los hijos de Gadhafi, Saadj, quien ha hecho un llamado para la finalización de la lucha.

“Le dije que aseguraríamos su seguridad y que nadie lo lastimaría”, dijo Belhaj, pero agregó: “Nosotros no controlamos los asuntos legales. Nos estamos esforzando por establecer una nación de leyes. Queremos que la justicia prevalezca, porque hemos carecido de ella cuarenta años”.

Belhaj también reflexionó sobre su tiempo en Afganistán, destacando que él y otros miembros del GCLI no estaban afiliados a Al-Qaeda.

“Nuestra presencia en Afganistán con o sin Al-Qaeda no significa que estemos de acuerdo con ellos. Nuestra presencia en Afganistán era para apoyar a la causa de la lucha afgana contra los soviéticos”, agregó.

“Fuimos para apoyar a la gente y les echamos la mano en educación y ayuda. También los ayudamos a defenderse y a pelear, al igual que otras naciones, incluyendo Estados Unidos”, señaló Belhaj en lo que pareció un esfuerzo por tranquilizar a Washington.

“Respecto a nuestra presencia en Afganistán, sólo porque coincidió con la de Al-Qaeda, no significa que estemos de acuerdo o creamos en la misma ideología”.

Si Belhaj y otros exintegrantes del GCLI continuarán o no alineados con el Consejo Nacional de Transición es la gran incógnita. He seguido la evolución del grupo durante años y parece que realmente llegaron a percibir a la campaña nihilista de Osama bin Laden contra Occidente como contraproducente, así como los ataques indiscriminados de Al-Qaeda sobre los “no creyentes” como injustificados.

Mientras estuvo en la prisión de Abu Salim, ubicada a menos de una milla del complejo de Gadhafi que Belhaj ayudó a confiscar, los guerreros del GCLI escribieron un extenso tratado teológico que arremetió contra los principios básicos de Al-Qaeda.

Al final de nuestra entrevista, Belhaj se esforzó por tranquilizar a la mayor parte del mundo sobre el papel de los islamistas en el levantamiento libio.

“Quiero aprovechar esta oportunidad para asegurarles a todos que los revolucionarios en Libia estamos unidos y que no hay nada estremecedor. Todos unieron esfuerzos en contra de este tirano y ahora la revolución está alcanzando sus metas… No hay nada más importante que asegurar nuestra nación”.

Hay muchos modelos políticos para que adopten y adapten los islamistas libios, en Egipto y Túnez, por ejemplo, donde nuevos grupos y partidos islamistas profesan que estarán comprometidos con la democracia y un gobierno constitucional.

La pregunta es: ¿lo harán?

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