A seis meses del tsunami que azotó Japón, Kamaishi busca su recuperación
Akiko Iwasaki podía verlo, el punto elevado donde estaría a salvo. Pero no logró llegar. Estaba a sólo unos cuantos metros cuando fue tragada por una gigantesca ola que se llevó autos, casas y básicamente todo lo que estaba a su paso.
Al principio, pensó que ahí acabaría su vida. Pero no tenía miedo. Se percató de que aún no estaba lista para morir. “Quería vivir”, recordó Iwasaki ese momento, a casi seis meses cuando el noreste de Japón fue azotado por un tsunami posterior a un terremoto .
“Empecé a nadar hacia la superficie del agua. Había un bote sobre mí, pero de alguna manera, lo quité de mi camino. Luego la luz se hizo más brillante y pensé que podría salvarme si llegaba a la superficie.
Iwasaki intentaba escapar por un pequeño pasadizo que llevaba a una colina detrás de su hotel en Kamaishi, cuando de repente fue arrastrada por el agua .
Algunos de los empleados del Horaikan y vecinos que ya habían subido la colina la vieron desaparecer en un remolino. Se hundió debajo del agua mientras autos y otros restos le pasaban por encima. La hija de Iwasaki gritó al ver a su madre desaparecer.
Satoshi Ito, el administrador del hotel, ya había logrado escapar hacia las colinas ese día. Desde su celular, capturó la escena mientras los empleados del hotel intentaban escapar del tsunami. Vio hacia atrás y vio grandes escombros chocando contra el lado de la montaña donde Iwasaki estaba hacía unos segundos.
Observa el video de Satoshi “Tomó un poco de tiempo”, dijo Ito, “antes de que nos percatáramos de que podríamos haber perdido a Iwasaki”. Pero momentos después, Iwasaki emergió del agua, a 50 pies (unos 15.5 metros) de donde había desaparecido. Fue arrastrada a una ladera cercana junto con otros escombros.
Ella no puede explicar cómo sobrevivió; por qué no era una de las 20,000 personas que murieron y que aún están desaparecidas tras el desastre. “Simplemente fui afortunada”, comentó. “Había todas las condiciones para que sobreviviera en ese momento en particular. Si hubiera ocurrido un poco antes o un poco después, probablemente hubiera muerto”.
El Horaikan, un hotel de cuatro pisos ubicado a los pies de una colina que da hacia el océano, era irónicamente un punto de evacuación designado para los residentes de la zona en caso de necesitar refugio. Pero pocos se hubieran imaginado una ola de 48 pies (casi 15 metros) de altura como la que los azotó el 11 de marzo.
El tsunami sumergió los primeros dos pisos del hotel, destruyendo la entrada y la cocina. Iwasaki sobrevivió milagrosamente, pero perdió empleados y amigos cercanos.
Sin embargo, está decidida a reconstruir todo. Dijo que su experiencia cercana a la muerte cambió su forma de ver la vida.
“Todos los días pienso en cómo vivir mi vida. Hay veces que obtengo una respuesta y otras en que no. Pero mientras busco esa respuesta, trato de vivir pensando que tengo un papel importante en la vida. Aún no tengo clara ninguna respuesta. Pero como sobreviví, creo que debo vivir mi vida plenamente, por la gente que perdió a los suyos”.
A seis meses del tsunami, Iwasaki vive en una de las casas temporales construidas por el gobierno. Está a 12 millas (casi 20 kilómetros) de su hotel pero va todas las mañanas para supervisar el avance de las obras de reconstrucción. A las 8:00 horas, los trabajadores ya están trabajando y se escucha tanto el sonido de los taladros eléctricos como los ecos de los martillos.
Cuando decidió reconstruir el hotel que abrió su madre, Iwasaki esperaba tenerlo listo y operando en agosto. El mayor obstáculo ha sido conseguir un préstamo.
Al igual que muchos sobrevivientes del tsunami, Iwasaki necesitaba una segunda hipoteca para el hotel. Tenía poca ayuda financiera de parte del gobierno y tenía que convencer al banco de prestarle el dinero.
Ito sigue siendo el administrador del hotel. Afirma que el gobierno, tanto local como federal, no está respondiendo lo suficientemente rápido para ayudar a las víctimas. “El gobierno está tomándose mucho tiempo para tomar decisiones respecto a la reconstrucción”, destacó Ito. “Pienso que están actuando muy lentamente”.
Los trámites financieros terminaron finalmente a principios de agosto. A mediados de mes, la electricidad regresó y nuevamente corría agua en los baños del hotel. El tercer y el cuarto pisos –que no fueron dañados por el tsunami- ya estaban a disposición de cualquier cliente, aunque sin agua caliente. Su nuevo objetivo es recibir a nuevos clientes en octubre.
En Kamaishi, la reconstrucción está siendo lenta. La gran cantidad de escombros que alguna vez llenaron las calles de la ciudad ya han sido removidos y varios edificios inestables ya han sido nivelados, dejando cimientos de concreto sobre los cuáles volver a construir en el futuro.
La próspera industria de acero que hizo famosa a esta ciudad se está empezando a recuperar, mientras los pescadores que no perdieron sus botes están de vuelta en el mar. La vida está regresando lentamente a una ciudad donde alrededor de 900 personas perdieron sus vidas y 200 siguen desaparecidas.
Personas decididas como Iwasaki están en el corazón de esta reconstrucción. Su sueño no es sólo reconstruir su hotel tal como estaba antes del desastre, sino hacerlo más acogedor y habitable. Iwasaki espera construir un escenario en el exterior y reunir a gente para tocar música.
“En lugar de sólo pensar en mí, pensar en los demás y en mi ciudad ha sido más importante”, destacó. “Espero reconstruir este lugar por el futuro de nuestros hijos y recuperar a la hermosa Kamaishi por la gente que la visita”.