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Una mujer mutilada y su hermano se vuelven símbolos del dolor en Siria

Zainab Alhusni, una costurera pobre, fue secuestrada para que denunciara a su hermano activista; los dos fueron torturados y asesinados
mar 27 septiembre 2011 10:58 AM
Siria - costurera asesinada
Siria - costurera asesinada Siria - costurera asesinada

Zainab Alhusni era una costurera sencilla en Siria y bastante querida por todos sus vecinos y amigos. Ahora, en un trágico cambio de los acontecimientos, se ha convertido en un símbolo de la crueldad adherida a esa nación sumida en el conflicto.

Alhusni tenía apenas 18 años cuando se alejó de su casa en Homs, el mes pasado, para comprar provisiones. Su familia nunca más la volvió a ver con vida. Fue tomada velozmente por las fuerzas de seguridad sirias para convencerla de entregar a su hermano activista, y terminó decapitada y desmembrada, dicen un vecino, activistas y grupos de derechos humanos.

Waleed Fares, un vecino y amigo de la familia, dijo a CNN el lunes que el padre de Zainab murió cuando ella era muy pequeña, dejando a su madre y a tres hermanos valerse por sí mismos en un país con, muy a menudo, condiciones desfavorables para una madre soltera. Los cuatro niños abandonaron la escuela cuando eran muy jóvenes con la finalidad de que pudieran trabajar como obreros para mantener a su familia, comentó Fares.

Zainab soñaba con tener su propio taller de confección, y así poder mantener a su empobrecida familia, dijo. Sin embargo, nunca tuvo la oportunidad de cumplir ese sueño.

Su hermano mayor, Mohammed, se convirtió en un conocido activista en el pueblo de la familia, en Homs, en el oeste de Siria. A menudo encabezó manifestaciones en contra del asediado presidente sirio, Bashar al-Assad, y tratando a los heridos.

“Los manifestantes solían llevar sobre sus hombros a Mohammed por lo que podía encabezar los cantos”, dijo Fares. “Fue muy querido por todos. Los manifestantes incluso tenían un canto dirigido a él, utilizando su apodo: ¡‘Abu Ahmed, que Alá te proteja!”.

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Las fuerzas de seguridad persiguieron durante meses a Mohammed Alhusni, con ataques en varias ocasiones a la casa de su familia, lo cual provocó que esta huyera a un barrio cercano el 25 de julio, comentó Fares.

El 27 de julio, Zainab Alhusni desapareció, dejando a su familia devastada y a sus hermanos presas de pánico y ansiedad, comentó el vecino.

“Si hubiera sido su hermano, habría sido diferente. El haber tomado a Zainab, se convirtió en una cuestión de honor y orgullo para la familia. Su madre estaba más que deprimida. Parecía debatirse entre la vida y la muerte”, dijo Fares.

Vecinos y amigos de la familia fueron los unos a los otros con el fin de recaudar donaciones para aliviar los problemas económicos de la familia, aunque estos se convirtieron en la menor de las preocupaciones de la familia de Alhusni.

Varios días después Zainab desapareció; las fuerzas de seguridad llamaron a la familia y ofrecieron reunirse con ellos en un barrio simpatizante de Assadm, en el que negociarían el intercambio de Zainab por su hermano activista.

“La familia no confiaba en las fuerzas de seguridad. Ni siquiera les habían confirmado que Zainab estaba viva, y todos creían que era una trampa para también tomar a Mohammed”, comentó Fares.

El 10 de septiembre, dice la familia, Mohammed fue herido durante una manifestación. Regresó con sus seres queridos como cadáver. La familia cree que fue torturado hasta que murió.

En un comunicado publicado en YouTube, otro hermano, Yousif Alhusni, describe las múltiples heridas de bala en el pecho de Mohammed y un disparo en su boca.

“Sus brazos estaban rotos y había quemaduras de cigarro en su rostro”, añade.

La familia fue a recoger a un hospital el cuerpo de Mohammed cuando médicos les comentaron sobre otro cuerpo, con la etiqueta “Zainab Alhusni”, que no había sido reclamado y que había permanecido desde hace algún tiempo en el congelador de la morgue.

Cuando la familia recibió el cuerpo, vio que la cabeza y los brazos habían sido cortados. Pedazos de su carne estaban carbonizados, en lugares que habían sido fundidos o quemados hasta los huesos.

Las autoridades obligaron a la madre de Zainab a firmar un documento que decía que ambos, tanto su hija como su hijo, habían sido secuestrados y asesinados por una pandilla armada, aseguró Amnistía Internacional en un comunicado en línea.

“Si se confirma que Zainab estaba detenida cuando murió, este sería uno de los casos más inquietantes de muerte bajo arresto que hemos visto hasta ahora”, dijo Philip Luther, vicedirector de Amnistía Internacional para Medio Oriente y África del Norte.

El caso también levantó la aversión de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, quienes calificaron el incidente como “atroz” y un ejemplo de “tomar por objetivo y ataque a las familias y a los simpatizantes de los manifestantes por las fuerzas de seguridad”.

La violenta represión del gobierno sirio contra los disidentes comenzó a mediados de marzo, cuando las protestas surgieron las protestas en contra del gobierno. El número de personas asesinadas en los últimos seis meses ha llegado al menos a 2,700, según la oficina de la ONU de derechos humanos. Algunos grupos de activistas pusieron la cifra en alrededor de 3,000 muertos.

Las autoridades sirias no pudieron ser contactadas para comentar sobre el caso de Alhusni. El gobierno sirio ha sostenido que pandillas armadas con agendas extranjeras, y no el régimen, son las responsables de la violencia que ha asolado el país árabe durante meses.

CNN no pudo verificar por su parte la autenticidad del vídeo, las afirmaciones, o el número de muertos debido a que el gobierno ha negado en repetidas ocasiones las solicitudes de los periodistas para hacer su trabajo informativo dentro de Siria.

“Quizá más que cualquier otra familia, fueron elegidos para estar en la línea de frente de la revolución siria”, comentó Fares sobre la familia Alhusni. “Eran muy pobres, por lo que sentían en padecimiento de la injusticia más que cualquier otra familia. Por lo menos para  Mohammed, sentía que no tenía nada que perder”.

El barrio donde vivió la familia, Bab Alsibaa, tuvo el domingo un mitin por Zainab, y la gente juró que la brutalidad que destruyó a la familia Alhusni sólo podía fortalecer su determinación.

“El caso de Zainab Alhusni no es sólo para nuestro pueblo, o provincia, o incluso para el país de Siria. Es una cuestión de derechos humanos que debería llamar la atención del mundo”, manifestó Fares.

Pero a pesar de la insistencia de Fares de que “después de Zainab nuestros cantos son más fuertes, nuestros números mayores,” admitió que la gente de Bab Alsibaa constantemente se preocupan por las mujeres de la familia.

“Incluso el caminar fuera de casa ahora es un riesgo para las mujeres”, dijo.

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