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Actores y organizaciones combaten en India la tradición de la prostitución

Anil Kapoor, protagonista de la cinta 'Quisiera ser millonario', intenta cambiar la tradición de la prostitución en una pequeña aldea
mié 28 septiembre 2011 08:03 AM

Nota del Editor: En algunas aldeas de la India, las niñas son enviadas por sus familias a la prostitución una tradición que empezó como un deber religioso pero que ahora se mantiene por dinero. En el programa especial Atrapados por la tradición; que se transmite sábados y domingos en CNN Internacional, el protagonista de Quisiera ser millonario, Anil Kappor, muestra cómo organizaciones de beneficencia de la India intentan detener la tradición. CNN ha cambiado los nombres de Priya y Meena.

DISTRITO DE BHARATPUR, India (CNN) — Salir de casa a las 5 am para un rodaje no es nada inusual para mí, sin embargo, este viaje fue definitivamente muy distinto —un viaje por carretera a una aldea cerca de Bharatpur, en Rajasthan, para platicar con ex y prostitutas en activo.

Como presidente de Plan India y Embajador de Buena Voluntad visité esta aldea hace dos años. Estaba muy ansioso de hacer este viaje porque soy un optimista y tenía entusiasmo de ver el cambio que ha ocurrido en ese lugar.

La India ha sido tradicionalmente una sociedad patriarcal y, desafortunadamente, la tasa de infanticidios femeninos es muy alta. En esta aldea, las familias se alegran mucho por el nacimiento de una niña, pero por las razones equivocadas.

El motivo que existe detrás de celebrar el nacimiento de una niña en esta región es una razón oscura. Algunos miembros de esta comunidad practican un comercio sexual basado en las castas y lo han hecho así por generaciones.
Los hombres, a sabiendas, envían a sus propias hijas y hermanas al comercio sexual.

Estaba ansioso de saber qué logros habíamos alcanzado en intentar detener esta tradición, esta vez de visita con la iniciativa del Proyecto Libertad de CNN para combatir la esclavitud moderna.

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Recibimos una bienvenida cálida y ceremoniosa en la aldea, y también fuimos recibidos por los cantos de un grupo de jovencitas. Estaba impactado por la letra de lo que cantaban: “Ofrécele también respeto a nuestras hijas”.

El ser padre de dos hijas, me puso a pensar, si no otorgamos más poder a nuestras mujeres, ¿cómo avanzarían nuestras familias?

Tuve la oportunidad de compartir mis pensamientos con las mujeres de la comunidad. Me senté con algunas que habían sido obligadas por sus familias al comercio sexual. Algunas de ellas fueron rehabilitadas con ayuda de Plan India y Gram Niyojan Kendra, una organización caritativa que trabaja en el mismo campo, mientras que algunas todavía estaban trabajando.

Sus historias gradualmente aparecieron. Me contaron de su miseria, los horrores de ser vendidas en sus años de adolescencia, de convertirse en el sostén de sus familias.

Debo confesarlo. Las pocas horas que pasamos con estas mujeres fueron verdaderamente difíciles. A veces, no sabía cómo reaccionar: consolarlas, llorar o enfurecerme con un sistema tan inhumano como este.

Me gustaría compartir las historias de dos mujeres. Meena fue enviada a Delhi cuando tenía 12 años y trabajó en la zona de prostitución permitida durante cuatro años. Ganaba entre 1,000 y 1,500 rupias (entre $13 y $20 dólares) por día por entretener a entre 10 y 12 clientes. Cuando trabajaba en el burdel, uno de sus familiares hombres se quedó con ella para asegurarse de que el dinero sería enviado a la familia.

Con un suspiro, Meena recuerda el feliz día en que regresó a la aldea y fue rehabilitada con ayuda del Plan India. Con un radiante brillo en sus ojos, dijo: “Compré un búfalo con ayuda del Plan y de GNK, y ahora vendo productos lácteos en mi aldea”.

Meena se ha hecho la promesa de que su hija irá a la escuela y no sufrirá como ella sufrió.

Priya también estaba ese día en la aldea. Ella es trabajadora sexual en Delhi y envía dinero a su casa para apoyar a su familia. Su hermana mayor, quien tiene casi 50 años, ha dejado el negocio por su avanzada edad.

Es muy difícil conseguir que mujeres en la edad de Priya —tiene treinta y tantos— que estén trabajando como prostitutas dejen de hacerlo, porque ya se acostumbraron a los ingresos. Esa es la razón por la que el Plan India se enfoca en los niños, trabajando para prevenir que entren al comercio.

Priya cree que no tiene opción. Dice que tiene que seguir trabajando dado que tiene una gran familia a la cual servirle como sostén. Tiene que alimentar a sus hijos y ayudar a su cuñada y a los hijos de ésta.

Dice que las cosas están cambiando para las chicas más jóvenes, gracias a todo el dinero que las mujeres de su generación han aportado a sus familias.
Pero a veces parece dividida, algunas ocasiones defendiendo la prostitución, algunas otras enojada con su familia.

Comentó: “Cuando le dije a mi hermano mayor que enviara a su hija al negocio,  él rompió cualquier vínculo conmigo y se mudó.

“Hice posible el matrimonio de mis dos hermanos e incluso hoy en día me hago cargo de la familia de mi hermano menor porque recientemente falleció. Nadie ha reconocido el valor de los sacrificios que hemos hecho mi hermana y yo”.

Fue mi turno de hablar con los hombres miembros de la comunidad. Como siempre, la mayoría de ellos estuvieron inicialmente en un modo de negación, pero empezaron a abrirse poco a poco.

Me aseguraron que en los últimos cuatro años, a través de los esfuerzos de Plan India y GNK, muchas de las mujeres que han sido enviadas al comercio sexual y más familias ahora están decididas a no enviar a sus hijas a este negocio.

Asímismo, muchas de las mujeres rehabilitadas se aseguran de que las niñas de sus familias no sean enviadas a las mismas prácticas.

Es un paso pequeño, pero uno en la dirección correcta. Cambiar la mentalidad de la gente en la aldea es un factor clave.

Ahora que las mujeres por sí mismas toman una postura en contra de la prostitución, estoy esperanzado, optimista de que podamos ponerle fin a esta tradición.

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