El problema racial de Obama es negro, blanco… y verde
Aún cuando se adentra en su batalla por ser reelecto, el presidente Barack Obama tiene una gran debilidad en un flanco que, a decir de todos, debería ser un sólido como una roca: aquél representado por los demócratas afroamericanos. Su apoyo a sus programas, creencia en su liderazgo y entusiasmo por otro período presidencial se están ablandando justo cuando más los necesita.
En recientes semanas, el presidente ha sido castigado por el Grupo Demócrata de Congresistas Negros por evitar a distritos con problemas, condimentados con duros cuestionamientos en la BET (Black Entertainment Television), así como un desplome en las encuestas aplicadas a votantes negros.
El último punto es crítico. En las elecciones del 2008, su convocatoria era masiva y su apoyo casi unánime . Sin embargo, ahora una encuesta del Washington Post y ABC News señala que los votantes negros con un punto de vista “muy favorable” sobre Obama cayó de 86% al 58% en sólo cinco meses.
“La paciencia se está agotando”, dijo Reginald Daniel, profesor de sociología de la Universidad de California Santa Bárbara. Daniel ha escrito extensivamente sobre la raza y la política. “La gente está decepcionada porque me parece que sus expectativas eran demasiado altas”.
Muchos analistas políticos resumen dichas “expectativas frenéticas” de esta manera: los votantes blancos anunciaban la elección de un presidente negro como una señal de que las añejas brechas raciales se estaban cerrando y esperaban que Obama jugara un papel postracial; un presidente para todos, que simplemente resultó ser negro.
Mientras tanto, muchos votantes afroamericanos vieron su elección como salto hacia adelante y esperaban que la presencia de un presidente negro en la Oficina Oval trajera un nuevo nivel de comprensión, reconocimiento y alivio para los problemas de su comunidad.
“Encontrar un punto intermedio es casi imposible”, dijo Daniels. “Es la peor posición en que te puedes encontrar”.
Sin embargo, el problema central no es ni blanco ni negro – es verde. El desempleo , que es malo para todos, es mucho peor en las comunidades afroamericanas, donde la tasa alcanza un 17%, la peor desde los ochentas. Eso es lo que ha disparado la revuelta en la CBE y esas preguntas punzantes durante la entrevista televisiva.
El presidente se defiende destacando que sus iniciativas como la reforma al sistema de salud y la reciente iniciativa laboral, ayudan particularmente a las familias de bajos ingresos, muchas de las cuales son negras. En la BET, rápidamente desestimó hablar sobre la escasez de programas específicos para las minorías.
“Lo que la gente dice en todo el país es que nos duele y que nos ha estado doliendo desde hace mucho tiempo”, dijo el presidente. “La pregunta es: ¿Cómo podemos asegurarnos de que la economía está funcionando para todas las personas?”.
También insistió que aún si los líderes negros se están quejando, en realidad no es por él o sus políticas. “Siempre va a haber alguien crítico con el Presidente de Estados Unidos”. Y durante una cena de recaudación de CBC causó extrañeza al decirle a los miembros que se dejaran de quejar y empezaran a “marchar” junto a él por el cambio.
Pero si la reacción de la congresista Maxine Waters, de California, es un indicador, tendrá que esforzarse mucho más. Ella resumió sus comentarios en una sola palabra: “Curioso”.
Con seguridad, la mayoría de los afroamericanos todavía apoyan a Obama.
Analistas políticos no esperan un cambio masivo en sus votos a favor de los republicanos y aún los críticos negros más férreos del presidente cierran sus ataques diciendo que al final, los afroamericanos no se opondrán a él.
Un resultado mediocre en tan sólo algunos estados clave podrían inclinar la balanza electoral en su contra. Es más, cada momento que pasa asegurándose de que los demócratas negros se acerquen a las urnas incrementa el riesgo de alejar a los votantes blancos, y es tiempo perdido para ganarse a los independientes, a quienes también debe atraer.
Políticamente, es difícil para un candidato caminar en tal campo negro y blanco minado.
Para un presidente, es aún más difícil.