El regreso del líder de Yemen y la muerte de al-Awlaki, ¿una coincidencia?
Anwar al-Awlaki fue asesinado exactamente una semana después de que el presidente Ali Abdullah Saleh regresó a Yemen tras finalizar un largo período de tratamiento médico en Arabia Saudita.
Analistas de inteligencia dicen que puede que esto no sea una coincidencia, y que con el asesinato de al-Awlaki , Saleh le manda un mensaje a Occidente –y a los sauditas– en el sentido de que aún lo necesitan.
El retorno de Saleh fue una sorpresa, tanto para los yemeníes como para la comunidad internacional. Él había sido visto como el principal obstáculo para el diálogo político y una transición a elecciones frescas y patrocinadas por el Consejo de Cooperación del Golfo. Sin embargo, varios analistas consultados por CNN afirmaron que los sauditas estaban preocupados de que la creciente agitación en Yemen se convirtiera en una guerra civil, en un país que comparte una extensa y porosa frontera desértica con el reino.
Según estos analistas, el razonamiento en Riad fue que únicamente Saleh tenía la astucia y la estatura para sacar al país del precipicio, a pesar de sus heridas y colección de enemigos. Asimismo, Saleh sería el mejor posicionado para incrementar la presión sobre Al-Qaeda , la cual se ha establecido en al menos dos provincias orientales y en partes del sur de Yemen.
Fuentes diplomáticas del Golfo afirman que lejos de estar sorprendidos con el regreso de Saleh, las autoridades sauditas lo autorizaron y ayudaron, proporcionándole un jet que lo llevó a la ciudad sureña de Aden el viernes de la semana pasada. Señalan que Saleh no voló directamente a Sanaa, la capital, porque el control del gobierno sobre el aeropuerto y la ruta hacia la ciudad no es confiable. De hecho, la capital es actualmente un mosaico de enclaves pro y anti Saleh.
Un helicóptero esperaba en el aeropuerto de Aden y luego trasladó 200 millas a Saleh directo al palacio presidencial en Sanaa antes del amanecer. Nuevamente, llegar por aire era probablemente preferible a aventurarse a las caóticas calles de la capital.
No ha habido ningún comentario oficial de parte de Arabia Saudita sobre la manera en que Saleh regresó a casa desde Riad, pero fuentes en Sanaa y otras partes del Golfo afirman que los sauditas querían que Saleh volviera a Yemen porque estaban muy preocupados por la creciente influencia política de militantes islamistas en Yemen, los cuales son considerados simpatizantes de Al-Qaeda. Destacan que Saleh se reunió con el rey saudita Abdullah unos días antes de su regreso.
El reino había estado preocupado desde hace tiempo por el crecimiento de Al-Qaeda en Yemen, aunque el número de militantes no excedió algunos cientos. Varios prominentes yihadistas se unieron al liderazgo de Al-Qaeda en la Península Arábiga, la cual en meses recientes tomó un control temporal de la mayor parte de la ciudad de Zinjibar al sur de Yemen. Asimismo, fue desde Yemen que Al-Qaeda envió un bombardero suicida –Abdullah Hassan Tali al-Asiri, de 23 años– para llevar a cabo un intento de asesinato contra el jefe de inteligencia de Arabia Saudita, el príncipe Muhammad Bin Naif, en agosto de 2009.
Analistas afirman que para los sauditas y ciertamente para Washington, cualquier compromiso de Saleh de perseguir el liderazgo de Al-Qaeda en Yemen sería bienvenido. Asimismo, señalaron que Saleh probablemente percibe un gran acuerdo para su beneficio: cooperación en el rastreo de al-Awlaki y otros líderes de Al-Qaeda en la Península Arábiga, a cambio de menos presión para dejar su cargo.
Unas cuantas horas antes de la muerte de al-Awlaki, Saleh insinuó su papel único en la “salvación” de Yemen y una coordinación más estrecha con los aliados durante una entrevista con el Washington Post y la revista Time.
“Estamos combatiendo a la organización de Al-Qaeda en la región sureña de Abyan en coordinación con los estadounidenses y sauditas”, comentó en una entrevista sostenida en el palacio presidencial. “Al mismo tiempo, la inteligencia estadounidense tiene conocimiento de que Al-Qaeda está en contacto con la Hermandad Musulmana (partido de oposición Islah) y con oficiales militares que se consideran forajidos. Y ellos (la Hermandad Musulmana y los oficiales) le dijeron al vicepresidente: Entréguennos Abyan y detendremos la guerra en Abyan y a la red de Al-Qaeda en ese lugar.
"En otras palabras: Todos mis oponentes están aliados con al Qaeda”.
Figuras de oposición en Yemen dicen que es poco probable que Saleh haya regresado a casa, a pesar de las terribles quemadas y la situación caótica, sólo para entregar las llaves del palacio presidencial. Ciertamente, desde su retorno, Saleh ha dado pocas señales de que planea irse silenciosamente. En la entrevista con Time y Post, lanzó un ataque contra los líderes tribales y generales disidentes que se le oponían.
“La iniciativa del GCC es clara, dice que hay que remover a todos los elementos que causen tensión”, afirmó. “Porque si transferimos el poder y ellos están ahí, significará que hemos cedido a un golpe de Estado. Si transferimos el poder y ellos están en sus posiciones y siguen siendo tomadores de decisiones, será muy peligroso. Esto llevará a una guerra civil”.
Christopher Boucek, experto en Yemen del Carnegie Endowment for International Peace (Fundación Carnegie para la Paz Internacional), señala que Saleh es la única institución política que está sobre todos los demás en Yemen. Puede adjudicar una disputa o resolver un problema. “En mi opinión, no es una coincidencia que esto haya sucedido tras su regreso”, aseguró Boucek.
Boucek agregó que la dinámica en Yemen ha cambiado. Anteriormente, el gobierno estaba renuente a actuar en contra de al-Awlaki por temores a reacciones domésticas hostiles –y a la influencia de su clan y familia. Eso ha cambiado: la cooperación de inteligencia ha mejorado y el asesinato de al-Awlaki es una forma de Saleh de demostrar que Estados Unidos aún lo necesita.
Saleh, quien ha estado en el poder durante más de 40 años y es considerado como uno de los políticos más astutos del mundo árabe, está plenamente consciente de esta dinámica. “Lo que vemos es que estamos siendo presionados por Estados Unidos y la comunidad internacional para acelerar el proceso de entrega de poder”, comentó a Time y al Washington Post. “Y sabemos a dónde va a parar el poder. Irá a Al-Qaeda, el cual está directa y completamente vinculado con la Hermandad Musulmana”.
Taquigráficamente: “Apres moi, la deluge” (después de mí, el diluvio).
Aunque también hay un dicho yemení que se traduce más o menos así: “De una libra de plática, una onza de entendimiento”. Una guía apropiada en cualquier exploración de los motivos e intenciones del presidente Ali Abdullah Saleh.