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Ali Soufan, un agente del FBI que 'jugó póquer' con operadores de Al-Qaeda

El estadounidense de origen libanés comenzó su carrera en inteligencia de una manera inusual: por una apuesta con amigos de la universidad
dom 02 octubre 2011 01:51 PM
afganistán norte al qaeda
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Ali Soufan, el interrogador del FBI que engañó a detenidos de Al Qaeda para conseguir importantes pistas de inteligencia, empezó su carrera de una manera inusual. Sus compañeros de la fraternidad apostaron que la agencia jamás contrataría a un tipo como él. 

Soufan, un estadounidense de origen libanés que estudió relaciones internacionales en una universidad de Pennsylvania, apenas había regresado a la casa de la fraternidad, después de hablar con un funcionario de la escuela sobre lo que debería hacer con su vida. Era 1994. Sus compañeros le hicieron algunas bromas amistosas. Dijeron que la agencia marcaría su solicitud con un: “devolver al remitente.” 

Se ríe al recordarlo; él también pensaba que era una locura. Pero la naturaleza de Soufan siempre ha sido tomar el desafío, escribe en su nuevo libro de memorias “Los estandartes negros: la historia desde el interior del 11-S y la guerra contra Al-Qaeda” (The black banners: the inside story of 9/11 and the war against Al-Qaeda).

“Hice algo de investigación (sobre el FBI) más allá de Los expedientes secretos X”, comentó a CNN.com. Envió su solicitud. Y para su sorpresa, recibió una carta donde le pedían presentarse a la capacitación del FBI. Era el comienzo de una notoria carrera en inteligencia. 

Durante su paso por el FBI, de 1997 a 2005, Soufan lideró las investigaciones más importantes sobre terrorismo, como las del ataque de octubre de 2000 contra el barco Cole de la Marina estadounidense, el cual dejó 17 muertos. Ayudó a la agencia a indagar los ataques contra las embajadas de EU en Kenia y Tanzania a finales de la década de los 90, y fue un interrogador clave de los detenidos de Al-Qaeda después de los ataques del 11-S. 

En su libro, Soufan detalla algunos de estos interrogatorios a operadores de Al-Qaeda, lo cual —dice— condujo a la designación de Khalid Sheikh Mohammed como el cerebro del 11-S y llevó a la detención del presunto terrorista Jose Padilla. 

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Su obra inicia con sus primeros recuerdos sobre su niñez en Beirut, Líbano, cuando se sujetó a la escalera de su familia mientras las bombas explotaban afuera de su casa. 

“Todo el mundo tiene miedo de algo”, comenta a CNN.com. “No temo a la oscuridad... Estoy hablando de crecer y  no tener (seguridad) la mayor parte del tiempo. No vas a temerle a la oscuridad. En un nivel humano, tengo muchos temores, pero vives con estos temores todos los días”. 

El libro intercala vivencias, detalles desde el interior de la guerra contra el terrorismo, y afirma que el jugar “póquer mental” con presuntos terroristas es más efectivo para hacerlos contar sus secretos que la agresión física.

“Existe una diferencia entre compeler y cooperar”, comenta. Compeler puede ser resultado de la tortura —un detenido hará cualquier cosa con tal de que acabe su duro trato— pero la verdadera cooperación, dice Soufman, es producto de enganchar al detenido después de aprender todo sobre ellos. 

Su opinión contrasta con las afirmaciones del gobierno de George W. Bush de que la tortura “submarino” y otras tácticas violentas eran sus mejores opciones con muchos operadores de Al Qaeda. 

Cuando Soufan terminó la capacitación en Quantico, en noviembre de 1997, fue asignado a una de las oficinas de campo más ajetreadas del FBI en Nueva York. Era el único agente en la oficina que hablaba árabe en ese tiempo; el único de ocho agentes en el país que lo hablaban de manera fluida, cuenta. 

Entrar a un nuevo trabajo es un momento emocionante para cualquiera. Soufan estaba contento y nervioso.

“¿Quieres hablar de miedo? Estaba asustado, estaba nervioso en mi primer día” dice. “Pensé, de verdad, dios mío, ¿cómo diablos terminé aquí? Era miedo entremezclado con emoción, con aventura”. 

En sus primeros meses de trabajo, Soufan confió en sus habilidades con el idioma y en su interés personal sobre Medio Oriente y el Norte de África para estar atento de lo que importaba en la región. 

Entonces, un saudita millonario llamado Osama bin Laden provocaba constantemente noticias con sus llamados a la yihad contra occidente. 

A principios de 1998, el joven agente escribió un documento exhortando al FBI a concentrarse en bin Laden. Sus jefes se percataron y le comentaron sobre las investigaciones del FBI acerca de bin Laden. 

“Desafortunadamente, los políticos en Washington no quisieron hablar (sobre bin Laden),” cuenta Soufan.

Su relación con el 11-S

El joven llamó la atención del agente especial John O'Neill, un personaje legendario muy conocido en el FBI, quien dirgía la oficina de Nueva York.

O'Neill fue a comer con Soufan, lo que se convirtió en una tradición para el novato y el veterano. Hablaban hasta tarde sobre Al Qaeda y lo que para ellos era la amenaza más importante de Estados Unidos.

“Él era el jefe del jefe del jefe. John podía ser un individuo muy intimidante”, recuerda Soufan. “Vio en mí una persona que trabajaba muy duro… Esas son las cosas, al menos eso espero, que él vio en mí. Me tomó bajo su cobijo. Me enseñó mucho, y estaré por siempre agradecido”.

O’Neill dejó el FBI en el verano del 2001 y lo nombraron jefe de seguridad en el World Trade Center. Murió en los ataques del 11-S.

En ese entonces, Soufan había comenzado a trabajar en el caso del Cole. El 12 de septiembre, el agente abrió un sobre de papel manila de la CIA que contenía información secreta sobre hombres involucrados en el ataque a la embarcación, comenta.

Soufan dijo que había estado solicitando, por más de un año, información de inteligencia sobre ese atentado, y que no la había recibido.

Y ahora era el 12 de septiembre de 2001. La información en el sobre vinculaba el ataque al Cole con los secuestradores aéreos del 11-S.

Soufan estaba atónito. Corrió al baño y vomitó.

“No fue fácil. Era un momento muy difícil. Espero nunca sentirme de esta manera otra vez en mi vida”, dijo.

Ese día no pudo hablar con nadie sobre su angustia. Su esposa sólo sabía que él estaba en Yemen trabajando sobre el asunto del Cole. No podía decirle nada más. No lo podía compartir con su familia. Pero estaba obsesionado. Se preguntó: si el FBI y la CIA hubieran sido más abiertas para compartir la inteligencia, ¿podrían haber sido frustrados los ataques del 11-S?

En los años siguientes, mientras Estados Unidos extendió su campaña contra Al-Qaeda e iba a la guerra en Afganistán e Iraq, Soufan se sintió más decidido que nunca.

Llevó a cabo una interrogación clave al guardaespaldas de Osama bin Laden. Por medio de los que Soufan llama “póquer mental”, consiguió que Abu Jandal —sin querer— diera los nombres de varios secuestradores del 11-S, escribe en su libro.

Jandal, dice Soufan, se abrió con él después de que el agente lo envolviera en un largo debate sobre teología.

“Nunca me simpatizó ninguno de ellos (los detenidos que interrogó)”, confiesa. “Creo que tienes que dejar de lado emociones y sentimientos.... Tienes que tener empatía y conocimiento de la naturaleza humana. Esto es lo primero. Número dos, tienes que aprender mucho sobre tus casos y tu objetivo. Si me hubieras puesto en un cuarto de interrogación con un espía chino, hubiera ido a ningún lugar, porque no sé la lengua, las amenazas”.

Soufan busca que los detenidos piensen que él sabe lo que esconden, una táctica que aprendió de observar a interrogadores experimentados.

No dejes que el ego te domine

En 2002, el agente realizó otra interrogación relacionada con Al-Qaeda; esta vez, jugando su mano contra el jefe de campo de entrenamiento, Abu Zubaydah, capturado en Paquistán.

Zubaydah fue herido en el combate, y Soufan y su compañero trabajaron durante muchas semanas para ‘ablandarlo’. No funcionaba. El terrorista seguía mintiéndole a sus interrogadores.

Así que el agente se remontó a un detalle que había leído en archivos de inteligencia sobre Zubaydah.

“Dije: ‘está bien,  qué tal si te llamo Hani’”.

Este es el apodo con el que la madre de Zubaydah lo llamaba, según los expedientes del terrorista. Parecía un gran giro en las interrogaciones. Zubaydah creía que sabían mucho sobre él. Su habilidad para mentir fue menguada significativamente, aunque Soufan no delató la victoria en su rostro.

“No puedes dejar que el ego tome lo mejor de ti en un interrogatorio, porque debes mantener todas las opciones sobre la mesa”, cuenta Soufan.

Zubaydah, escribe en su libro, dio sin querer el nombre de Khalid Sheikh Mohammed, el cerebro de los ataques del 11-S.

La revelación se produjo después de que el compañero de Soufan equivocadamente imprimió una foto de Mohammed. Soufan mostró brevemente la fotografía.

Zubaydah la vio y sorprendió a Soufan cuando le indicó que Mohammed estaba detrás de los ataques.

Una vez más, el agente mantuvo un rostro estoico.

La censura da legitimidad

Gran parte del capítulo que Soufan dedica a su rato con Zubaydah está censurado. Y a quienes les preocupa que la información en su libro sea valiosa para Al Qaeda, es importante señalar que buena parte de lo que informa ya está publicado, en el Informe de la Comisión del 11-S y en el libro The Looming Tower, que ganó un Pulitzer.

El autor de éste último, Lawrence Wright, escribió sobre Soufan en la historia “El agente”, en New Yorker, en 2006.

Después de que el FBI autorizó una copia, esta fue remitida a la CIA, la cual, según Soufan, ordenó la redacción.

La mayor parte del capítulo llamado “Los contratistas se hacen cargo”, el cual —dijo Soufan— detalla cómo el interrogatorio de Zubaydah fue retirado de sus manos y otorgado a un agente menos experimentado que empleó la tortura, ha sido censurado.

“Es desafortunado”, comenta Soufan sobre la elección de la CIA de editar. Las redacciones no alteran la narrativa, dice Soufan. “No quitaron los puntos que intento sostener en el libro”.

Censurar pasajes, considera, sólo le da a su historia mayor legitimidad. “Sólo clasificas y redactas cosas que son verdaderas. No clasificas y redactas cosas que no son verdad”.

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