Los dos candidatos en Guatemala ofrecen 'mano dura' para gobernar

Un general retirado protagonista de la Guerra Fría puede convertirse en el nuevo presidente de Guatemala el domingo, cuando el país acuda a una segunda ronda electoral con las esperanzas puestas en una disminución de la rampante violencia.

El derechista Otto Pérez Molina, del Partido Patriota, lidera las encuestas de intención de voto con sus promesas de enfrentar con "mano dura" la delincuencia, pero despierta temores entre quienes recuerdan las atrocidades de la guerra civil durante las cuales él comandó tropas del Ejército.

Pérez Molina, quien ha dicho que no existen pruebas de su participación en las horrendas masacres cometidas por militares contra la población indígena maya, sobre todo entre 1980 y 1983, se sitúa unos 10 puntos porcentuales por encima de su rival, el diputado Manuel Baldizón.

Sin embargo, Baldizón ha ido ganando terreno principalmente entre los votantes de la gobernante Unión Nacional de la Esperanza (UNE), que en la primera ronda se quedó sin candidato luego de que autoridades constitucionales negaran la postulación a la exesposa del presidente Álvaro Colom.

La exprimera dama, Sandra Torres , se divorció del mandatario para sortear una prohibición constitucional que impide a familiares del presidente ser candidato, pero aún así no le fue permitido postularse.

Si Pérez Molina gana, se convertiría en el primer militar en conducir el país, de 14.7 millones de habitantes, desde la transición a la democracia en 1986.

Guatemala aún está en proceso de recuperarse de la guerra civil entre guerrillas de izquierda y fuerzas del Estado, que desangró al país entre 1960 y 1996 y en la que murieron cerca de 250,000 personas.

"Sí, es cierto que nuestro pasado es complicado, pero es que también el crimen y la violencia nos tienen de rodillas", dijo María Gallegos, una comerciante de 37 años.

Guatemala registra 41 homicidios por cada 100,000 habitantes, uno de los más altos de América.

Más ejército y policías

Al terror que por años han ejercido las pandillas juveniles conocidas como "maras", se sumaron en los últimos años las actividades de cárteles del narcotráfico mexicanos como los Zetas, que controlan gran parte del territorio, sobre todo regiones fronterizas con México.

Pérez Molina, un hombre alto, canoso y serio de 60 años, quiere fortalecer el Ejército con 2,500 nuevos efectivos y a las fuerzas civiles con 10,000 nuevos oficiales, para combatir la amenaza de los criminales.

"Vamos a defender al territorio para negar el ingreso del crimen transnacional al país y así asegurar nuestro territorio para poder combatir el crimen organizado y la delincuencia que ahoga a la sociedad", dijo el candidato en un reciente mitin.

Por su parte Baldizón, de 41 años, también intenta llegar a los votantes preocupados por la seguridad. Se muestra a favor de la pena de muerte y promete crear una guardia nacional de 25,000 hombres para controlar el crimen.

Hay 7.3 millones de personas habilitadas para sufragar el domingo. Los centros de votación abrirán a las 6 de la mañana y cerrarán a las 6 de la tarde (2300 GMT).

En la primera ronda, realizada en septiembre, Pérez Molina entró en primer lugar y Baldizón en segundo. Una encuesta divulgada el jueves por el periódico Prensa Libre colocó a Pérez con un 58.5% de intención de voto y a Baldizón con un 41.5%.

Esta es la ventaja más amplia obtenida por Pérez en una encuesta para la segunda ronda.

Baldizón, postulado por el Partido Libertad Democrática Renovada (Líder), logró una serie de alianzas después de la primera ronda electoral y tiene el apoyo de dirigentes de la UNE y otras fuerzas políticas minoritarias.

Respecto a Pérez Molina también existen temores a que vayan a frenarse una serie de juicios que se abrieron durante el mandato de Colom contra militares acusados de graves violaciones a los derechos humanos durante la guerra civil.

Quien gane también deberá enfrentar un país con un nivel de pobreza que afecta a más de la mitad de la población, en momentos en que cooperantes tradicionales como Estados Unidos están reticentes a dar más ayuda hasta tanto el Gobierno no combata la enorme evasión fiscal e incremente su recaudación, de las más bajas de América latina.

Pérez ha propuesto elevar la recaudación al 14% del Producto Interno Bruto (PIB) en los próximos cuatro años, pero focalizando sus políticas en reducir la evasión en vez de crear nuevos impuestos o elevar los existentes.