El emperador de Japón es hospitalizado con fiebre y bronquitis
El emperador de Japón, Akihito de 77 años, fue hospitalizado este domingo, varios días después de que lo afectó una fiebre, indicó un portavoz de la Agencia de la Casa Imperial.
Akihito, una figura ceremonial aunque venerada en Japón, sufría de un caso de empeoramiento de la bronquitis y la fiebre que contrajo el jueves pasado, según el portavoz, que pidió no ser identificado debido al protocolo de medios de comunicación de la agencia.
"Parece estar fatigado y ha perdido algo de resistencia para luchar contra la enfermedad", dijo el portavoz. "Para ir por lo seguro, tuvo que ser hospitalizado (el domingo por la noche) en el Hospital de la Universidad de Tokio”.
Es la segunda ocasión en que el emperador está en el hospital en este año, después de recibir tratamiento médico en febrero por extensas pruebas de sus arterias coronarias.
El gabinete de Japón aprobó una medida para elevar temporalmente al príncipe heredero Naruhito como emperador, a fin de que asuma todas las responsabilidades que implica la posición, de acuerdo con una persona en la oficina del gabinete, que tampoco fue nombrada, para cumplir con los protocolos.
Akihito nació en Tokio en diciembre de 1933, en una familia que con el tiempo tuvo siete hijos. Akihito se convirtió en príncipe heredero en 1952, el mismo año en que se matriculó en la Universidad de Gakushuin, de acuerdo con su biografía oficial. Siete años más tarde, se casó con la que era entonces princesa heredera, y que es ahora la emperatriz Michiko. Juntos criaron tres hijos.
El 7 de enero de 1989, tras la muerte de su padre Hirohito, Akihito se convirtió en emperador. La posición, de acuerdo con la Constitución de Japón, se define como "el símbolo del Estado y de la unidad del pueblo".
La participación de la oficina de asuntos gubernamentales en el día a día tiende a ser mínima.
Sin embargo, el emperador Akihito hizo algo sin precedentes después del terremoto de 9.0 grados y el posterior tsunami a principios de este año, cuando dio un discurso histórico por televisión. En él, animó a los ciudadanos a dar su "mejor esfuerzo para salvar a todas las personas que sufren" y aplaudió el manejo de la crisis de sus compatriotas.
"Espero de verdad que las víctimas de la catástrofe nunca pierdan la esperanza, cuiden de sí mismos, y vivan fuertes para mañana", dijo en un discurso tranquilo y conmovedor desde el Palacio Imperial. "Además, quiero que todos los ciudadanos de Japón recuerden a los que se vieron afectados por la devastación, no sólo hoy sino durante mucho tiempo después- y que ayuden con la recuperación”.