Mandatarios y trabajadores despiden al expresidente checo Vaclav Havel
Jefes de Estado y obreros por igual se reunieron este viernes para despedir a Vaclav Havel, el expresidente, escritor y disidente checo que ayudó a derrocar al régimen comunista en su país.
Los dolientes llegaron al Castillo de Praga para lamentar la pérdida de un líder tímido y con voluntad de hierro que se distinguió también por su gran sentido del humor y por una fuerte brújula moral. Havel murió el domingo a los 75 años.
Su fotografía fue exhibida en el costado del altar de una gran ceremonia religiosa , una ironía debido a su sencillez personal y al hecho de que la República Checa aún se encuentra entre los países menos religiosos de Europa.
Entre los asistentes estuvieron el presidente francés Nicolas Sarkozy, el expresidente estadounidense Bill Clinton, su esposa y secretaria de Estado, Hillary Clinton, y la exsecretaria de Estado de Estados Unidos Madeleine Albright —quien nació en Praga—, además del primer ministro británico, David Cameron, y su antecesor John Major.
Havel fue “una gran figura de nuestra historia moderna… un hombre a quien recordaremos con gratitud y respeto se ha ido”, aseguró el presidente checo Vaclav Klaus a los asistentes.
Amigos disidentes de Havel llegaron con un rostro sombrío. Muchos se abrazaron antes de entrar a la Catedral de San Vito, dentro del castillo. Carros con banderas de media docena de naciones, desde Australia hasta Líbano, se dirigieron hacia el lugar del funeral.
La esposa de Havel, Dagmar, estuvo presente en el servicio funerario.
El exdisidente y amigo de Havel, Petr Uhl, rechazó asistir al funeral argumentando que Havel no era cristiano y que ningún otro presidente de Checoslovaquia había tenido un funeral de Estado de este tipo. Esto es una referencia de la nación que se dividió en dos países, la República Checa y la República Eslovaca durante la caída del comunismo en Europa oriental.
Miles de checos esperaron horas en la noche helada para rendir un homenaje a su expresidente, llevando flores, velas y notas para colocar en su ataúd. Muchos de los mensajes llevaban las palabras “gracias señor presidente”.
Havel era “un político que no era un político, catapultado a la política por la historia”, aseguró el exconsejero político Jiri Pehe. “A lo largo de su presidencia fue un disidente que disfrutó de hacer las cosas de otra forma”, dijo.