Las semillas de la revolución egipcia se sembraron hace mucho tiempo
El nuevo Parlamento de Egipto celebró su primera sesión esta semana, casi un año después del día que comenzaron las protestas históricas en la capital que derivaron en la expulsión del presidente Hosni Mubarak . Pero para conseguir todo el valor y resistencia que mostraron los manifestantes al aguantar durante 18 días una brutal redada mientras cantaban y ondeaban banderas, así como las vigilias a la luz de las velas, el movimiento se había impulsado muchos años antes.
"Estar en la plaza, sintiendo esa energía, fue una de las mejores experiencias de mi vida", dijo Ashraf Khalil, un periodista egipcio-americano, quien estuvo parado junto a los manifestantes cuando se dio a conocer la noticia, el 11 de febrero, de que Mubarak había decidido renunciar . “Se sintió como un rugido, pero también una especie de alivio, una enorme liberación de años de frustración y de lucha”.
En su nuevo libro, Liberation Square: Inside the Egyptian Revolution and the Rebirth of a Nation, Khalil explica algunos de los acontecimientos que cimentaron de manera silenciosa al levantamiento.
Asimismo, predice lo que puede esperarle a Egipto en 2012 con la realización de elecciones sin precedentes, las cuales probablemente generen más protestas y violencia.
"Hay un campamento que está alzando las manos y diciendo: Oh, la revolución no nos ha traído nada", dijo Khalil.
Pero muchos egipcios, particularmente los más viejos y experimentados activistas que vivieron décadas de opresión bajo el mandato de Mubarak, están mucho más optimistas.
"Argumentan que este proceso, tan desordenado como pueda ser, es una victoria en sí. Esta es una generación que cree que esto es democracia en progreso".
Los padres de Khalil emigraron de Egipto a finales de los sesenta para obtener sus doctorados en Estados Unidos. En su casa ubicada en los suburbios de Chicago, sus padres hablaban árabe, pero Khalil casi no aprendió el idioma. Sin embargo, conforme fue creciendo y evaluaba convertirse en periodista, anheló saber más de los orígenes de su familia y de Egipto. Mientras estudiaba en la Universidad de Indiana, fue a El Cairo durante un año en un programa de estudios en el extranjero. "Tenía el lugar en mi sangre y siempre pensé en volver", recordó.
Después de su graduación y tras unos años en un diario de Indiana, Khalil se mudó a El Cairo en 1997 para trabajar como reportero independiente. Apenas había desempacado sus maletas, cuando un ataque terrorista atrajo la atención mundial en Egipto. Cincuenta y ocho turistas extranjeros fueron asesinados cuando un tirador islamista invadió un templo poco vigilado en Luxor, al otro lado del río Nilo.
La masacre de Luxor, escribe Khalil, fue una primera piedra importante en el camino que llevó a enero de 2011. Mermó cualquier simpatía que algunos egipcios pudieran haber tenido hacia los grupos islamistas militantes y catapultó la carrera de Habib al-Adly, quien se convirtió en ministro del Interior en el régimen de Mubarak.
En los tiempos de la masacre de Luxor, la policía egipcia recibió un cheque en blanco para ir tras grupos islamistas. Pero la fuerza también se convirtió en algo mucho más oscuro, una autoridad "no supervisada ni cuestionada" que se aprovechaba de egipcios de cualquier estrato. La policía espiaba e intimidaba a editores de diarios, líderes empresariales, profesores universitarios y jueces.
"Escuchabas la ira hervir contra la policía en todas las esquinas de la vida egipcia, pero fue silenciosa porque había un miedo intenso", dijo Khalil.
Se cree que Al-Adly fue la mano derecha de Mubarak durante las acciones violentas de las fuerzas de seguridad contra los protestantes. A pesar de ser golpeados, agredidos con gas lacrimógeno y disparos, los manifestantes se seguían reuniendo, exigiendo específicamente la salida de al-Adly.
En febrero, apenas a unas semanas del derrocamiento de Mubarak, Egipto congeló las cuentas bancarias de al-Adly, le prohibieron viajar y lo arrestaron. En mayo fue sentenciado a 12 años en prisión por lavado de dinero y abuso de poder. Mientras tanto, Mubarak está en juicio en Egipto, acusado de corrupción y de haber ordenado la muerte de los protestantes.
El expresidente se enfermó repentinamente tras su renuncia. Al ver que lo llevan al juzgado en una camilla, Khalil recuerda al Mubarak de 1999, quien llevó a cabo una desbordada campaña para permanecer en el poder. Era un chiste, afirmó el periodista, porque Mubarak era el único candidato en la boleta.
“Fui testigo de muchas elecciones falsas, pero (esta elección) tenía un nivel de alabanza estalinista, como algo que uno vería en Corea del Norte. Todos los carteles y diarios se inundaron de fotos y editoriales venerando a este tipo”, dijo Khalil. “No reflejaba lo que la gente sentía realmente”.
La propaganda sirvió como telón para pequeñas protestas contra el régimen que surgieron a finales de los noventa y principios de la década pasada. Varias se llevaron a cabo en el campus de la Universidad de El Cairo. Las manifestaciones se enfocaron en temas de política exterior que involucraban a Israel y las fuerzas gubernamentales las disolvieron rápidamente.
Aquellos tiempos de protestas nunca atrajeron a otras partes del país ni a nadie externo a la universidad ya que los manifestantes no lograron acordar un mensaje unificado, afirma Khalil. Algunos querían llamar a Mubarak por su nombre, mientras otros temían hacerlo. Los protestantes islamistas querían que el foco se mantuviera estrictamente en Israel, dejando fuera al presidente.
Observadores coinciden en señalar que el levantamiento de 2011 fue un éxito, porque los manifestantes estaban en línea con lo que querían y en cómo conseguirlo.
Plaza de la liberación queda ahora como un pie de nota olvidado, pero muy significativo en las protestas en Egipto. La noche que Estados Unidos lideró la invasión de Iraq en 2003, una multitud se reunió en la Plaza Tahrir para protestar contra Mubarak, lo que permitió a los barcos de EU a tomar posición en el Canal de Suez.
Contra todo pronóstico, los manifestantes sobrepasaron a las fuerzas de seguridad enviadas para dispersarlos y derribaron un enorme cartel de Mubarak fuera de una oficina de su Partido Nacional Democrático.
Wael Khalil, un veterano activista egipcio que apoyó el movimiento de 2011 se encontraba en esa manifestación. Recuerda esa noche en "Plaza de la Liberación".
"El tono de sentimiento anti-Mubarak y el enfoque sobre la cuestión de la democracia realmente empezó entonces", dijo Wael Khalil. "Todo comenzó con 'Abajo Estados Unidos' y se volvió hacia 'Abajo Mubarak'":
Por el resto de la década, hubo más empujones, campañas y represión contra los manifestantes mientras que la expresión disidente echó raíces en el arte y la cultura popular.
El disgusto por la aplicación de parte del régimen de la pureza sexual se transformó en burla mediante una película y que lo ridiculizaba, y que se convirtió en un hit underground acerca de jóvenes que van alrededor de El Cairo tratando de encontrar un lugar secreto para ver una película porno. Una novela que se burlaba del sistema egipcio de clase se convirtió en un gran éxito de ventas y fue llevada al cine.
Pero el punto de inflexión para la revolución de 2011 llegó justo como lo hizo en la anterior revolución tunecina: la muerte de un joven los orilló a tomar acciones extraordinarias.
Khaled Said, un genio de las computadoras de 28 años, fue detenido en junio de 2010 por la policía egipcia mientras estaba sentado en un café Internet en Alejandría. Los testigos dijeron que la policía lo golpeó hasta la muerte. Una imagen después de la muerte de su rostro mutilado fue publicada en la web y se volvió viral.
Plaza de la liberación incluye entrevistas íntimas con amigos cercanos de Said, activistas inspirados en su muerte, testigos de la noche que Said murió y los blogueros publican periódicamente la imagen de un guapo Said con vida.
En octubre, dos agentes de la policía egipcia fueron declarados culpables de homicidio y condenados a siete años por la muerte de Said. Las imágenes de Said todavía están frescas en la memoria de la mayoría de los egipcios.
"Creo que muchos de los egipcios están agotados. Ellos están cansados. Se están dando cuenta de que esto es sólo el primer año de un proceso de 10 años", dijo Khalil. "Pero lo que hicieron y lo que quieren hacer todavía está claro".
Khalil dice que las elecciones de 2012 seguramente inspirarán más protestas y enfrentamientos entre las autoridades y el pueblo, y será más vívido en noviembre y diciembre. Económicamente, los egipcios seguirán luchando conforme el turismo y la inversión extranjera disminuyen.
"No debe haber prisa para decidir lo que va a pasar en Egipto", dijo. "Estoy seguro, y creo que nos lo mostró Tahrir, que los egipcios tienen una increíble determinación de hacer las cosas bien".