Una víctima de un sacerdote pederasta narra su calvario en el Vaticano
Una mujer irlandesa que sufrió abusos sexuales por parte de un sacerdote cuando era niña relató este martes su drama ante más de un centenar de obispos que asisten al simposio organizado por el Vaticano contra la pederastia, ante los que dijo que comenzó a sanar cuando el violador fue trasladado ante la Justicia.
Se trata de Marie Collins, de 65 años, que ante representantes de 110 conferencias episcopales y los superiores de 30 órdenes religiosas reunidos en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma explicó que sufrió abusos sexuales cuando tenía 13 años y estaba enferma en un hospital por parte del capellán del centro sanitario.
"Han pasado más de 50 años, pero es imposible olvidarlo y nunca podré escapar de sus efectos", relató Collins, quien recordó las noches de terror que sufrió en el hospital cuando el capellán, quien, según dijo, "era un experto en abusar de menores" acudía a su habitación, la tocaba, fotografiaba su cuerpo, entre otros abusos.
Marie Collins agregó que el hecho de que su abusador fuera un sacerdote añadió gran confusión a su mente, "ya que los dedos que abusaban de mi cuerpo la noche anterior eran los mismos que me ofrecían la sagrada hostia a la mañana siguiente".
La mujer, que estuvo acompañada durante su intervención por la psiquiatra Sheila Hollins, agregó que en vez de volverse contra la religión se volvió contra ella misma y se sentía sucia y se apartó de su familia y amigos y evitaba el contacto con ellos, convencida de que era "una mala persona".
El calvario tras la denuncia
Aunque se casó a los 29 años y tuvo un hijo, siguió sin poder hacer frente a la vida, y continuaba sufriendo depresión y ansiedad. La primera vez que habló de los abusos que sufrió tenía 47 años. Fue a un médico y éste le dijo que advirtiera a la Iglesia sobre ese sacerdote. Habló con un cura de su parroquia y éste se negó a tomar el nombre del abusador.
"Y lo peor, me dijo que lo que había sucedido era probablemente mi culpa. Esa respuesta me destrozó e hizo que resurgieran en mí todos mis viejos sentimientos de culpa y de vergüenza", narró en medio de un silencio sepulcral y caras de conmoción por parte de los asistentes.
La irlandesa agregó que estuvo otros 10 años callada, internada en un hospital muchas veces, hasta que comenzaron a salir las denuncias de otros casos en la prensa y comprendió que el hombre que había abusado de ella podía haber hecho lo mismo con otros niños. Por eso decidió dar el paso y hacer público su caso para proteger a otros niños.
Escribió al arzobispo de su diócesis y denunció al abusador, pero pasó los dos peores años de su vida, "ya que el sacerdote que había abusado de mi estaba protegido por sus superiores" y le dejaron durante meses en su ministerio parroquial, que incluía dar tutoría a los niños que se preparaban para la confirmación.
La mujer se quejó de que la trataron como alguien que estaba en contra de la Iglesia y denunció que la investigación policial fue obstruida y los laicos engañados. El violador admitió al final su culpabilidad ante sus superiores, pero la prioridad de esa iglesia local era "proteger el buen nombre" del abusador ante la sociedad. Estaba angustiada, pero siguió con su lucha hasta que logró que el abusador fuera llevado ante la justicia y encarcelado. En ese momento sintió que comenzaba a cambiar su vida y aunque perdió la confianza en la Iglesia comenzó a trabajar con su diócesis y toda la Iglesia de Irlanda para mejorar su política de protección de niños.
Collins y miles de niños más
El de Collins es uno de los 4,000 casos de abusos sexuales a menores por parte de clérigos que llegaron a la Congregación para la Doctrina de la Fe en los últimos 10 años, según dijo este lunes su prefecto, el cardenal William Levada, inaugurando el simposio. Levada dijo que esos casos pusieron de manifiesto la inadecuada e insuficiente respuesta canónica y la falta de una respuesta verdaderamente coordinada".
El cardenal subrayó la necesidad de que la Iglesia colabore con las autoridades civiles, destacando que el abuso sexual de menores de edad "no sólo es un delito en el derecho canónico, sino que también es un crimen que viola las leyes penales en la mayoría de las jurisdicciones civiles". Durante el acto se leyó un mensaje Benedicto XVI, en el que afirmó que la curación de las víctimas debe ser "la preocupación prioritaria" y que tiene que ir unida a una "profunda renovación de la Iglesia en todos los niveles".
En los últimos años han sido denunciados cientos de casos de abusos contra menores en Estados Unidos, Irlanda, Alemania, Bélgica, Austria, Italia, Australia, Malta y Holanda, entre otros países.