Al Asad se aferra al poder y ofrece una imagen de reformista
Cuando la revuelta en Túnez estalló el año pasado, el presidente de ese país huyó a las pocas semanas. Cuando los egipcios tomaron las calles, el líder Hosni Mubarak fue expulsado rápidamente.
En Libia les llevó siete meses a los rebeldes derrocar al dictador Moammar Gadhafi. Y en Yemen, las constantes protestas antigubernamentales llevaron a que el presidente Ali Abdullah Saleh dejara el poder.
Pero Bachar al Asad, el asediado presidente de Siria, es un sobreviviente.
Se mantiene instalado en el poder a pesar de la revuelta de 11 meses, la sangrienta represión contra civiles y la indignación internacional ante los recuentos y los videos que se han filtrado sobre lo que sucede en Siria.
Los observadores dicen que ha sido capaz de mantenerse en el poder por la combinación de un régimen cruel, subterfugios diplomáticos y una dinámica sectaria interna.
Rafif Jouejati, vocero del Comité de Coordinación Local, el grupo opositor sirio, dijo que cuando al Asad llegó al poder en el 2000, heredó una red de inteligencia al estilo soviético establecida por su padre, Hafez Asad, quien gobernó el país desde la década de 1970 hasta su muerte en el 2000.
La red de agencias de espionaje ha servido para controlar el descontento social, explica Jouejati.
“Tiene una red dentro de una red dentro de una red de servicios de inteligencia”, dice.
Al Asad ha continuado lo que ella llama una “tradición de familia”. La represión ha generado un temor que está “incrustado en el día a día” y generalizado entre la población.
“No apareció con esto solo. Provino de su padre”, dice Jouejati.
“En Siria hay docenas de agencias mukhabarat que se espían las unas a las otras”, explica usando un término árabe para definir a las agencias de inteligencia.
“En las familias no saben si alguno de los hermanos es un informante”.
Jouejati sostiene que Hafez Assad fue capaz de lidiar con las élites económicas hace 30 años durante una revuelta popular.
“Ese ha sido un factor importante” y “hasta hace poco” Bachar al Asad tenía el apoyo de la comunidad empresarial.
Jouejati compara al actual presidente sirio con el alemán Adolfo Hitler y el camboyano Pol Pot. Y vincula el régimen sirio con Haití y Corea del Norte, donde los hijos heredan el poder de sus hijos.
“Tiene un grupo completo a su alrededor, muchos de los cuales son de la vieja guardia y mantienen la presión” con “técnicas al estilo soviéticas que otros regímenes represivos han usado”.
“Están aumentando el nivel de violencia”, aseguró.
Al Asad replanteó su posición “en un tiempo en el que el mundo se está volviendo más pequeño y todo mundo está más atento a los derechos humanos, los derechos individuales y los gobiernos están presionando para que haya más transparencia”.
Perdió una “oportunidad tremenda” para trabajar por ese tipo de cambio en su propio país, dijo.
Andrew Tabler, un experto sirio en el Instituto Washington de Política del Cercano Oriente, cree que al Asad ha sido más brutal que Mubarak y que el líder serbio Slobodan Milosevic.
“Ha estado a usar disparos de forma extensiva”, añadió. “Simplemente es más cruel”.
En una referencia al poder mundial y regional, Tabler dijo: “No hemos sido despiadados con él”.
La lucha sectaria en el Medio Oriente ha sido larga, particularmente en Siria, donde hay odio entre sunitas y chiitas al igual que entre musulmanes y cristianos, entre otros. Las diversas dinámicas sectarias en Siria refuerzan a Al Asad, según Tabler.
Al Asad forma parte de la minoría alawita en Siria, una nación mayoritariamente sunita. Esa minoría –a la que él llama una rama heterodoxa del islam chiita– prevalece en el gobierno y el Ejército.
Esta y otras ramas chiitas, como la Druze y la Ismaili, están en el núcleo del régimen. Los cristianos representan otra minoría que hasta ahora no ha estado en contra del régimen; incluso algunos sunitas han hecho la paz con el gobierno.
Durante la crisis de 11 meses, ha habido un amplio apoyo internacional al régimen.
Tabler cree que Al Asad ha hecho un “muy buen papel confundiendo a los diplomáticos”.
“Constantemente miente y confunde al pueblo”.
Pero la opinión internacional parece estar cambiando, incluso entre aquellos que antes apoyaban al régimen.
“Puedes ver los comunicados de los rusos” indicando que al Asad no es ni su amigo ni su aliado.
“Todo mundo está frustrado con él”, de acuerdo con Tabler.
Aún así, Rusia y China vetaron el sábado la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que habría respaldado el plan de la Liga Árabe para pedir al presidente de Siria que deje el cargo .
Salman Shaikh, director del Centro Brookings Doha, aseguró que Al Asad ha sido capaz de mantener algún apoyo popular con su retórica y no ha sido tímido en el uso de la fuerza durante años, incluida la gente que se decidió a expresar lo que pensaba.
“Ha convencido a todo mundo de que es un reformista”, dice Shaikh.
Ahora es impopular en el mundo árabe pero a muchos en la región les ha gustado su postura frente a Israel.
“Se ha presentado a sí mismo como una especie de eje de resistencia”, en referencia a Irán, Hezbollah, Hamas y Siria.
Al Asad ha modernizado el aparato de gobierno. Él y su régimen han tenido “cierta fuerza” de diferentes sectores de la sociedad, como la comunidad empresarial. Hay sunitas que apoyan su régimen y su esposa, Asma, proviene de la comunidad sunita.
“Todas estas cosas han ayudado al régimen a nivel interno”, sostiene. “Es un error llamarlo solo un régimen alawita”.
Aram Newguizian, investigador del Centro de Estrategia y Estudios Internacionales, dijo que el apoyo de Al Asad está disminuyendo, pero que ha sido capaz de ganar tiempo por varias razones.
Primero, la revuelta no estalló en los dos principales centros urbanos, la capital, Damasco, y la ciudad de Aleppo. Mientras las revueltas se acercan a ambos lugares, la oposición ha sido impulsada en zonas rurales, lejos de donde está el poder económico y político . No ha habido Plaza Tahrir, el lugar en El Cairo donde los manifestantes se reunían y catalizaban las revueltas.
Además, los seguidores de al Asad temen padecer represión después de la era post-Asad, lo que hace que lo piensen dos veces antes de respaldar a la oposición, que para muchos está desorganizada.
Comunidades en los márgenes de la sociedad Siria, como cristianos y kurdos pueden no estar contentos, pero prefieren quedarse con lo conocido –Al Asad– que arriesgarse a una era post-Asad.
Las divisiones en la Liga Árabe y en las Naciones Unidas también han ayudado a al Asad a ganar tiempo, de acuerdo con Nerguizian.
Aún así, Jouejati aseguró que ella cree que le queda poco tiempo a al Asad, porque no tienen la misma seriedad y competencia de su padre.
“Bachar no tiene las habilidades y la inteligencia”, aseguró ella. “Su padre fue extremadamente brutal pero inteligente. Este hombre es un idiota”.