La situación en Homs es "catastrófica": cirujano de Médicos Sin Fronteras
Durante dos semanas, el cirujano francés Jacques Beres vio a civiles morir en un quirófano iluminado con velas por heridas que hubieran sido fácilmente tratables en tiempos de paz, mientras rondas de morteros caían sobre la sitiada ciudad siria de Homs.
Beres, cofundador de Médicos Sin Fronteras (MSF), trabajó junto a cirujanos sirios en un hospital improvisado cerca de Baba Amr, el distrito donde los periodistas Marie Colvin y Remi Ochlik murieron en un ataque el 22 de febrero.
Los rebeldes se retiraron del lugar el jueves, luego de un asedio de semanas . Un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores sirio dijo que el Ejército había "limpiado Baba Amr de grupos terroristas armados apoyados por el extranjero".
Luego de su regreso a París, Beres dijo a los periodistas que las condiciones de vida dentro de la tercera ciudad siria eran "catastróficas" debido a los constantes disparos de morteros que destruyeron edificios y obligan a los médicos a operar sin electricidad.
Beres permaneció dentro de un edificio cerca de Baba Amr, donde trabajaba, para evitar ser atacado o arrestado en caso de que lo consideraran un espía estadounidense.
"Si hubiera estado en ese barrio, podía haber terminado como Colvin ", señaló. "No se puede dar tratamiento médico a la gente en ese vecindario, es insoportable", agregó.
Beres, que regresó a Francia el viernes pasado, dijo que viajó a Homs por su cuenta y luego buscó el auspicio de un grupo musulmán francés, debido a que Médicos Sin Fronteras normalmente no acepta que sus miembros entren a países de forma ilegal.
"Era importante tener esa tarjeta (del grupo), así al menos tenía el apoyo de un grupo musulmán y no iba a ser inmediatamente confundido como un espía estadounidense", detalló.
Una vez que llegó a Homs, el cirujano de 71 años comenzó a trabajar con médicos locales en un apartamento. La electricidad funcionaba intermitentemente gracias a un generador de diesel y muchas veces tenían que operar bajo la luz de las velas. Las noches eran frías.
Según Beres, la mayoría de los heridos que llegaron eran civiles con perforaciones por las intensas rondas de morteros, que se rompen en fragmentos luego del impacto. La expectativa de vida de las personas heridas en la cabeza o el pecho era corta y más de un paciente que normalmente hubiera sobrevivido murió en su quirófano.
La guardia médica también recibió a rebeldes del Ejército de Siria Libre, aunque eran la minoría, explicó. No vio a ningún combatiente extranjero en Homs.
Naciones Unidas dice que las fuerzas de seguridad sirias han matado a más de 7,500 civiles desde que comenzó la revuelta en marzo del año pasado.
El gobierno sirio anunció en diciembre que "terroristas armados" habían matado a más de 2,000 soldados y policías durante el conflicto.
"Tengo todos los motivos para creer que la actual cifra (oficial) de muertos es más baja que la real", dijo Beres. "Hay algunos cuyos cuerpos son irreconocibles, algunos que están aplastados bajo los escombros", añadió.
Cuando se le consultó si las condiciones en Homs se parecían a algún otro conflicto que hubiera visto, Beres respondió: "El sufrimiento es universal. Una madre que perdió a su hijo muestra su dolor en todo el mundo, pero de diferente manera".
Sin embargo, la situación en Homs le recordó la miseria en Grozni, la capital de la República de Chechenia en Rusia, cuando fue atacada por las fuerzas de Moscú en el momento más violento de la segunda Guerra de Chechenia, a fines de la década de 1990.
"El tamaño de las ciudades es similar, hay una mezcla de urbano y rural, y muy pocos sótanos donde refugiarse porque los musulmanes no los necesitan para guardar el vino", ironizó.
"Y también está la intensidad de la represión: implacable", dijo.