Pobladores afganos difieren en el número de implicados en la masacre
En el poblado de Najabyan, la vista de alguien que lo visita se siente inmediatamente atraída por las hojas de color turquesa y verde que cubren montículos de tierra, y la bandera color rojo, verde y oro que vuela por encima de todo esto.
Esos son solamente trozos de color en el por lo demás gris y pardo paisaje de la provincia de Kandahar, en Afganistán.
Pero debajo de este colorido cuadro existe un claro recordatorio de un momento espantoso en la historia del pueblo.
Las hojas cubren las tumbas de las víctimas de una masacre ocurrida el 11 de marzo, de la cual se culpa a un soldado estadounidense, quien está acusado de escapar de su base y realizar un tiroteo en la oscuridad de la noche, matando a 16 civiles, entre ellos niños.
Ali Ahmad, uno de los pobladores del lugar, guarda en su casa una almohada manchada de sangre, después va a la casa de su vecino y muestra salpicaduras de sangre en una pared, en tanto describe lo que recuerda de aquel día.
“Era alrededor de las 3 de la mañana cuando ellos entraron en la habitación. Se llevaron a mi tío fuera del cuarto y le dispararon después de preguntarle, ‘¿dónde están los talibanes?’".
“Mi tío respondió que no sabía”, dijo Ahmad.
Ahmad emplea el “ellos”, pero no dijo más que un solo soldado estuvo en su casa.
Comentó que desde ese momento las cosas sólo empeoraron.
“Finalmente vinieron a este cuarto y martirizaron a todos los niños que se encontraban dentro. Incluso había un bebé de dos meses entre estos niños”, dijo.
Una vez que cesó el tiroteo, algunos cadáveres fueron apilados en una habitación y se les prendió fuego, dijeron los pobladores.
Horas después del tiroteo, la luz de la mañana dejó ver los cuerpos quemados y los bebés muertos. Los pobladores los pusieron uno junto a otro en la parte de atrás de unas camionetas, y los llevaron al cementerio.
Funcionarios estadounidenses y de la OTAN han dicho que esto fue obra de un solo soldado, quien en ese momento no se encontraba en misión y actuaba por su cuenta.
El sargento Robert Bales está bajo arresto, acusado del crimen, y está detenido en la cárcel militar estadounidense ubicada en Fort Leavenworth, Kansas, mientras el ejército alista el juicio.
La mayoría de los pobladores dice que no creen la versión estadounidense de los hechos, sino en las versiones de los testigos presenciales.
Uno de los jóvenes que estuvo en el lugar lo contó de la siguiente manera:
“Él dijo: Hola, hola talibanes, talibanes. Le dijimos que no hay talibanes aquí, pero rompió los armarios”. Agregó, “era estadounidense”.
Otro niño interviene: “Fue una sola persona”.
Y aunque algunos adultos en el pueblo dijeron que tienen pruebas de que más de un soldado estuvo implicado, nadie ha dicho que más de un soldado disparó un arma.
“Se fueron a través de los campos de trigo y dejaron huellas de por lo menos 15 personas. También habían huellas de rodillas”, dijo Ahmad.
En una entrevista exclusiva, un comandante talibán del distrito de Panjwai dijo a CNN:
“No creemos que (solo) un soldado estadounidense estuviera implicado en el ataque. Los extranjeros y el régimen títere están ciegos ante la verdad de los hechos. Pero si esto fue acto de un soldado, queremos que este soldado sea juzgado en Afganistán y conforme a la ley islámica. Los afganos deben juzgarlo”.
El comandante dijo que no quería que se revelara su identidad, y durante la entrevista se mantuvo todo cubierto, excepto los ojos, para ocultar su identidad.
Después del ataque, los talibanes suspendieron las conversaciones iniciales de paz con Estados Unidos.
El comandante talibán dijo que los dos sucesos anteriores —la quema de libros del Corán a manos de tropas estadounidenses en febrero y el retiro de la oferta de EU para trasladar a cinco integrantes de los talibanes que están en Bahía de Guantánamo, Cuba, hacia Qatar— fueron factor para la suspensión de las pláticas.
“Nuestras conversaciones de paz con los estadounidenses estaban limitadas a hablar sobre el intercambio de prisioneros. Y tales promesas no fueron cumplidas por los estadounidenses”, dijo el comandante.
Sin embargo, el Departamento de Estado de EU dijo que todavía no ha tomado decisión alguna sobre la transferencia.
El comandante talibán no estaba en su distrito de origen cuando respondió a las preguntas que CNN le envió. Había huido a la frontera entre Afganistán y Pakistán.
Las incursiones nocturnas llevadas a cabo conjuntamente por la OTAN y fuerzas afganas han sido muy eficaces contra los talibanes, pero las bajas civiles, particularmente la masacre de Najabyan, han puesto las relaciones entre Afganistán y Estados Unidos, como el presidente Hamid Karzai sostuvo, “al límite”.
Karzai exigió que las tropas se retiren de los pueblos y regresen a sus bases, y ejerce presión para que la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, liderada por la OTAN, entregue en el la responsabilidad de la seguridad a las fuerzas afganas en el 2013, un año antes del plan acordado.
El embajador de Afganistán en Estados Unidos insistió el domingo que su país confía en la investigación estadounidense sobre el tiroteo. El secretario de Defensa de EU, Leon Panetta, prometió a Karzai una investigación completa y dijo que Estados Unidos llevará ante la justicia a quien disparó.
Pero ni los funcionarios estadounidenses ni los afganos han dicho que ocurrió algún tipo de redada en los poblados del distrito de Panjwai, donde ocurrió la masacre. Un parlamentario afgano dijo a CNN que lo que sucedió en Panjwai no fue en la manera que se ejecutan las redadas conjuntas.
Los investigadores afganos, en un intento por demostrar que fue obra de una sola persona, dijeron que incluso los funcionarios estadounidenses mostraron a sus contrapartes afganas un video de vigilancia que muestra al soldado entregándose por su propia cuenta después de regresar a la base.
Pero en las calles, y en el palacio presidencial afgano, domina un sentimiento de ira y escepticismo. En ninguna parte esto es más fuerte que en uno de los pueblos donde sus habitantes han tenido que enterrar a sus muertos.
“Tenemos un mensaje para todos los hombres y mujeres de Estados Unidos y Gran Bretaña”, dijo Toor Jan, poblador de Najabyan. “Ustedes nos has enviado a los terroristas. Ustedes los han enviado (a las tropas de la OTAN) a luchar contra Al-Qaeda. Pero no están combatiendo a Al-Qaeda, sino asesinando a nuestros niños”.