Los sobrevivientes del genocidio de Ruanda 'pedalean' rumbo a Londres
El ciclismo dio una respuesta para los miembros del equipo nacional de Ruanda: todos ellos son sobrevivientes del genocidio que se dio en su país.
18 años después del conflicto entre los Hutu y los Tutsi que cobró la vida de 800,000 personas, el equipo nacional genera fama internacional y uno de sus integrantes competirá en las Olimpiadas de este año.
Ruanda tiene una población de más de 11 millones en un territorio equivalente a la mitad del de Escocia; es el país menos poblado de África. Los habitantes de Musanze, a 96 kilómetros de la capital, Kigali, se trasladan en bicicletas de madera por los escasos caminos pavimentados del noroeste de Ruanda. Estos vehículos son fabricados con acacia, que se usaba para el arado de la tierra.
El material es pesado y los granjeros las utilizan para transportar cargas de hasta 300 kilos. Para la movilidad utilizan delgadas tiras de goma en vez de neumáticos, y son difíciles de manejar y de detener. Por ello su uso se ha prohibido en los caminos principales.
En 2006, Jonathan “Jock” Boyer —el primer estadounidense en terminar el Tour de Francia— y Tom Ritchey, el pionero del ciclismo de montaña, crearon el primer festival anual de ciclismo de Ruanda y lo llamaron el Clásico de la Bicicleta de Madera en honor a los artefactos tradicionales.
El evento tuvo tanto éxito que al año siguiente Boyer regresó para formar y entrenar al primer equipo nacional, Team Rwanda. Adrien Niyonshuti, uno de los cinco miembros fundadores del equipo y ganador del primer Clásico, representará a Ruanda en las Olimpiadas del 2012.
Niyonshuti tenía 7 años en 1994, cuando el conflicto entre los dos grupos étnicos —la mayoría Hutu y la minoría Tutsi— degeneró en el genocidio que cobró la vida de aproximadamente 800 mil personas en poco más de 100 días, entre ellos su abuela y seis de sus hermanos.
Otro miembro fundador, Jean de Dieu “Rafiki” Uwimana, contrajo malaria al dormir a la intemperie luego de escapar junto con su abuela. Fue separado de sus padres y su hermano; durante cinco años creyó que estaban muertos.
El equipo es un medio valioso para unir a hombres con distintos antecedentes. Muchos miembros del equipo viajan hasta 230 kilómetros en bicicleta para llegar a los entrenamientos en la base del equipo al noroeste de Ruhengeri.
Además de montar en bicicleta tres veces por semana, practican yoga y toman clases de inglés. Según Kimberly Coats, directora de marketing y logística, “realizan tres comidas completas al día. La alimentación es importante y aquí las opciones son limitadas. Están acostumbrados a comer para saciarse, no para nutrirse. Han visto los beneficios de la alimentación, de los calentamientos y el programa de entrenamiento y les está yendo bien.”
El régimen de entrenamiento es necesario para distraerse y olvidar recuerdos dolorosos. “Me mantengo ocupado. Mi futuro se ve bien ahora. Muchas personas me conocen, estoy cambiando de vida por mi país y por mi familia.”
Su éxito está ayudando a cambiar la percepción que prevalece de Ruanda como un país dividido, peligroso y miserable. También está permitiendo cambiar la imagen que tienen los ruandeses de sí mismos.
Después de su gira por América, Sudáfrica y Gabón con su equipo, Uwimana tiene aspiraciones concretas para su tierra. “Mi futuro es ayudar a mis amigos y ser embajador de mi país.”