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Bo Xilai: la caída de una promesa de la política china

Luego de una exitosa carrera hacia la cúspide del poder en China, el líder de izquierda es apartado del poder y se enfrenta al escándalo
mar 10 abril 2012 01:53 PM
retrato de Bo Xilai
El político chino renunció a su cargo tras escándalo retrato de Bo Xilai

Nota del editor: Jaime’s China es una columna semanal sobre la sociedad y la política chinas. Jaime Flor Cruz ha vivido y trabajado en China desde 1971. Estudió Historia China en la Universidad de Beijing (1977-1981) y fue corresponsal y jefe de la oficina en Beijing de la revista TIME Magazine (1982-2000).

(CNN)  “Los que vencen se convierten en emperadores. Los que pierden, se convierten en bandidos". Este viejo proverbio chino puede ser un subtítulo adecuado para el drama político que se ha desarrollado en China en los últimos meses.

El momento más difícil se presentó esta semana, cuando Bo Xilai, político popular y controversial, fue retirado del cargo de jefe del Partido Comunista en Chongquing, la mayor metrópoli de China. El órgano de gobierno del país lo suspendió del partido este martes y anunció el arresto de su esposa tras implicarla en el asesinato de un empresario británico. 

La destitución de Bo es el escándalo político que más ha impactado al Partido Comunista Chino en años recientes.

El político es hijo de un oficial veterano de la revolución con un expediente sólido, aunque polémico. Bo era considerado el candidato más fuerte para formar parte del Comité Permanente de la directiva del partido, cuyos nueve miembros deciden el rumbo de China.

En otoño de este año, el Congreso del Partido Comunista se reunirá en Beijing para corroborar los cambios radicales a llevarse a cabo en China. El congreso, que se celebra cada cinco años establecerá las prioridades nacionales y elegirá a un nuevo grupo de líderes.

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Este es el escenario de la carrera a la cima: una carrera turbia, decidida  al interior de la base del gobierno en Zhongnanhai por las diversas facciones y los intereses creados: conservadores, reformistas, miembros del partido, tecnócratas, líderes regionales, oficiales del Ejército y herederos de oficiales veteranos (taizi). Bo era el favorito para triunfar en la carrera que lo posicionaría como heredero del actual gobernante chino.

Conocí a Bo cuando ambos estudiábamos en el departamento de Historia de la Universidad de Beijing a finales de los setenta. Yo me gradué en Historia China y él, en Historia Universal.

A veces almorzábamos juntos, de pie alrededor de una mesa (no había suficientes asientos) en la cafetería de la universidad junto con otros compañeros de clase. Regularmente hablábamos de la actualidad y discutíamos sobre historia y política. A Bo le gustaba mucho practicar su inglés con los estudiantes extranjeros como yo. “En ese entonces lo que más anhelaba era ser periodista destinado en el extranjero”, recordó un compañero y amigo cercano de Bo.

Dos años más tarde, luego de haber obtenido su título universitario, Bo estudió un posgrado en Periodismo en la Academia China de Ciencias Sociales. Sin embargo, después de graduarse abandonó su sueño de ser corresponsal. En vez de eso trabajó duro para convertirse en funcionario del gobierno y del partido local. Pasó 17 años en Dalian, una encantadora ciudad costera en el noreste de China. Fue nombrado alcalde en 1993 y transformó la ciudad en un destino popular para los inversionistas y el turismo.

En 1999, se esperaba que Bo tomara un puesto ministerial en Beijing, pero su ascenso fue suspendido al no ser elegido para el Comité Central, la élite regente del Partido Comunista.

Mientras tanto, Bo fungió como gobernador y luego como jefe del partido en Liaoning, una región siderúrgica en el noreste de China que entonces presumía de albergar enormes, pero insolventes, paraestatales. Allí, Bo lidió con las altas tasas de desempleo y la corrupción generalizada.

Negociador con enemigos

En 2004, finalmente fue electo para el Comité Central, y se trasladó a Beijing como ministro de Comercio e Industria.

“Era un negociador duro y eficaz cuando se trataba de defender las políticas de comercio internacional y los intereses de China”, declaró Wenran Jiang, profesor en la Universidad de Alberta y antiguo compañero de clase de Bo en la Universidad de Beijing. Jiang recuerda que Bo destacó durante décadas como uno de los políticos más dinámicos y heterodoxos de China.

He visto a Bo impresionar a los líderes comerciales y políticos extranjeros con su carisma y su destreza política. Improvisaba con frecuencia, en vez de leer discursos previamente preparados o recitarlos de memoria.

Bo adquirió relevancia nacional —y una multitud de enemigos— cuando llegó a Chongquin en 2007. Allí se hizo famoso por “atacar a lo negro” y “ cantar a lo rojo ”. “Atacar a lo negro” (dahei en chino) significa hacer una campaña sin tregua contra la corrupción y la delincuencia organizada. “Cantar lo rojo” se refiere a entonar en masa las canciones de la militancia de la Revolución Cultural (1966-76) que remiten al maoísmo.

La campaña de Bo contra lo “negro” implicaba a millonarios, funcionarios locales, policías y pandilleros involucrados en sobornos, prostitución, apuestas drogas y armas.

Durante la campaña, Bo se apoyaba principalmente en Wang Lijun, un policía severo y condecorado quien fungió como jefe de la policía de Chongquing de 2009 a 2011.

La operación con llevó miles de arrestos y varias ejecuciones. En recompensa, Wang fue nombrado vicealcalde. Irónicamente, fue Wang quien destruyó la carrera de Bo. El 8 de febrero, se reportó que Wang había pedido una inesperada “licencia” por motivos de salud.

Días más tarde, Wang escapó misteriosamente hacia el consulado estadounidense en Chengdu, a seis horas en auto de Chongquing. Al día siguiente, Wang dejó el consulado “por su voluntad”, según oficiales de Estados Unidos, y fue puesto bajo la custodia de las fuerzas de seguridad. Aún no se ha aclarado por qué Wang intentó refugiarse en el consulado estadounidense y las consecuencias de este acto.

El “incidente Wang Lijun”, como lo llaman los medios chinos, ha estado bajo investigación. El primer ministro chino, Wen Jiabao, dijo que los resultados de la investigación “deberán resistir el escrutinio de la ley y la historia". 

Mientras tanto, el escándalo ha desembocado en la humillante caída de Bo Xilai. En la traicionera ruta a la cúspide del poder en China, sólo se requiere de unas cuantas equivocaciones para que un político heterodoxo termine como un “bandido”.

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