La extrema derecha crece en Europa a raíz del malestar por la austeridad
Las elecciones en Francia y Grecia han llamado la atención sobre las facciones radicales.
En Grecia, los votantes, desilusionados por el agresivo programa de austeridad aprobado por los dos partidos principales, se han vuelto hacia los partidos de extrema izquierda y derecha.
En consecuencia, la coalición de izquierda que se opone a la austeridad busca formar gobierno. Amanecer Dorado, partido ultranacionalista relacionado con la violencia callejera y con los neonazis, se podría hacer con 20 escaños dentro del nuevo Parlamento.
En Francia, se percibió una tendencia hacia la izquierda en la segunda vuelta del domingo. El candidato socialista, François Hollande, expulsó del Palacio del Elíseo al actual presidente Nicolas Sarkozy .
Sin duda, las campañas se vieron influenciadas por el importante papel que desempeñó la líder del Frente Nacional de extrema derecha, Marine Le Pen, durante la primera ronda de elecciones. Los dos candidatos punteros trataron de ganarse a los 6.5 millones de votantes que la respaldaron. Ambos se comprometieron a acabar con la inmigración ilegal, aunque Sarkozy fue aún más lejos al comprometerse a reducir a la mitad el número de inmigrantes legales en los próximos cinco años.
El desplome de los gobiernos
Se trata de dos desenlaces muy diferentes, pero con un hilo común: los partidos de ideología extrema se esforzaron por obtener el apoyo de los votantes conectándose con el descontento del pueblo por la crisis económica, en el contexto de un gran nerviosismo social y un sentimiento antiinmigrante generalizado.
Varios gobiernos han caído a lo largo y ancho de Europa gracias al descontento por el aparente mal manejo de la crisis económica, y sus consecuencias como el alto índice de desempleo, el escaso crecimiento y los dolorosos recortes. Los gobiernos de Irlanda, Portugal, España, Finlandia, Rumania e Italia están en esta lista, al igual que los Países Bajos, donde el Partido de la Libertad de ultraderecha se rehusó a apoyar las medidas de austeridad impuestas por el gobierno, lo que ocasionó el colapso del gobierno el mes pasado.
El actual estado de turbulencia política podría originar más alianzas incómodas en el futuro cercano, aunque podrían resultar contraproducentes.
Sarkozy buscó hacerse con el apoyo del considerable bloque de ultraderecha y se comprometió a atender las inquietudes del Frente Nacional, aunque descartó cualquier pacto formal con el partido. “Me rehúso a satanizar a los hombres y mujeres que al votar por Marine Le Pen emitieron un voto de crisis, un voto de ira, un voto de sufrimiento y un voto de desesperanza”, dijo para la radio francesa. “Debo tomar en cuenta el mensaje que enviaron, debo escucharlos sin reservas".
Sin embargo, muchos de sus críticos creen que tiende demasiado a la derecha en asuntos tales como la inmigración. Al anunciar su decisión de apoyar a Hollande, el centrista François Bayrou, quien obtuvo el 9% del voto en la primera ronda, dijo que no podía apoyar a Sarkozy porque las ideologías que abraza actualmente no son compatibles con los valores de su partido.
¿Crisis o antimigración?
¿Será acaso que la inestabilidad económica de la región significará un beneficio para la extrema derecha? Sin duda los partidos europeos de ultraderecha están resurgiendo, según Matthew Feldman, director del Grupo de Investigación sobre Radicalismo y Nuevos Medios de la Universidad de Northampton. Sin embargo, señaló que la tendencia no es absoluta y que la crisis de austeridad es solo una parte del escenario. Declaró que el movimiento de extrema derecha ha ganado terreno desde hace años, en parte gracias a sus esfuerzos por modificar la imagen racista y fascista que poseían. Agregó que esto no significa que no existan elementos racistas o simpatizantes del nazismo en las facciones de ultraderecha de los diferentes países, sin embargo, los líderes saben que deben mostrar al público un rostro más aceptable. En vez de lanzar ataques raciales abiertamente, apelan a la amenaza a la identidad nacional y critican el multiculturalismo, especialmente cuando se relaciona con el Islam, señaló Feldman.
Durante la campaña, la líder del Frente Nacional, Le Pen, lanzó un llamado a que Francia abandone la zona euro y que se restituya al franco; criticó la integración política de Francia con la Unión Europea. Su retórica también se basó en el sentimiento antiinmigrante y antimusulmán, tan arraigado en Francia. El discurso probablemente influyó en que Sarkozy polemizara durante las elecciones sobre el tema del etiquetado de carne halal y que dijera que hay “demasiados extranjeros” en Francia.
Feldman dice que, cuanto más ahonda en sus investigaciones, más parece que “el común denominador de esta narrativa de extrema derecha es que el Islam es salvaje, y significa una amenaza para la estabilidad y la paz en Europa".
Un informe de Amnistía Internacional emitido el mes pasado subrayó este asunto, al declarar que los musulmanes que viven en Europa sufren de discriminación en la educación, el empleo y la libertad religiosa.
Feldman compara esta situación con el antisemitismo del siglo XX y anterior. “Aún consideramos que ‘Europa es para los europeos’ tal como lo hacíamos hace 80 años”, dijo. “La historia no da ejemplos perfectos de repeticiones del pasado, pero creo que aquí hay una lección que aprender. En las épocas de incertidumbre y grandes cambios, buscar chivos expiatorios se vuelve una práctica popular para ganar votos y en este siglo el chivo expiatorio son los musulmanes de Europa".
Michael Minkenberg, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Europea Viadrina en Frankfurt —y que ha dado cátedra en las universidades de Nueva York, Cornell y Columbia—, considera que la preocupación por la inmigración, la ley y el orden, y “la sensación de que las cosas ya no son como antes” son parte medular de la base de la extrema derecha europea. Señaló que el “euroescepticismo”, como se le conoce a la resistencia hacia la integración política de Europa, va en aumento y que “hay cierta ansiedad por lo que va a suceder, hay una complejidad creciente y pocas garantías de parte de los gobiernos nacionales o de la Unión Europea".
Minkenberg señaló que la desconfianza hacia la élite política ha incrementado el apoyo a la extrema derecha en Austria, Bélgica y los países escandinavos, mientras que en Hungría el partido de ultraderecha Jobbik ganó una parte importante del voto en 2010.
El desencanto social
A pesar de tal tendencia, los analistas previenen de los peligros de sacar conclusiones absolutas basadas en las victorias de la extrema derecha en Francia y Grecia.
Thomas Klau, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, señaló que el Frente Nacional al mando de Jean-Marie Le Pen ha estado muy arraigado durante décadas en la vida política de Francia, aún antes de que su hija, Marine, se hiciera cargo el año pasado. Haber obtenido la quinta parte de los votos en la primera ronda electoral, aunque es notable, no indica un aumento en la prominencia de la extrema derecha.
Antes de la segunda vuelta, Hollande declaró para el diario Liberation que para él el fuerte apoyo que recibió el Frente Nacional es más la expresión de “la ira social del pueblo” que una firme adhesión a los puntos de vista más extremos del partido. Dijo que se reveló el descontento que existe, en particular en las áreas rurales, y entre los votantes de la clase trabajadora y que muchos ciudadanos se sienten olvidados por el gobierno.
Probablemente para reflejar tal desilusión, dos millones de votantes franceses arruinaron deliberadamente sus boletas luego de que Marine Le Pen dijera que eso era lo que ella haría.
Sin embargo, Klau asegura que una característica de las votaciones recientes ha sido la presteza del electorado para cambiar sus gobiernos sin caer en extremos políticos, como fue el caso de la elección de noviembre en España. Dijo que “sin importar el matiz político, los votantes de la zona euro han sido constantes al expresar su insatisfacción sobre la manera en la que sus gobiernos han manejado la crisis. Al mismo tiempo, han confiado lo suficiente en su propio sistema político como para reemplazar a los gobiernos con el grupo de oposición política más importante".
En Inglaterra, las elecciones locales efectuadas la semana pasada significaron grandes derrotas para el gobierno de coalición de los conservadores y los liberal-demócratas, a quienes se culpa de las impopulares medidas de austeridad.
Feldman señaló que, pesar de ello, no se dio el cambio hacia el ala radical. El Partido Nacional británico de extrema derecha perdió los seis escaños que defendía en los consejos locales y no ganó ninguno nuevo. El Partido Laborista, opositor de centro-izquierda, fue el que más se benefició de las derrotas de la coalición.
Klau señaló que en los Países Bajos, será temporal el impacto desestabilizador de la decisión que tomó el líder del Partido de la Libertad, Geert Wilder, de retirar el apoyo de su partido al gobierno propiciando su caída . La economía será clave para la elección de un nuevo gobierno con vistas a los comicios de septiembre; sin embargo, la extrema derecha no atrae el mismo nivel de apoyo que en Francia. Kostas Gemenis, de la Universidad de Twente en los Países Bajos, dijo que Wilders, quien busca un referéndum sobre el euro, prefirió abandonar la coalición antes que perder la credibilidad política al respaldar los dolorosos recortes que Europa exige.
Un auge relativo
Las exigencias de Europa también se hallan en el ojo de la tormenta política en Grecia mientras que los votantes de la endeudada nación se rebelan contra los recortes presupuestarios prescritos por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
Feldman señaló que el éxito de Amanecer Dorado, con su 7% de votos obtenidos en un resultado sin precedentes, es la manifestación de lo que podría llamarse un colapso económico.
Dijo que a la vez “un 7% es mucho, pero no es un 27 o un 37%. No creo que sea el momento de entrar en pánico por el auge de la ultraderecha. Amanecer Dorado no es algo que pueda repetirse en Europa".
Gemenis señaló que mientras Amanecer Dorado cobraba fuerza, otro partido de ultraderecha, LAOS, perdió su escasa presencia en el Parlamento, compuesto por 300 miembros, ya que los votantes los castigaron por apoyar el programa de austeridad del gobierno griego. Dijo que el perfil del simpatizante de Amanecer Dorado, publicado en el sitio web Choose4Greece que Gemenis diseñó para ayudar a los votantes a definir su filiaciones políticas entre un alud de partidos, era típicamente masculino, menor de 50 años y con un nivel educativo bajo.
Gemenis señaló que quienes declararon tener la intención de votar esta vez por Amanecer Dorado, cerca del 45% afirmó haber apoyado en 2009 a alguno de los dos partidos principales: PASOK y Nueva Democracia; un 20% admitió haber respaldado a LAOS.
Si el grupo de extrema izquierda Syriza no logra formar una coalición viable, es posible que se convoque a nuevas elecciones en Grecia el mes próximo. Sin embargo, Gemenis dijo que es difícil predecir si esto significará una victoria más para Amanecer Dorado. “Puede influir la forma en que los medios aborden el tema, pero no se pueden vislumbrar las consecuencias de que estos ataquen a la extrema derecha en vez de ignorarla tácitamente”, dijo, en referencia al enfoque que han asumido los medios griegos hasta ahora.
Entonces, ¿la extrema derecha representa una mayor amenaza a las libertades europeas? Minkenberg dijo que la intensidad que alcance el debate migratorio dependerá de cada país.
Señaló que más al este, en países como Polonia, Hungría, Bulgaria y Rumania, predomina una corriente diferente de pensamiento de ultraderecha. Allá, las encuestas sitúan a los grupos de extrema derecha con alrededor del 10% de las preferencias, pero tienden a asumir un tono más nacionalista, y agregó que los puntos de vista antisemitas gozan de mayor legitimidad que en el resto de Europa.
Feldman subraya la estrategia reciente de la ultraderecha que al parecer pretende impulsar un movimiento cultural en toda Europa en el que se considere al Islam como el mayor riesgo.
El mes pasado, grupos de extrema derecha en Escandinavia, Gran Bretaña, Alemania y el Este de Europa se reunieron en la ciudad danesa de Aarhus para lo que describieron como una reunión para concientizar a sus gobiernos sobre los peligros del extremismo islámico.
Aunque fue minimizada por una manifestación de las facciones de izquierda, la protesta fue un intento importante de los grupos de extrema derecha por crear una ruta en común, señaló Feldman. No se sabe cuánto empuje puedan generar con sus puntos de vista extremos. “Queda claro que muchos europeos no están contentos con estos asuntos —el cambio demográfico y el multiculturalismo”, señaló Feldman. “Sin embargo, no muchos pueden aceptar lo que la ultraderecha ofrece".