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Las armas sin detonar en Afganistán, un legado peligroso de la guerra

Muchos de los explosivos sin detonar, junto a las minas en el lugar, hacen que los niños corran el riesgo de ser mutilados o perder la vida
sáb 09 junio 2012 04:50 PM
Reuters
Soldados-Afganistán-Reuters Reuters

Los ecos de una batalla a través de un tramo desolado al este de la Base Aérea de Bagram, el  complejo militar  más grande de Estados Unidos en Afganistán, son los sonidos de un ejercicio de combate por parte del Ejército estadounidense. 

“Los ejercicios de entrenamiento incluyen armas grandes y pequeñas”, explica el sargento de primera clase, Steve Cunningham, de la Unidad de Policía Militar. “Solo hay que poner un poco de municiones a la artillería. El pueblo afgano sabe que hacemos esto para asegurarnos de que nuestras armas funcionen bien para futuras misiones”. 

El sargento dice que los ensayos de este tipo ayudan a mantener a sus tropas con las habilidades necesarias para mantener a los afganos seguros. 

Pero los pobladores que viven alrededor de la Cordillera de East River muestran su desacuerdo, ellos argumentan que los ejercicios militares de Estados Unidos ponen en riesgo su vida. 

“Los niños pasean y tocan todo lo que encuentran”, dijo Wali Muhammad Kuchi, un pastor nómada que está sentado al otro lado de la carretera mirando andanadas de fuego causado por los militares en la ladera de la montaña. “Estos niños no saben lo que es y no saben que puede estar lleno de explosivos”. 

Un grupo de niños de pie están a su alrededor a la espera de que los soldados se marchen de la zona. Van a recoger pedazos de metal y fragmentos para venderlo y obtener un poco de dinero necesario para sus familias. 

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Un niño nos dice que un kilogramo de chatarra le permite ganar alrededor de 150 afganos, unos tres dólares. 

Wali Muhammad perdió una pierna y un brazo por las minas terrestres en la década de los 80 en la Unión Soviética, y él se preocupa por la seguridad de su hijo Esakhil, de 13 años, uno de los tantos niños que van en búsqueda de desechos metales. 

Según Mohammed Sediq Rashid, jefe de Operaciones del Centro de Coordinación de Acción de Minas de Afganistán (MACCA, por sus siglas en inglés), por lo menos 12 civiles que viven en las aldeas que rodean el complejo han sido mutilados por las municiones o artefactos explosivos sin detonar en los últimos cuatro años. Al menos uno perdió la vida. 

Los pastores también están en riesgo. Cuando llevan a pastar a sus ovejas en las laderas llenas de balas, granadas, y en un caso reciente, un cohete anti-aéreo, de acuerdo con los militares estadounidenses. 

En una carpa junto al campo, nos encontramos con Abdul Rahman, un joven de 17 años. Él realiza una mueca de dolor mientras nos narra cómo perdió parte de su brazo izquierdo. 

“Somos nómadas. Llevábamos nuestras vacas a la montaña para que se alimentaran, de repente, algo me llamó la atención en el suelo”, describe Abdul Rahman. “Cuando lo recogí me golpeó como si una piedra explotara”, relata. 

Su padre, Zayar Gul, cuenta cómo llevó a su hijo a la base aérea de Bagram para pedir tratamiento de emergencia. Pero, dijo, fueron rechazados por los guardias locales que se encontraban en la puerta. Un funcionario militar de Estados Unidos en la base, dijo, que no estaba al tanto del caso. 

Abdul Rahman, fue conducido al Centro de Emergencias de Kabul para ser intervenido quirúrgicamente, y luego fue llevado a otro hospital en atención ocular para salvar su vista. Cuatro semanas después de la explosión, llevaba unas gafas de sol para proteger sus ojos lesionados.  

El joven de 17 años, también perdió parte de su otro brazo en una explosión similar haca varios años. Él cree que en ambos incidentes fue herido por artefactos explosivos sin detonar de Estados Unidos.

Tres décadas  de guerras sucesivas  en Afganistán lo han hecho uno de los países más minados del mundo. Pero ahora, artefactos sin detonar representan tres veces más riesgo que las minas, y muchos de los lesionados son niños, indicó MACCA. 

Naciones Unidas estima que aproximadamente 10 millones de minas terrestres permanecen aún en Afganistán. La mayoría de ellas son de fabricación soviética, el legado mortal perdura desde la guerra de Afganistán con ese país. 

Pero en estos días, Mohammad Sediq Rashid, jefe de Operaciones de MACCA, dice que las fuerzas de Estados Unidos deben reconocer plenamente su responsabilidad, y que hasta cierto punto, han fracasado en su deber de proteger a los civiles afganos. 

El sargento Cunningham de Estados Unidos asegura que sus tropas recogen los casquillos de la carretera y la basura que dejamos en el lugar. 

Sin embargo, las tropas no se aventuran a ir mucho más allá de la carretera porque saben que hay restos de explosivos por la guerra constante en el país.

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