Rena, la niña siria que murió por un tiro en la cara y el caos en Aleppo
Rena estaba jugando en el piso de su sala, en el regazo de su madre, cuando un disparo destrozó su mejilla. Hizo una mueca de dolor, lloró a su madre y después se quedó en silencio, mientras la sangre comenzó a fluir en su boca.
La bala salió de la nada, irrumpiendo por la ventana de cristal opaco en el balcón de la familia, derribando uno de sus dientes, y haciendo pedazos la vida de su familia. Sin embargo, en Aleppo, su calvario apenas había comenzado, ya que aquí la lucha siempre es encontrar ayuda médica.
Su vecino —las mujeres que cuidan de Rena no puede salir de sus casa si no están acompañadas por familiares del sexo masculino— la llevó entonces a toda velocidad a la calle, cargándola. Fue entonces cuando lo vimos. Ver a un hombre con una chica débil en brazos sigue siendo algo impactante, incluso en un contexto de atrocidades diarias como en Aleppo.
Le hizo señas a un camión para que se detuviera y fueron hacia el hospital. Los seguimos, sin estar seguros de lo que había sucedido. Después de un minuto, el vecino se percató de nosotros y decidió que nuestro coche podía desplazarse más rápido a través del tráfico. Detuvo el camión en el que iba, saltó y corrió hacia nosotros, con Rena desangrándose en sus brazos, y gritó pidiendo ayuda.
Aventó a Rena en el asiento de atrás y nos dijo que nos apresuráramos hacia el hospital, diciendo, “chicos, se está ahogando”. Entre el tráfico y los claxonazos, era nítido el sonido de Rena en su lucha por respirar. Un sonido de succión, junto con una gárgara. La sangre corría por sus mejillas. Su vecino gritaba por entre la ventana para que los coches nos dejaran pasar. Después de un minuto que parecía extenderse indefinidamente, el coche llegó al hospital.
El hospital Dar Al'Shifa recibe a personas con traumatismos de toda clase cada hora. Pero una niña con tiros en el rostro sigue siendo algo que estremece a los médicos. La llevaron a la sala de emergencia de la parte posterior y comenzaron a trabajar en su rostro. La bala había penetrado limpiamente a través de su boca, sin embargo, había hecho añicos el otro lado de su boca. Pronto se hizo evidente que pensaban que sobreviviría. Rena respiraba con mayor facilidad. Los vendajes hicieron que las heridas parecieran menos graves.
Pero persistía un problema. Dar Al'Shifa está en territorio rebelde, lugar en el que los suministros médicos están agotados y son difíciles de reponer. Las decisiones que diariamente toman los médicos desafían las creencias. En el caso de Rena, no pudieron operarla, a pesar de que fuera necesario. Los médicos se atrevieron a pensar lo impensable, y la enviaron al otro lado de la línea del frente, al hospital mejor equipado del gobierno. La subieron en un camión y luego se desvaneció.
Las mujeres que la cuidaban cuando fue disparada, su abuela y su madre, todavía seguían en casa, tratando de entender qué es lo que había sucedido. En las escaleras que llevan al departamento estaba la sangre de Rena. Dentro del departamento, estaba su diente. En la ventana estaba el pequeño agujero que había hecho la bala.
Un asesor de seguridad de formación militar y que trabaja con el equipo de CNN, evaluó el orificio y para él era evidente que la bala tuvo que haber salido de uno de los bloques de altos departamentos ubicados frente a la casa de Rena. Estos edificios se encuentran en territorio rebelde, pero se cree que los francotiradores, sobre todo los que trabajan para la infame milicia a favor del gobierno, conocida como la Shabeeha, trabajan dentro de las zonas controladas por los rebeldes. Pocos podrían explicar por qué el Ejército Libre de Siria dispararía en zonas en las que sus habitantes simpatizaban con ellos.
El cristal por el que la bala penetró estaba esmerilado, lo cual significa que el pistolero no habría visto con exactitud a quién disparaba. No obstante, la naturaleza deliberada de la forma tan indiscriminada en que ocurrieron los hechos hizo de esto algo aún más escalofriante.
Los integrantes de la familia estaban, en ese momento, tranquilos. Pensaban que Rena estaba teniendo los mejores cuidados y se preparaban para su peligroso viaje a territorio controlado por el gobierno para verla. Parecía que se había producido una milagrosa salvación.
A la mañana siguiente, volvimos. Los lugareños nos dieron la noticia en las calles. Rena había muerto. Era difícil creer que la chica a la que habíamos visto recuperarse, y que parecía estar fuera de peligro de la bala que debería haberla matado, hubieran muerto por sus heridas.
En un principio la familia se negó a hablar con nosotros. Nos dijeron que el padre de Rena se enojó porque entramos en la casa y temían represalias.
Tras una hora, un familiar nos recibió afuera. Dijeron que Rena había sido trasladada a dos hospitales públicos. En cada uno ellos, dijeron, los médicos habían tratado de ayudarla. En ninguno pudieron. Al parecer la bala, la cual no encontramos dentro de su casa, se había alojado en el interior de su garganta.
La bala de un francotirador había matado a una niña de cuatro años, lo cual nos hace pensar si alguna vez finalizará la violencia que en estos momentos envuelve a Aleppo, si su población civil alguna vez recuperarán su vida tal y como la conocían.