El líder sudafricano Julius Malema: ¿Populista u oportunista?
Julius Malema es un populista, un oportunista o ambas cosas, depende de a quién se le pregunte. Usando la boina que lo caracteriza, es noticia gracias a sus frases atragantes contra el gobierno.
Y a media que aumenta su retórica en contra del gobierno, también aumentan los titulares. Expulsado del liderazgo juvenil del partido gobernante en este año, el rebelde político está de regreso. Y está usando los conflictos laborales de la nación para difundir su mensaje.
Los trabajadores de la mina de Lonmin al noroeste de la nación—la tercera productora mundial de platino—iniciaron una huelga en agosto en demanda de aumentos salariales. En los días siguientes, 44 personas murieron como resultado de las protestas, entre ellas unas 35 asesinadas por la policía en un solo día.
Los huelguistas furiosos, llenos de rabia luego de la muerte de sus colegas, reiteraron sus demandas de salarios más altos. El descontento se expandió a las minas vecinas.
Malema apareció en la refriega, arengando a una huelga nacional y repitiendo su discurso de larga data de la nacionalización de las minas. Cantó y bailó con los mineros en huelga, y arremetió contra el gobierno por no hacer nada para acercarse a las masas.
"Seguimos jugando ese papel para garantizar que la clase obrera de Sudáfrica no se quede sin líderes porque aquellos que están a cargo con semejante responsabilidad se hayan tomado licencias para desentenderse de esta responsabilidad”, dijo a Christiane Amanpour de CNN.
Pero sus críticos aseguran que su mensaje descarado y populista es un show para impulsar su agenda política.
"Es totalmente metódico. No organiza huelgas. Solo trata de alimentarse de ellas”, dijo Steven Friedman, director del Centro para el Estudio de la Democracia de Johannesburgo.
"Lee en el periódico que hay una huelga, se dirige al lugar de la misma y da su discurso (…) Un hombre joven extrovertido que trata de amasar una fortuna simulando que es la voz de los pobres. Es muy lamentable”.
Sin embargo, algunos de los pobres y de los marginales están adhiriendo a su mensaje, dicen algunos.
"Para muchos, Malema es el hombre correcto, en el momento justo, que defiende las necesidades de los más pobres y desamparados”, dijo Ayo Johnson, director de ViewPoint Africa, que vende contenidos sobre el continente a distintos medios.
"Puede congregar a una multitud y jugar con las reglas de los medios internacionales. Es un instigador que mantiene su imagen de chico malo, rudo orador y macho. Nunca inhibido de estar en el ojo público, aprovecha la oportunidad para renovar su imagen luego de que muchos pensaran que había llegado su fin”.
El camino al partido gobernante
Malema, de 31 años, no es un personaje ajeno a la controversia. Su camino a la fama ha sido tempestuoso.
El exlíder de la juventud nació en 1981 en Seshego, una ciudad negra segregada de Sudáfrica. Fue criado por su madre soltera, que trabajaba como empleada doméstica.
Malema se unió al Congreso Nacional Africano antes de llegar a la adolescencia. Su tarea: arrancar de los edificios los carteles del partido opositor.
Saltó a la luz pública hace cuatro años, cuando fue electo líder del ala juvenil de izquierda del partido en una disputa electoral sumamente peleada. Poco tiempo después estaba provocando a los miembros de su partido.
Una vez golpeó a un periodista internacional, diciéndole que tenía “preferencias por los blancos”. Instó a un cambio de régimen en el país vecino de Botswana.
También demandó la nacionalización de las minas y la apropiación de las granjas propiedad de blancos en Sudáfrica, en un discurso particularmente incendiario en un país con historia de tensiones raciales.
Y en 2010, fue criticado por cantar una canción de la era del apartheid que dice "maten al Boer”, en referencia a los campesinos blancos. Primero el partido lo suspendió acusándolo de alimentar la división y el discurso del odio, luego lo expulsó en abril.
Ahora Malema es objeto de una investigación por supuesto uso de su cargo político para influir en los contratistas del gobierno. El niega estas acusaciones.
Si bien ha consternado a potenciales inversionistas y a la minoría blanca de la nación, retiene el apoyo de la base.
"Es una batalla entre la razón y el sentimiento, y Malema parece haber encontrado en los pobres algunos de sus aliados”, dice Johnson. Pero Friedman no coincide.
“Las únicas personas que creen que es el defensor de los pobres son los periodistas porque es una buena nota”, dice Friedman. "Hay personas interesadas en él, algunos que aspiran a ascender en la escala social y que piensan que su enfoque va a beneficiar a sus intereses. Pero también son muchos los que piensan que es un bufón”.
Malema versus el presidente
Alguna vez un gran defensor del presidente Jacob Zuma, ambos se han alejado a pesar del papel que cumplió Malema en impulsar la llegada al poder del presidente en 2009. Malema fue fundamental en la elección del presidente y recorrió el país haciendo campaña en su nombre.
En los últimos años, se ha convertido en su acérrimo crítico, y acusa a su administración de no lograr mejorar la vida de los más pobres. Sus cánticos de “abajo Zuma” son moneda corriente en sus reuniones políticas.
"Es en la presidencia de Zuma que hemos visto cómo se acallan las voces críticas”, dijo. "Hemos visto, bajo la presidencia de Zuma, cómo la democracia es reemplazada por la dictadura”.
Hoy la vida de Malema está muy alejada de su dura infancia.
A pesar de perder su empleo en el partido gobernante, lleva un estilo de vida de lujo que incluye mansiones, autos lujosos y viajes al exterior, según Friedman.
"Actualmente está desempleado, y sin embargo vive muy bien”, dijo. “Porque hay muchos ricos para quienes él es útil”.
Al igual que su vida, su legado está lleno de contrastes. "No ha cambiado la cara de la política de Sudáfrica, pero ha dejado su huella como una figura política rodeada de controversias, y que en este momento histórico está intentando encontrar nuevamente su lugar”, dice Johnson.
Esto sería ideal para la figura controversial. En 2011, Forbes lo nombró como uno de los 10 hombres jóvenes más poderosos en África.
Un año antes, la revista Time lo incluía en la lista de las personas menos influyentes.