Las exportaciones de camarón y el trabajo forzado en Bangladesh
Nota del Editor: Siddharth Kara, experta antitráfico es autora de Bonded labor: Tackling the System of Slavery in South Asia, que provee la primera revisión general sobre trabajos forzados en Asia del Sur.
(CNN) — En el tercer capítulo de mi nuevo libro acerca de trabajos forados, exploro la industria del camarón en Bangladesh. La cosecha del Chingri (camarón) provee un rico caso de estudio bien ilustrado de las muy poderosas maneras en las que el cambio climático puede contribuir directamente al tráfico de personas, la servidumbre por deudas y la explotación de trabajos forzados, especialmente en los países en vías de desarrollo.
Para investigar la industria del camarón en Bangladesh se necesita de un viaje a los puntos más azotados por los ciclones, al suroeste del país.
Aquí, uno encuentra cuatro etapas de la cadena de abastecimiento de la industria del camarón: la recolección del camarón bebé, los criaderos de camarón, la distribución a las procesadoras y el procesamiento del camarón. Cada una de estas etapas está manchada con alguna forma de severa explotación laboral.
La industria de camarón de Bangladesh es relativamente nueva y el reciente cambio de la agricultura tradicional a la acuacultura del camarón es, principalmente, resultado del cambio climático.
A principios de la década de 1990, los granjeros empezaron a notar más y más camarones de agua salada en sus canales de irrigación, principalmente debido a los altos niveles del mar.
Bangladesh se encuentra muy cerca de varias naciones exportadoras de millones de dólares en camarón, como Tailandia, India y Vietnam, de ahí que los propietarios de tierras hicieran cuentas rápidamente y se dieran cuenta de que el camarón de baja intensidad generaría mas ganancias de las que podrían redituar el arroz o las papas.
Rápidamente transformaron el área de agua fresca para la agricultura en acuacultura salada. Ahora hay más de 17,000 hectáreas de granjas de camarones de agua salada (ghers) en la costa del suroeste de Bangladesh, y más de 400,000 hectáreas de ghers de agua dulce más al norte. No puede crecer nada más ahí y ningún animal puede pastar.
“Nuestro hijos no tiene vegetales para comer, ni agua fresca, ni leche”, me dijo un granjero de camarón llamado Aziz. “Es terrible aquí, pero no tenemos opción. Tenemos suerte de tener estos camarones gher, de otra manera ¿Qué haríamos?”.
Aziz era un extrabajador forzado que logró cambiar de trabajos forzados al cultivo de camarón.
Cientos de miles de otros granjeros fueron desplazados forzosamente por las granjas de camarón, porque la cosecha de camarón necesita de mucho menos personas que las cosechas de agricultura. Muchos de estos campesinos fueron traficados a la India y al sureste de Asia para explotación laboral.
Los niños también son duramente explotados por el sector de camarón de Bangladesh. Miles de niños despiertan en los ríos lodosos, infestados de parásitos cerca de los bosques de manglares para atrapar a los camarones bebé en pequeñas redes azules.
Como lo explicó uno de estos niños llamado Mohammed: “Ninguno de nosotros vamos a la escuela. Desearía ir a la escuela, pero debo hacer este trabajo o de lo contrario no podría ganar suficiente dinero. Toda esta área es para la cosecha de camarón, así es que no hay ningún otro trabajo disponible para nosotros”.
Una vez capturado, el camarón bebé se pasa de tres a cuatro meses creciendo dentro de granjas de camarón como la de Aziz, después de lo cual son distribuidos a procesadoras en las que les quitan la cáscara, las venas, y/o les quitan las cabeza, antes de congelarlos para entonces poder exportarlos.
Casi todas las exportaciones de Bangladesh parten rumbo a Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Se rumora que esta etapa de procesamiento está llena de trabajos forzados, pero no tuve mucho éxito para tener acceso a las plantas, ya que me echaban de esos sitios bastante enojados y a punta de pistola de todas ellas, excepto una.
Según mis cálculos, casi uno de cada 57 camarones consumidos en el mundo están 'manchados' con trabajos forzosos, esclavitud o trabajo infantil, tan solo en Bangladesh.
Como el promedio de los ciudadanos estadounidenses consumen aproximadamente dos kilos de camarón al año, esto quiere decir que cada estadounidense come apenas de una a tres piezas de camarón 'manchado' cada año, tan solo de los que provienen de Bangladesh.
Mientras que el bajo costo de producción en países como Bangladesh ha ayudado a que el camarón se haya convertido en la comida de mar por excelencia en el mundo, es vital recordar que como muchos otros productos provenientes del tercer mundo, este mismo bajo costo de producción está directamente relacionado con la explotación humana y el daño ambiental.