OPINIÓN: "Mi visión para Estados Unidos", Barack Obama
Nota del editor: Barack Obama es el presidente de Estados Unidos y candidato demócrata.
Porque en los momentos de dificultad, Estados Unidos está en su mejor momento. Las pequeñas diferencias que nos consumen en tiempos normales se desvanecen rápidamente. No existen demócratas ni republicanos durante una tormenta, solo conciudadanos. Así es como superamos los momentos más difíciles: todos unidos.
Hace cuatro años, estábamos sumidos en dos guerras y la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Juntos hemos luchado por regresar a nuestro camino. La guerra en Iraq ha terminado, Osama bin Laden está muerto y nuestros héroes han vuelto a casa. Nuestras empresas han creado más de cinco millones de nuevos puestos de trabajo en los últimos dos años y medio. El valor de la vivienda y los 401K (fondos de retiro) están creciendo. Somos menos dependientes del petróleo extranjero de lo que hemos sido en los últimos 20 años. Y la industria automotriz estadounidense está de vuelta.
Todavía no estamos donde quisiéramos. Pero hemos progresado. Y el martes, Estados Unidos tendrá que elegir entre dos visiones fundamentalmente diferentes de lo que hacen fuerte a Estados Unidos.
Creo que la prosperidad de Estados Unidos fue construida sobre la fuerza de nuestra clase media. Nosotros no tenemos éxito cuando unos pocos de la clase alta están bien, mientras todos los demás luchan por salir adelante; estamos mejor cuando todo el mundo tiene una oportunidad justa, cada uno hace su parte justa, y todos juegan con las mismas reglas.
Cuando Bill Clinton fue presidente, él creyó que si Estados Unidos invertía en los conocimientos y las ideas de su gente, buenos empleos y empresas vendrían. Parte de su plan económico fue pedir a los estadounidenses más ricos pagar un poco más para que pudiéramos reducir nuestro déficit y seguir invirtiendo en la capacitación laboral y la educación, la investigación y la tecnología, mejores servicios de salud y una jubilación digna. ¿Y qué pasó? Al final de su segundo mandato, nuestra economía creó 23 millones de nuevos empleos. Los ingresos aumentaron. La pobreza se redujo. Los déficit se convirtieron en el mayor superávit de la historia.
En las últimas semanas de esta campaña, el gobernador Romney ha comenzado a llamarse a sí mismo un agente de cambio. Y le voy a decir a él una cosa: si ofrecer otro recorte de impuestos de cinco billones de dólares inclinado hacia los ricos, dos billones de dólares en gastos de defensa que nuestros militares no pidieron, y más poder para los grandes bancos y compañías de seguros es el cambio, está bien. Pero no es el cambio que necesitamos.
Sabemos lo que el cambio real es. Y no podemos renunciar a éste ahora.
El cambio es un Estados Unidos donde la gente de todas las edades tiene las habilidades y la educación que los buenos trabajos requieren. Tomamos a los bancos que habían estado sobrecargando los préstamos estudiantiles durante décadas e hicimos que la universidad sea más asequible para millones de personas. Ahora vamos a contratar a 100,000 profesores de matemáticas y ciencias para que los empleos de alta tecnología con salarios altos no terminen en China, y entrenen a dos millones de trabajadores en los institutos universitarios para las habilidades que empresas locales necesitan en estos momentos.
El cambio es un Estados Unidos que sea el hogar de la próxima generación de fabricación y la innovación. Yo no soy el candidato que dijo que deberíamos "dejar que Detroit se vaya a bancarrota", yo soy el presidente que apostó por los trabajadores y el ingenio estadounidenses. Ahora quiero un código tributario que deje de recompensar a las empresas que envían los empleos al extranjero, y empiece a premiar a las empresas que crean puestos de trabajo aquí; uno que deje de subsidiar las ganancias de las compañías petroleras, y continúe apoyando los trabajos de energía limpia y tecnología que reducirá nuestras importaciones de petróleo a la mitad.
El cambio es un país que da vuelta a la página de una década de guerra para construir nación aquí en casa. Así que mientras yo sea comandante en jefe, vamos a perseguir a nuestros enemigos con el ejército más poderoso del mundo. Pero es el momento de utilizar los ahorros del fin de las guerras en Iraq y Afganistán para pagar nuestra deuda y reconstruir América: nuestras carreteras, puentes y escuelas.
El cambio es un país donde podemos reducir nuestro déficit recortando el gasto en lo que podamos, y pidiendo a los estadounidenses más ricos que vuelvan a las tasas de impuesto sobre la renta que pagaban cuando Bill Clinton era presidente. He trabajado con los republicanos para recortar un billón de dólares de gastos, y voy a hacer más. Voy a trabajar con cualquier persona de cualquier parte para mover este país hacia adelante. Pero no voy a estar de acuerdo con eliminar el seguro de salud para millones de ancianos pobres, o discapacitados de Medicaid, o convertir el Medicare en un vale sólo para pagar por otro millonario recorte de impuestos.
La gente en lo más alto no necesita otro campeón en Washington. Las personas que necesitan un campeón en Washington son los estadounidenses cuyas cartas leo en la noche, los hombres y mujeres que me encuentro en el camino todos los días. Los cocineros y personal de limpieza trabajando horas extras en un hotel de Las Vegas. El fabricante de muebles reentrenando para una carrera en biotecnología a los 55 años. El maestro que se ve obligado a pasar menos tiempo con cada estudiante en su salón de clases lleno de gente. Sus hijos, que sueñan con convertirse en algo grande. Todos los propietarios de pequeñas empresas tratando de ampliar y hacer lo correcto por sus empleados; todos estos estadounidenses necesitan un campeón en Washington.
Cuando estos estadounidenses están bien, Estados Unidos está bien. Ese es el cambio que necesitamos en estos momentos. Es hora de terminar lo que hemos empezado —educar a nuestros hijos, formar a nuestros trabajadores, crear empleos, nueva energía y nueva oportunidad— para asegurarse de que no importa quién eres, de dónde vienes, o cómo empezamos, este es el país en el que tú puedes lograrlo si lo intentas.
El Estados Unidos en que creemos está a nuestro alcance. El futuro que esperamos se encuentra dentro de la mira. Es por eso que estoy pidiendo tu voto este martes.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Barack Obama