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"Nos moríamos de hambre rodeados de dinero", dice el hijo de Pablo Escobar

El hijo del narcotraficante que sembró el terror en Colombia a finales del siglo XX narra cómo fue la vida al lado de su padre
dom 10 febrero 2013 01:52 PM

Sebastián Marroquín aprendió de Pablo Escobar que la vida es mucho más que satisfacer la propia ambición y que el dinero no vale nada si no se tiene la libertad para poder gastarlo. 

“Yo tuve lecciones muy fuertes en las que nosotros estábamos muriéndonos de hambre, escondidos con mi padre pero rodeados de dinero en efectivo, así que el dinero pierde total importancia cuando la vida te lleva a esos extremos", dijo a CNN en Español el hijo del narcotraficante más famoso de Colombia, Pablo Escobar. 

"Por más dueño que seas de millones, si no dispones de la libertad, ni de la integridad moral para disfrutarlos, esos millones no valen nada”, agregó.

El hijo del capo que sembró terror en Colombia con asesinatos y coches bomba en la década de 1980 e inicios de 1990 narró cómo fue su niñez al lado del conocido narcotraficante y las consecuencias que tuvieron en su vida “los pecados de su padre”.

Marroquín recuerda que a los 8 años un grupo de militares entró al colegio donde estudiaban él y su hermana, por lo que el director de la escuela lo sacó del salón de clases y lo metió debajo de su escritorio.  

“Me empecé a preguntar a los 8 años, ¿qué he hecho yo para que me vengan a buscar?”, desde ese momento entendió que durante su vida tendría que enfrentarse al “legado de violencia, sangre y dolor” que dejó su padre en la Colombia del siglo XX y a que muchos padres le prohibieran a sus hijos hacer amistad con él.

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Escobar, un padre amoroso

Pablo Escobar, de acuerdo con su hijo, fue un hombre que siempre estuvo presente pese a sus ausencias, en las grabaciones y cartas que les enviaba, así como un padre y un esposo cariñoso cuya vida pudo haber sido diferente.  “A pesar de ejercer la maldad por fuera de casa se ocupó de inculcarme valores humanos”, consideró.

“Nunca he renegado del amor que siento por mi padre y nunca lo he considerado el culpable absoluto de lo que sucedió” dijo y recordó que Escobar intentó en dos ocasiones entrar a la universidad.

“Intentó estudiar abogacía y periodismo, él nunca fue aceptado porque Colombia es restrictiva a la hora de ofrecer posibilidades en educación superior. Mi pregunta es  ¿cómo habría cambiado la historia de mi país si a mi padre se le hubiera dado la oportunidad de educarse?, creo que hubiera encontrado formas muy diferentes a las de la violencia para subsistir y encontrar formas de satisfacer su ambición”.

Escobar llegó a tener tanto poder y dinero por su actividad en el narcotráfico que ofreció pagar la deuda externa de Colombia. Tenía colecciones de coches antiguos, costosas motocicletas, obras de arte, extravagantes viviendas con griferías de oro y hasta un zoológico privado, una vida muy diferente a la del muchacho que era el hijo del vigilante del barrio cuando conoció a la madre de Sebastián.

“Ellos se hicieron novios cuando mi mamá tenía 13 años y mi papá 25, eran muy pobres, ambos vivían en un barrio con muy poca capacidad económica, se enamoraron, fueron novios dos años y se escaparon para casarse… Yo suelo recordarle a mi madre que ella no se enamoró de Pablo Escobar sino del hijo del vigilante del barrio”.

Tras una vida de narcotráfico, Escobar murió abatido en un barrio de Medellín hace ya casi 20 años, después de haber obtenido a través del dinero prácticamente todo lo que quiso. 

Aprendí a construir y no a destruir

“Todo Colombia nos quería fuera del país o muertos”, narra Marroquín, quien dice que solicitaron asilo político en muchos países pero “nadie quería ocuparse de lo que había quedado de la familia de Pablo Escobar”.

Mozambique fue el país que los aceptó por lo que su mamá, su hermana, su entonces novia y él salieron de Colombia después de pagar una cifra millonaria a la mafia colombiana para garantizar la paz de su familia. Sebastián tenía 16 años.

Tras considerar que Mozambique no era el mejor lugar para alcanzar sus metas de desarrollo personal y estudios, los Escobar se mudaron a Buenos Aires, donde tuvieron problemas legales que lograron resolver.

El joven se cambió el nombre a Sebastián Marroquín e intentó empezar una vida nueva, estudió diseño industrial y arquitectura. Asegura que se siente en paz y que entiende que los hijos no pueden cargar con los pecados de los padres.

“Siempre van a haber personas que no ha  perdonado, que no han entendido que hay que reconocer al individuo… las decisiones que él tomó no nos hacen culpables a nosotros del daño que él causó”, dijo durante la entrevista.

En 2009 Marroquín colaboró en un documental llamado Pecados de mi padre que narra la vida del narcotraficante desde el punto de vista de su hijo, años después lanzó una línea de ropa cuyo objetivo asegura era mandar un mensaje de paz y reflexión a los jóvenes pero  que causó polémica al usar la imagen de Escobar.

La figura del narcotraficante cobró revuelo este año con el estreno de la serie colombiana Escobar: El Patrón del Mal, producida por Caracol Televisión y  cuyos productores son familiares de víctimas del capo.

Sobre la serie, Marroquín considera que no está del todo apegada a la realidad y que “genera un clima de cierta apología” hacia Escobar, “creo que las historias que se cuentan sobre mi padre tienen que dejar un mensaje de reflexión y no un manto de duda o adulación”, consideró.

Marroquín se considera un pacifista que se volvió arquitecto para “construir” pues de la niñez al lado de su padre aprendió que “destruir es una de las cosas más fáciles que hay”.

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