Marco Rubio, la esperanza hispana de los republicanos
El senador Marco Rubio será el segundo protagonista de este martes en el discurso del Estado de la Unión, en el que Barack Obama expondrá la situación del país. Rubio, de origen hispano, será la cara de los republicanos, que lidian con un proceso de renovación tras el fracaso en las elecciones de noviembre. ¿Qué esperanza representa Rubio en ese proceso?
El senador por Florida proviene de una familia que no es ajena a las dificultades de los inmigrantes, y destaca por su trayectoria a pesar de su edad, por su papel como miembro del partido conservador y su rol frente a las más recientes propuestas de reforma inmigratoria que se discuten en el congreso de Estados Unidos, como subraya Michael Grunwald en un artículo publicado por la revista Time en su última edición.
Los líderes conservadores esperan que Rubio pueda atender el problema que los cambios demográficos han significado para los republicanos, y por eso lo eligieron para dar una respuesta, en inglés y en español, al discurso del Estado de la Unión de Obama.
Rubio ha estado rodeado de inmigrantes toda su vida, su familia es de origen cubano y se unió a otra familia de extranjeros para vivir en el oeste de Miami, en un vecindario de inmigrantes. Ahí fue donde comenzó su trayectoria política que lo ha llevado desde Comisionado de la Ciudad hasta senador de Estados Unidos. Dos años después de su llegada a Washington, se ha vuelto uno de los protagonistas en el debate sobre la reforma inmigratoria y un personaje clave en los esfuerzos del partido republicano por ganar la simpatía de la población hispana después de las elecciones de 2012, de acuerdo con Time.
Aunque Rubio tenga raíces inmigrantes, también es parte del movimiento conservador de una nueva generación que creció en la era del antigobierno de Ronald Reagan, por lo que los compromisos partidistas no son su fuerte, explica Grunwald. El senador de Florida ha establecido sus propias condiciones para un acuerdo sobre inmigración, entre las que destacan los términos severos para que los indocumentados adquieran la ciudadanía, una medida que él mismo antes llamó “sustituto de amnistía”.
Durante una entrevista, el 1 de febrero con la revista Time, Rubio señaló que los indocumentados no tienen ningún derecho de permanecer en Estados Unidos, aseguró que no apoyaría ninguna propuesta que pretenda recompensar a quienes rompan la ley y defendió los argumentos de los detractores de la reforma quienes dicen que los indocumentados abusan de los que pagan impuestos. “¿Alguien violó la ley y recibe beneficios de los contribuyentes? Esa es una razón legitima para estar molesto” dijo.
Hasta ahora, los esfuerzos de Rubio por balancear los principios republicanos y el estado de derecho, con la compasión, apelando a la base electoral, han funcionado. Después de colaborar en la primera propuesta de reforma inmigratoria con un grupo partidista de senadores, ha fungido como el principal portavoz en la radio conservadora y en Fox News, agradando a comentaristas políticos de derecha como Rush Limbaugh o Sean Hannity, cuya oposición a las medidas de “amnistía” ayudaron a sofocar los planes de reforma inmigratoria en la gestión de George W. Bush.
El mismo Rubio considera que aún tiene trabajo pendiente en el tema de inmigración, en el que ha cambiado de opinión en el pasado. “Tengo que balancear la humanidad con la realidad” dice Rubio, “tenemos leyes de inmigración que hay que seguir, pero también hay un elemento humano. Como político, hay que encontrar el balance”.
En su autobiografía, An American Son, Rubio describe que su mejor amigo en la infancia fue su abuelo, un orgulloso exiliado cubano quien odiaba a Fidel Castro y le enseño a creer en Ronald Reagan, en el excepcionalismo americano y en sí mismo. En otro libro, The Rise of Marco Rubio, el periodista Manuel Roig Franzia reveló que el abuelo de Rubio también fue un inmigrante indocumentado que fue detenido en el aeropuerto de Miami y se ordenó su deportación después de huir de Cuba en 1962. Pero nunca lo deportaron y obtuvo la residencia en Estados Unidos con la Ley de Ajuste Cubano de 1966 que aún le ofrece un trato especial a los refugiados cubanos.
Rubio dijo que no sabía sobre la estancia ilegal de su abuelo pero explicó en el artículo de Time que la situación por la que pasó ilustra la complejidad que rodea al tema de la inmigración. “Él no tenía el derecho legal de estar aquí, pero Estados Unidos no iba a deportar a un hombre anciano a una dictadura comunista” dice Rubio. “Es similar a los casos de niños a los que trajeron aquí ilegalmente y no tienen memoria del lugar donde nacieron. Estados Unidos es un país con compasión que dice ‘ayudemos a esta gente’. Pero hay que hacerlo de manera que no motive a otras personas a traer a sus hijos en el futuro para que se beneficien. Es complicado”.
Cuando anunció su campaña para un puesto en el Senado en 2010, Rubio atacó al gobernador de Florida, Charlie Crist, por su apoyo a la reforma inmigratoria que sería amnistía liberal y resultaría positiva para Obama. Además se opuso al DREAM Act que le hubiera concedido estatus legal a los inmigrantes indocumentados que llegaron siendo niños. Rubio venció al gobernador Crist por el puesto al Senado y obtuvo más de la mitad del voto hispano.
En 2012, Rubio estuvo a punto de introducir una ley que pretendía lo mismo que el DREAM Act, pero en menor escala, sin embargo el gobierno de Obama concedió estatus legal temporal a los dreamers antes de que Rubio actuara. Después de la elección presidencial en la que el candidato republicano, Mitt Romney, obtuvo el 27% del voto hispano, el partido conservador se convenció de que no tendrá el apoyo del grupo demográfico de mayor crecimiento en EU, mientras los hispanos los consideren un obstáculo para arreglar el sistema inmigratorio.
De acuerdo con Time, Rubio es precavido al momento de definir el potencial que tiene la reforma inmigratoria para rescatar al partido republicano. “Si alguien tiene la ilusión de que de pronto nuestro porcentaje de electores hispanos se va a duplicar, déjenme disuadirlos ahora” dice Rubio. Al referirse al problema del voto hispano el senador dice que los electores “se creen la mentira que la izquierda está promoviendo de que no recibimos a otros solo porque queremos aplicar las leyes de inmigración. No es cierto, no es justo pero es lo que es”.
Ahora en sus esfuerzos por reformar el sistema para todos los inmigrantes, Rubio reconoce que no hay manera de deportar a 11 millones personas que viven escondidas, pero le preocupa que una generosidad excesiva pueda atraer a otros 11 millones. El legislador apoya la ruta hacia la ciudadanía para indocumentados, pero únicamente después de que las fronteras se hayan asegurado y se implemente un programa de verificación para empleados extranjeros. Y a pesar de que está de acuerdo en conceder estatus legal provisional a los indocumentados, insiste en que vayan al final de la fila de trámites de residencia permanente y se rehúsa a permitirles que reciban beneficios de programas del gobierno federal.
El presidente Obama se ha pronunciado por principios similares, pero Rubio lo ha criticado por suavizar su postura frente a la aplicación de medidas de seguridad, entre otros temas. Los acuerdos que se logren entre el gobierno de Barack Obama y los legisladores en el congreso y el senado se verán definidos por la participación de figuras políticas como Marco Rubio.
El senador republicano enseña una clase en la Universidad Internacional de Florida y una mañana le dijo a sus alumnos cómo funciona la política en realidad. “Si sabes que la única manera de perder tu asiento en el Congreso es que alguien se vea más conservador que tú, entonces no dejas que nadie esté a tu derecha”, explicó Rubio a una mayoría de alumnos con herencia hispana. “No les estoy diciendo que así debería ser. Pero así es. Esta clase no es de buen gobierno, es de política”.
Marco Rubio cuenta con admiradores y adversarios que lo han criticado porque su carrera se ha tratado más sobre la política y la auto promoción y menos sobre el buen gobierno, algo que incluso su autobiografía confirma, pues no menciona ningún logro sustancial de acuerdo con la revista Time.
Dadas sus contradicciones sobre el tema de la inmigración en el pasado, existe un consenso de que los cálculos políticos van a guiar las decisiones de Rubio frente a la reforma, pero nadie sabe en qué dirección. Su rechazo al acuerdo por el abismo fiscal, al alza del techo de deuda y su descripción del plan de salud de Obama como suicidio económico, lo mantienen cerca de la facción más conservadora entre los republicanos. Así que la reforma inmigratoria le ofrece la oportunidad de demostrar que puede ser un político conciliador o la de afianzar su postura como un firme partidario republicano.
“No pretendo echar agua fría sobre los esfuerzos de reforma”, dice Rubio “son buenos esfuerzos, pero hay que ser realistas sobre los peligros que se avecinan. Se trata de un problema muy difícil que el país no ha resuelto en más de dos décadas”.
Rubio dice que no tiene idea sobre lo que hará en 2016, si buscar la reelección en el Senado, algún otro cargo o volver al sector privado. Algunos expertos dudan que Rubio persiga la presidencia tan temprano en su carrera pues ha tenido algunas dificultades personales y es posible que su mentor Jeb Bush busque el mismo puesto en 2016. Por ahora, dice estas contento trabajando para que los inmigrantes puedan conseguir un mejor futuro para sus hijos como sus padres lo hicieron por él, algo que sin duda podría ayudar a su carrera política.