El crucero Costa Concordia revela sus más oscuros secretos
La impresión de ver al Costa Concordia abandonado y hundido no disminuye con el tiempo. Ha transcurrido más de un año desde que las prístinas aguas de las islas Giglio se hicieron famosas no por su belleza sino por la tragedia que ocurrió en sus costas.
Ha pasado más de un año desde la catástrofe en la que el barco zozobró y sus secretos comienzan a surgir en un reporte del fiscal que ofrece detalles sobre lo que ocurrió con algunas de las víctimas .
La historia más desgarradora es la de una niña de cinco años, Dayana Arlotti y su padre, William, quienes no lograron conseguir espacio en un bote salvavidas. Ambos lucharon por llegar al otro lado del barco pero cayeron en un abismo inundado y se ahogaron. Dayana fue la víctima más joven. Es difícil creer que los adultos que iban en el bote se rehusaron a ceder su asiento a una niña que apenas había comenzado la escuela.
También está el horror soportado por la camarera Erika Molina. Ella consiguió un espacio en el bote salvavidas pero cayó al mar en medio del caótico lanzamiento del mismo. Sin chaleco salvavidas se hundió bajo el agua y fue arrastrada por las corrientes marinas mientras el crucero zozobraba.
Maria D’Introno es la única víctima cuyo cuerpo no ha sido encontrado. Ella tampoco pudo subirse a un bote salvavidas, en su mayoría usados por mujeres y niños. La última vez que fue vista estaba temblando al borde de la nave. Eventualmente saltó al agua helada. No tenía chaleco salvavidas y no pudo nadar. Se ahogó a unos cuantos metros de la costa, donde los isleños veían horrorizados lo que ocurría.
Giuseppe Girolamo era un músico que iba a bordo con suficiente suerte para conseguir inicialmente un asiento en un bote salvavidas que finalmente cedió a alguien más. También se ahogó.
El capitán Francesco Schettino es investigado por homicidio involuntario y abandonar el barco. Los fiscales dicen que debe ir a juicio junto con cuatro miembros de la tripulación y un gerente que estaba en tierra.
Uno de los acusados es Manrico Giampedroni. Antes había sido declarado un héroe, ya que fue la última persona en abandonar el barco, pero ahora es acusado de fallar en sus deberes y ayudar a la evacuación.
La tragedia es recordada como si hubiera ocurrido ayer, de acuerdo con un residente de la isla. Esta pequeña comunidad marítima está habituada al poder del mar; los muros de los hoteles locales están cubiertos con fotos en blanco y negro de buques de carga hundidos. Pero lo que impactó a los lugareños es lo que ocurrió en esa noche tranquila de enero a un crucero con el más moderno equipo de navegación. Pese a todos los avances en su diseño y tecnología, 100 años después del Titanic, una vez más los pasajeros no tenían suficientes botes salvavidas.
Desde la catástrofe, la pequeña población de isleños aumentó en docenas de expertos.
La operación para rescatar al Concordia es la mayor de su tipo, ya que incluye a 111 buzos que trabajan 24 horas al día. Están ayudando a depositar 18,000 toneladas de concreto bajo el cascaron para estabilizarlo antes de ponerlo en posición vertical en el verano. Enormes tanques flotantes están siendo preparados para funcionar como salvavidas. Los flotadores serán presurizados con aire para que el Concordia flote de nuevo, lo que permitirá a los expertos remolcarlo hasta tierra firme para cortarlo y convertirlo en chatarra, algo que no puede ser hecho en el agua por temor a que cause una contaminación devastadora en el parque nacional. Pero incluso si la operación es exitosa, tomará más de dos años remover por completo los restos.
Aunque no hay un monumento permanente sobre la tragedia en Giglio, muchos isleños recuerdan el desastre cada vez que ven por su ventana. Pero incluso si el crucero es retirado entre septiembre y octubre, los recuerdos de ese viernes 13 de enero del 2012 permanecerán en Giglio.