El gobierno brasileño envió una solicitud de explicaciones "rápidas" y "por escrito" a Estados Unidos, por la denuncia de que sus servicios de inteligencia espiaron los teléfonos y correos electrónicos de la presidenta Dilma Rousseff.
El canciller brasileño, Luiz Alberto Figueiredo, explicó este lunes en una rueda de prensa que planteó esa exigencia al embajador de Estados Unidos en Brasil, Thomas Shannon, a quien convocó tras ser informados sobre el supuesto espionaje a Rousseff.
"Transmití la indignación del gobierno brasileño con estos hechos" y "manifesté que la violación de las comunicaciones de la presidenta es inadmisible, inaceptable, y constituye una violación de la soberanía brasileña", declaró el canciller.
Pese a que se le preguntó más de una vez, Figueiredo no quiso responder preguntas sobre la visita de Estado a Washington que Rousseff tiene previsto hacer el 23 de octubre.
"No estoy aquí para hablar de esa visita", respondió incluso cuando se le preguntó directamente sobre si pudiera ser cancelada.
En la rueda de prensa participó también el ministro de Justicia, José Eduardo Cardoso, quien afirmó que el espionaje es "mucho más inaceptable" porque la víctima ha sido la jefa de Estado, pero también porque es realizado por un "país amigo", con el que Brasil tiene incluso una "sociedad estratégica".
Cardoso, no obstante, dijo que el gobierno brasileño esperará las nuevas explicaciones que ha pedido y después decidirá qué tipo de "respuesta" dará a esta situación.
No obstante, aseguró que, como consecuencia de
Según afirmó este domingo el canal de televisión Globo, los servicios de inteligencia de Estados Unidos espiaron el contenido de conversaciones telefónicas y correos electrónicos intercambiados por Rousseff con decenas de asesores.
Esas nuevas denuncias se apoyaron en documentos entregados por el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA)
El novio de Greenwald, el brasileño David Miranda, fue retenido en Londres por la policía británica hace 15 días, lo que generó un incidente entre Brasil y Gran Bretaña, que se sumó al malestar que el gobierno brasileño tenía ya por el presunto espionaje de Estados Unidos.
Las primeras
Esas denuncias centraron también la visita que hizo a Brasil el 13 de agosto el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry. El jefe de la diplomacia estadounidense recibió una fuerte queja de Brasil por la "interceptación electrónica".
Según el gobierno brasileño, ese espionaje "puede atentar contra la soberanía, contra los derechos individuales e incluso contra los derechos humanos".
La respuesta de Kerry no fue del todo satisfactoria, pues si bien dijo que "entendía" las quejas, afirmó que las actividades de los servicios de inteligencia estadounidenses son "legales" y además "necesarias" para garantizar la seguridad global.