Ellos quitaron la bandera de EU en La Habana, ahora vuelven a verla ondear

Los tres infantes de Marina que arriaron la bandera de la sede diplomática por última vez en 1961 regresaron a Cuba para un hecho histórico

Un hermoso día de enero de 1961, tres infantes de Marina salieron del edificio de la Embajada de Estados Unidos en La Habana y arriaron la bandera que había estado ondeando orgullosamente en el exterior.

El acto en sí era rutinario, pero las implicaciones eran enormes.

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"No pensé nada en particular", recuerda James Tracy, quien entonces era sargento mayor de artillería del destacamento de seguridad de la embajada. "Simplemente

Sin embargo, también se estaba terminando la relación entre Estados Unidos y Cuba. Un día antes, el entonces presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower había anunciado el tiro de gracia a la que había sido una relación cada vez más fría.

Los tres infantes de Marina no supieron que la bandera estadounidense no volvería a ondear en la Embajada de Estados Unidos en La Habana por 54 años.

Sin embargo, tras la reanudación histórica de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, a mediados de este año, regresaron a La Habana para la que se llevó a cabo este viernes 14 de agosto.

Eisenhower reaccionó luego de que el relativamente nuevo presidente de Cuba, Fidel Castro, ordenara que todos los diplomáticos estadounidenses, excepto once, se retiraran del país.

"Hay un límite a lo que Estados Unidos puede tolerar por dignidad", dijo Eisenhower en ese entonces. "Se ha llegado a ese límite".

Sin embargo, los infantes de Marina que arriaron la bandera ese 4 de enero se sorprendieron por lo repentino del cierre de la embajada y lo mucho que duraría.

"Pensé que tres años", dijo Tracy a CNN esta semana. Pensó que eso sería lo que el cese de las relaciones duraría.

El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, reconoció que fue una espera larga en sus comentarios durante la ceremonia de izamiento de bandera del viernes. Dijo que los tres infantes de Marina habían hecho "la audaz promesa de que un día regresarían a La Habana para izar la bandera una vez más. En ese entonces, nadie se podía imaginar lo distante que sería ese día".

"Sabíamos que la estábamos cerrando, pero no teníamos idea de los detalles", dijo el entonces sargento de artillería Francis East, otro de los infantes de Marina que participó en el arriamiento de la bandera. "En lo que a mí concierne, fue un día triste".

East lamentó particularmente el tener que dejar a sus amigos. Había estado en la embajada durante dos años y había aprendido a amar a Cuba.

"Pensaba que era un paraíso", recuerda.

El tercer infante de Marina que participó en el arriamiento de la bandera, el cabo Larry Morris, también recuerda La Habana con cariño.

"La ciudad me había impresionado", contó a CNN. "La gente era maravillosa, amistosa".

Mientras los infantes de Marina recogían la bandera, una gran multitud de cubanos que esperaban obtener una visa estadounidense de último minuto observaba en silencio.

"Miramos al astabandera, miramos a la gente, miramos al astabandera", contó Tracy. "Ellos simplemente se dispersaron por la banqueta".

"Sabían que íbamos por la bandera", agregó. "Ellos simplemente se quitaron de nuestro camino".

Fue un momento solemne, pero también caótico.

Tracy, East y Morris cuentan que los días que precedieron al cierre de la embajada fueron muy agitados. Había que destruir documentos confidenciales, retirar equipo y empacar los objetos personales… y había que hacerlo todo mientras protegían a la embajada y a su personal.

Luego de que hubieron arriado la bandera, los infantes de Marina siguieron empacando sus pertenencias. Más tarde, abordaron un barco y dejaron el país.

Morris tuvo que dejar una de sus posesiones más preciadas.

"Era un DeSoto de 1949", contó a CNN. "¡Pasaré la mayor parte de mi tiempo (en La Habana) buscando entre los autos viejos para ver si puedo encontrarlo!".

Encontrar un DeSoto en una ciudad famosa por que hay autos clásicos por todas partes será una tarea difícil, pero Morris tiene al fin la oportunidad de intentarlo por cortesía del mismo gobierno que le ordenó que plegara la bandera ese fatídico día de enero.

East está emocionado de estar de vuelta en la embajada estadounidense para ver las barras y las estrellas ondeando por fin en lo alto del edificio.

"¡Tan solo ver la bandera volver a ondear sobre Cuba será grandioso!", dijo.

Los tres hombres no esperaban izar la bandera esta vez, tarea que desempeñan los actuales infantes de Marina. Tracy dijo que así debería ser.

"Ese es su trabajo ahora", dijo. "Protegerán (la bandera) igual que nosotros en nuestra época. Allí estará y allí se quedará… espero".

Proteger la bandera es una tarea que entiende y que se toma muy en serio.

"Protegí esa bandera por 30 años", dijo a CNN el veterano de Vietnam que ahora está jubilado y vive en Alabama. "A veces pensé que no podría continuar, pero lo hice".

Tracy sirvió dos veces en Vietnam y resguardó otro puesto diplomático en Rabat, Marruecos, en donde conoció a Mary, su esposa, quien entonces era administradora en el Servicio Exterior. En algún momento también formó parte de la escolta personal del secretario de Estado, Dean Rusk.

East fue dos veces a Vietnam y luego se volvió reclutador del Cuerpo de Infantes de Marina. Tras jubilarse, se volvió empleado de la oficina de Correos y ahora vive en Tennessee.

Fue uno de los dos afroestadounidenses de la generación de 1959 de la Embassy School del Cuerpo de Infantes de Marina y uno de los primeros infantes de Marina afroestadounidenses que hicieron su entrenamiento inicial en Parris Island.

Morris sirvió una vez más (en India) antes de retirarse. Luego trabajó como maquinista en Virginia Occidental.

Izar la bandera, al igual que arriarla, es un acto de rutina para los infantes de Marina. Pero, al igual que hace 54 años, las implicaciones del acto ejecutado el viernes fueron enormes.

"Es un paso más para la paz", dijo Tracy.