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Los bombardeos de Rusia en Siria: ¿por qué ahora y qué sigue?

El presidente Putin aprovecha el estancamiento de los esfuerzos occidentales contra ISIS para consolidar su influencia, según observadores
sáb 03 octubre 2015 09:52 AM
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Días después de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, habló ante Naciones Unidas, su país ejecutó sus primeros ataques aéreos en Siria, a cuyo régimen apoya.

A lo largo de la semana anterior, una oleada de imágenes satelitales mostró la presencia creciente de las fuerzas armadas rusas en la costa siria, una zona que aún está bajo el control del presidente Bachar al Asad pero bajo amenaza creciente.

Los rusos también han aumentado el suministro de equipo militar avanzado y de entrenadores para el régimen sirio.

El aeropuerto principal, situado a unos 25 kilómetros al sur de Latakia —localidad costera de Siria—, ahora parece una base militar según las imágenes, en las que se ven avanzados aviones caza Sukhoi Fencer y tanques T-90, helicópteros de transporte y ataque, pipas de combustible y refugios reforzados. Según la publicación Intelligence Review del sitio IHS Jane, las fotos satelitales muestran a casi 30 aeronaves de combate. También se ha visto desarrollo en otros dos sitios cercanos a Latakia.

En los reportes locales se habla de la llegada de rusos a los hoteles de Latakia; solo dicen que volarán los aviones de carga, posiblemente los gigantescos Ilyushin 76 y los Antonov 124 que traen gran parte del equipo.

Pero ¿por qué Rusia querría involucrarse en el embrollo sirio, conflicto que ha desconcertado a todo aquél que ha tratado de influir en él? ¿Es para defender a un aliado, al Asad, y para obligar a Occidente a negociar con él? ¿Para proteger su propio acceso al Mediterráneo? ¿Para respetar el acuerdo con Irán para favorecer a los grupos rebeldes sunitas? ¿Porque quiere unirse a la coalición internacional que combate a ISIS (Estado Islámico)? ¿O, como dijo coloquialmente una analista: para "aplicársela a Estados Unidos"?

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Estados Unidos afirma que está atento. Ash Carter, secretario de Defensa estadounidense, dijo el jueves 24 de septiembre a Barbara Starr de CNN que "es cuestión de ver qué hacen los rusos".

Sin embargo, insinuó que estaban allí para ayudar al régimen de al Asad. "Si es cuestión de verter gasolina en la guerra civil de Siria, ciertamente no es productivo desde nuestro punto de vista", agregó.

La historia

En una región en la que Rusia tiene pocos amigos (ya no digamos aliados), la relación con Siria es importante.

Con el apoyo del gobierno ruso, la dinastía al Asad ha encabezado el frente que rechaza el proceso de paz en Medio Oriente patrocinado por Estados Unidos desde que un antiguo cliente de los soviéticos (Egipto) se retiró hace unas décadas.

La Unión Soviética era el principal respaldo diplomático y militar del padre de Bachar al Asad, hace 40 años. Aportó cientos de asesores militares en la guerra de 1967 contra Israel y ha contribuido con miles de millones de dólares en equipo sofisticado desde entonces.

A cambio, se le garantizó el alquiler de un depósito de equipo naval en el puerto de Tartús, al sur de Latakia. Esto es importante porque Rusia no tenía otras instalaciones portuarias confiables para su Armada en el Mediterráneo; todo tenía que llegar a través del Bósforo, el estrecho que une al mar Negro con el mar de Mármara.

Fyodor Lukyanov, editor de Russia in Global Affairs, declaró la semana pasada para la revista Foreign Policy: "Rusia no tiene muchas oportunidades en la región y Siria es un caso singular".

Sin embargo, Rusia no va a ayudar a al Asad ahora que lo necesita solo por los viejos tiempos; hay un cálculo frío en juego y tal vez la sensación de que éste es el momento de actuar.

Ayham Kamel, del organismo de consultoría de riesgos políticos Eurasia Group, dice que "Putin ha demostrado ser un estratega excelente en la crisis en Siria, y es probable que actualmente perciba la oportunidad de aumentar el prestigio y la influencia de Rusia con relativamente poca oposición de la comunidad internacional".

Al rescate de al Asad

El régimen sirio ha estado a la defensiva militar durante gran parte de este año. Cedió el control de grandes zonas a los rebeldes y perdió su último bastión en la provincia septentrional de Idlib (que colinda con Latakia) ante una coalición dominada por el Frente al Nusra, la filial de al Qaeda en Siria.

Al Nusra también ha tomado el control de la autopista principal que va de Latakia a Idlib y gran parte de la planicie de Sahl al Ghab, al sureste de la ciudad.

Muchos relatos dan cuenta del agotamiento de las fuerzas armadas sirias tras casi cuatro años de combates. En julio, al Asad reconoció que el Ejército sirio sufre de escasez de hombres y anunció una amnistía a los desertores.

El régimen cada vez se aleja más de su estrategia de tener presencia militar "en cada rincón" de Siria y se concentra en sus intereses esenciales, especialmente en Damasco y en el corredor que lleva a la costa.

Aunque no se presiente un colapso inminente, es probable que los rusos hayan pensado que es prudente avanzar antes de que las cosas empeoren. La provincia de Latakia es una mezcla inestable de alauíes y sunitas, y los rebeldes están bien establecidos en las zonas montañosas del interior.

Mientras los aviones rusos cruzaban el Mediterráneo Oriental, el Frente al Nusra publicaba fotografías de un supuesto campamento de entrenamiento en la provincia de Latakia.

Al Nusra ha tratado desde hace mucho de obligar al régimen a dedicar más recursos a defender a Latakia para intentar reducir la presión que soportan sus combatientes en otras zonas.

Al Asad ha reaccionado a la amenaza creciente con la creación de una milicia mayormente alauí en Latakia, llamada El escudo de la costa.

Si la prioridad de Rusia es defender el reducto alauí en la costa, es más probable que ataque a al Nusra que a ISIS. Sus primeros vuelos de reconocimiento con drones (naves robot no tripuladas) se hicieron sobre la zona circundante a Latakia, que no es una zona en la que ISIS tenga fuerza.

Ayham Kamel, del Eurasia Group, dice que la audacia de Rusia en Siria "claramente indicará a las potencias regionales e internacionales que Rusia está decidida a impedir el derrocamiento de al Asad".

La guerra contra el terror

Rusia no quiere que Siria se vuelva un Estado islamista radical ni un refugio a largo plazo para los grupos terroristas, lo que tendría consecuencias en sus propias regiones musulmanas en el Cáucaso.

También "le preocupa el posible regreso a Rusia de 2,000 rusoparlantes o más que actualmente combaten a las fuerzas de al Asad", dijo Nikolai Kozhanov, del Carnegie Moscow Center.

Así que Putin puede decir que el apoyo a las fuerzas del gobierno es una contribución más a la derrota de los grupos yihadistas en Siria.

Sin embargo, la definición rusa de blancos yihadistas podría extenderse más allá de ISIS. Además, es muy improbable que los ataques aéreos rusos se coordinen con los de Estados Unidos, Australia, Francia, Turquía y otros, quienes se enfocan en gran medida en los bastiones de ISIS en el noreste de Siria.

En esencia, Rusia está creando una alternativa a la coalición anti-ISIS con Irán y el gobierno sirio. Su relación con Irán (otro personaje importante que apoya a al Asad) le da influencia adicional.

Rusia tuvo un papel constructivo en las largas negociaciones con Irán respecto a su programa nuclear, pero la venta de unos misiles S-300 al gobierno iraní fue un recordatorio de que tiene sus propias prioridades en la región.

En julio hubo montones de reuniones de ministros rusos e iraníes para acordar una "postura común" respecto a Siria, en la que se prevé un cese al fuego y alguna forma de gobierno de transición.

Según el Instituto para el Estudio de la Guerra, que sigue de cerca el conflicto en Siria, el Cuerpo de Guardias Revolucionarios de Irán tiene presencia en la ciudad-cuartel de Jourin, puerta de entrada a Latakia.

El presidente de Irán, Hassan Rouhani, dice que no ve una coalición entre su país y Rusia en "la guerra contra el terrorismo en Siria", pero ciertamente hay un grado más elevado de coordinación.

Iraq anunció el domingo 27 de septiembre que también formaba parte de este grupo; su Comando de Operaciones Militares Conjuntas reveló que existe un nuevo acuerdo de intercambio de información de inteligencia con Rusia, Irán y Siria en la lucha contra ISIS, además de su apoyo a la coalición que encabeza Estados Unidos.

Un golpe diplomático

Rusia quiere que la tomen en serio en Medio Oriente en una época en la que Estados Unidos ha sido el actor regional líder. Siria es la oportunidad.

Estados Unidos no ha logrado avances diplomáticos y tras un año de ataques aéreos contra ISIS (aunque no contra el régimen de al Asad) solo ha logrado enfurecer a los grupos rebeldes, moderados y otros.

Rusia tal vez vea la oportunidad de explotar las diferencias que surgen entre los gobiernos occidentales que están agotados por los cuatro años de fracasos en Siria y preocupados por el flujo aún mayor de refugiados.

Con su intervención militar, a pesar de todos los riesgos que conlleva, Rusia fortalece su postura en cualquier negociación.

"Está aumentando el volumen y la calidad de suministros militares al régimen sirio para asegurar que viva lo suficiente como para que el Kremlin logre un avance diplomático", dijo Nikolai Kozhanov, del Carnegie Moscow Center.

La analista Julia Ioffe señaló en un artículo para la revista Foreign Policy que el gobierno ruso está aprovechando la oportunidad.

"La reticencia de la administración de Obama para hacer más en Siria da a Putin más relevancia y una voz mucho más notoria para determinar cómo será una solución para lo que queda de Siria", escribió.

Para algunas personas de Occidente, la amenaza de ISIS, combinada con la crisis de los refugiados, hacen que la remoción de al Asad sea cada vez menos prioritaria. La ausencia de una alternativa moderada a al Asad (que en parte se debe al fracaso constante de Estados Unidos en su intento de apoyar a una brigada —o incluso a un batallón— rebelde factible) también ha propiciado que otros gobiernos regionales, como el de Egipto, acepten que al Asad podría tener que ser parte de la solución.

Es probable que el gobierno ruso esté calculando que el respaldar a al Asad acelerará este proceso, con lo que tiene el control.

Ulrich Schmid, estudioso de la Rusia moderna de la Universidad de St. Gallen, dice que Putin "presentará a Rusia como la punta de lanza de una coalición internacional en la guerra contra el Estado Islámico. Explotará la crisis de los refugiados en Europa Occidental para presentar a Rusia como la única gran potencia del mundo capaz de combatir el terror del Estado Islámico".

"Para Occidente, será difícil rechazar esta oferta", dijo Schimd.

El efecto en casa

Algunos analistas creen que las maniobras de Putin en Siria, así como su primera presentación en la Asamblea General de la ONU en 10 años, podrían tener como objetivo el público nacional.

Hay ciertos riesgos: la expedición militar rusa a tierras musulmanas podría provocar un frenesí de reclutamiento en los grupos yihadistas.

Aimen Dean, quien perteneció a Al Qaeda en Afganistán y más tarde se volvió informante de los servicios de inteligencia británicos, dice que la participación de Rusia "podría volverse la causa de convocatoria más grande para la yihad desde la invasión soviética en Afganistán".

Aun así, de acuerdo con Daragh McDowell, analista de la consultora Verisk Maplecroft, "mientras la intervención militar en Ucrania entra en una fase de estancamiento y la economía se sigue deteriorando, los factores nacionales también podrían ser el motor de la toma de decisiones en el Kremlin".

"La intervención en Siria ayuda a consolidar la reputación del régimen como 'gran potencia' capaz de moldear —no solo de reaccionar— a los asuntos internacionales", dijo McDowell.

Sea cual sea la combinación de los motivos, muchos observadores dicen que la intervención de Rusia cambiará las cosas en Siria.

"Alterará la naturaleza de las negociaciones internacionales, comprometerá y debilitará la cohesión y los esfuerzos de la coalición anti-ISIS que Estados Unidos encabeza (y) fortalecerá al régimen de al Asad", según el Instituto para el Estudio de la Guerra.

Tal vez Vladimir Putin dé unas cuántas pistas más durante su estancia en Nueva York.

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