Tras el revés del 'brexit', ¿podrá sobrevivir la Unión Europea?
¿Podrá la Unión Europea (UE) sobrevivir al revés infligido al proyecto de integración que nació de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial? En Bruselas la pregunta está en boca de todos.
Aunque no se noten cambios en lo inmediato, la salida del Reino Unido, sin precedentes en la Unión Europea, obligará a cambios fundamentales en un bloque a la merced de los euroescépticos y presa de múltiples crisis, como la de los migrantes o la económica.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, no dudó en hablar del tema esta semana de manera dramática:
"Temo que un brexit pueda marcar no sólo el comienzo de la destrucción de la UE sino también el de la civilización occidental", dijo al periódico alemán Bild, de acuerdo con la agencia francesa AFP.
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Según Tusk, el brexit (como se ha llamado en inglés la salida del Reino Unido) "alentará" a todas las fuerzas radicales antieuropeas de la UE, pero también a "los enemigos exteriores que beberán champán".
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se mostró menos apocalíptico y no consideró que el bloque esté "en peligro de muerte", pero reconoció al menos que habrá que tomar nota de las lecciones del referéndum británico.
Fragilidad económica
Antes del referéndum de este jueves, la mayoría de las instituciones económicas del mundo había advertido de los daños colaterales del brexit.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) consideró la votación británica como un riesgo importante para la actividad mundial, opinión que comparten economistas.
"En la economía real, el PIB global definitivamente se verá afectado, el PIB de Estados Unidos, el PIB de Japón, el PIB de todas partes", consideró Bob Takai, presidente de Sumitomo Corp Global Research en Tokio, de acuerdo con Reuters.
"Veremos primero el impacto en la confianza de los consumidores y en los sondeos sobre la actividad empresarial. Más tarde, aparecerá en los datos duros", dijo Sarah Hewn, economista jefe de Europa en el banco Standard Chartered.
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Territorio desconocido
"No creo que la Unión desaparezca de repente. Pero a más largo plazo, podríamos asistir a su lento declive y a la emergencia de algo diferente", dijo Chris Bickerton, especialista de la UE en la Universidad de Cambridge, a la AFP.
Bickerton previó una deriva hacia un bloque "más flexible", lo que no será fácil.
"Entramos verdaderamente en territorio desconocido. No creo que los dirigentes europeos hayan creído verdaderamente que el brexit era posible, en todo caso no cuando negociaban con (el primer ministro británico David) Cameron, si no habrían cerrado un acuerdo muy diferente", analizó.
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El 20 de febrero, al cabo de 30 horas de negociaciones con los otros dirigentes de la UE, Cameron obtuvo la posibilidad de recortar las ayudas sociales a los inmigrantes europeos, entre otras reformas.
A partir de ahora es un largo y doloroso divorcio el que comienza, y es muy probable que los otros Estados miembros querrán, a pesar de todo, seguir hacia adelante.
El presidente francés, François Hollande, ya anunció una visita a Alemania la próxima semana para "trabajar en el relanzamiento de la construcción europea".
Pero el dúo franco-alemán, motor histórico de la construcción europea, se distinguió recientemente por sus divergencias sobre la integración de la zona del euro, y todo proyecto destinado a refundar el bloque podría terminar siendo modesto.
¿Efecto dominó?
La salida del Reino Unido de la UE podría también alentar los llamados a una Europa "a dos velocidades", la de un núcleo central para una integración "cada vez mayor" alrededor del cual gravitan los otros miembros.
Algunos países podrían gozar de excepciones a la integración, o de cláusulas especiales como es el caso ahora del Reino Unido o de Dinamarca en temas de justicia y asuntos de interior. La pertenencia a la moneda única podría ser objeto también de exenciones para los que lo deseen, cuando actualmente es obligatoria para los nuevos miembros.
Pero lo que los dirigentes europeos temen sobre todo es "un efecto dominó".
El referéndum en Reino Unido ya dio en efecto ideas a los antieuropeos. En la extrema derecha, la presidenta del Frente Nacional francés (FN), Marine Le Pen, pidió que se organice en cada país un voto popular sobre la pertenencia a la UE, y lo mismo hicieron los euroescépticos daneses, holandeses y suecos.
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"Las instituciones rara vez mueren", matizó Vivien Pertusot, del Instituto Francés de Relaciones Exteriores (IFRI).
"Quizás no haya una dislocación, una desintegración, sino una pérdida de pertinencia: la UE no es más un foro en donde el interés colectivo predomina, y es cada vez más difícil hallar compromisos" con un bloque de 28 países, argumentó.