Lujo y pistas vacías en la única estación de esquí de Corea del Norte
Las pistas de esquí de la estación de Masikryong, las únicas de ese tipo en Corea del Norte, están vacías o casi. A su lado, una pantalla gigante difunde a todo volumen los cantos de un coro militar.
La construcción de esta estación, una iniciativa personal del dirigente norcoreano Kim Jong Un, comenzó tras la designación de Pyeongchang, una localidad de la rival Corea del Sur, como sede de los Juegos Olímpicos de invierno de 2018.
Según las estadísticas, 40% de los norcoreanos están subalimentados. Y las infraestructuras de este país pobre pero dotado del arma nuclear son a menudo vetustas.
Sin embargo, el hotel de la estación es lujoso. Una placa de piedra proclama que se trata de un "proyecto nacional grandioso". "La obra del Querido dirigente Kim Jong Un, que dedicó su arduo trabajo, su corazón y su alma para que nuestro pueblo sea el más feliz y civilizado (...) llegará hasta las generaciones futuras".
En un centro reservado a los visitantes hay fotografías de Kim Jong Un por todas partes. Los guías explican que el líder norcoreano vino a dar sus consejos 144 veces durante las obras de construcción.
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A la estación situada a tres horas de Pyongyang se llega por una carretera llena de baches que atraviesa túneles oscuros.
En caso de nevadas, hay que limpiar la carretera a mano. Los campesinos arrastran trineos cargados de leña sobre lagos congelados y los bueyes sirven de medio de transporte.
Excepto la pista de aprendizaje, reservada a los debutantes, la estación está desierta.
Las telesillas de segunda mano compradas a la empresa austríaca Doppelmayer transportan a los visitantes hasta la cima del monte Taehwa, donde un puñado de occidentales disfrutan del lujo de la soledad.
Con su desnivel de 700 metros, Masikryong no tiene nada que envidiar a las estaciones de esquí chinas o surcoreanas.
En una tarde de un día de semana, durante la temporada alta, el sueco Patrick Hultberg desciende deslizándose feliz sin que nadie le moleste. "Está francamente bien. Quisiera aprovechar más, ver otras pistas, no hay nadie".
Lars Eidnes, un noruego de 29 años experto en software, practicó snowboard en Irán y Kirguistán. Pero "si se quiere pasar al nivel superior, hay que venir a la República Popular Democrática de Corea (RPDC)", el nombre oficial de Corea del Norte, dice.
Los extranjeros pagan 100 dólares al día y los norcoreanos sólo 30, una suma que representa un mes de salario para un obrero común. Pero la mayoría de norcoreanos vienen en viajes organizados por sus jefes o sus escuelas y no les cuesta casi nada.
Kwak Jong-Song, capitán de barco, esquía por primera vez. "Quisiera agradecer a nuestro dirigente supremo Kim Jon Un que se ha dedicado por completo a lograr que nuestro pueblo tenga una vida feliz", agrega.
Los responsables de la estación hablan de 70,000 visitantes anuales, una cifra difícil de imaginar viendo las pistas vacías. Según el director del hotel An Song-Ryol, la estación tiene beneficios. "Nos importa un bledo el coste si se trata del bienestar del pueblo. No hacemos cálculos".
El régimen comunista de Pyongyang desarrolla la llamada política de "byungjin", que consiste en buscar al mismo tiempo el crecimiento económico y las armas nucleares.
Su programa nuclear y balístico le ha valido múltiples sanciones de la ONU, incluyendo la prohibición de importar productos de lujo como motos de nieve y "otros equipos deportivos recreativos".
Según Nick Bonner, director de Koryo Tours, una agencia especializada en viajes a Coera del Norte, Masikryong responde a las aspiraciones de las autoridades, según las cuales un país próspero debe tener su estación de esquí.
"Por eso la construyeron", explica. "Pero no es un elefante blanco. Simplemente va a llevar tiempo" antes de que funcione.
Sin embargo, según Andrei Lankov, director de la web NK News y profesor de la universidad Kookmin de Seúl, las expectativas de Pyongyang en materia de turismo son "absolutamente infundadas", "casi cómicas".
Kim Jong Un estudió en Suiza y "simplemente decidió imitar lo que vió allí", explica Lankov. "Y entonces se preguntó porqué no hacer de nuestro país un destino turístico como Suiza, para ganar mucho dinero como los suizos".