ISIS se ha preparado para el día de su derrota en Mosul y esta es su estrategia
El califato declarado desde un púlpito en Mosul hace tres años está desquebrajado, y los restos de las fuerzas de Abu Bakr al-Baghdadi han sido expulsados al desierto y más allá.
Después de nueve meses de combate, las fuerzas de seguridad iraquíes han alcanzado ambas orillas del río Tigris en Mosul, y el primer ministro iraquí Haider al-Abadi ha celebrado la victoria sobre ISIS en la segunda ciudad más grande del país.
En la ciudad siria de Raqqa, una fuerza rebelde fuertemente apoyada por Estados Unidos ha empujado a ISIS de vuelta a un enclave cada vez más reducido. Los ataques aéreos sin piedad contra las fuentes de ingresos de ISIS y contra su liderazgo, han debilitado dramáticamente la capacidad del grupo para sostener y organizar a sus combatientes.
Pero ISIS se ha preparado para este día. Comenzó a fortificar a Mosul contra el inevitable ataque de las fuerzas iraquíes tan pronto como tomó la ciudad, en junio de 2014. El grupo proviene de un movimiento clandestino, organizado en celdas a lo largo de partes sunitas de Irak, y tratará de volver a la vida como tal.
nullFuncionarios estadounidenses dijeron que figuras importantes del movimiento se han escondido en el valle del Éufrates, alrededor de la ciudad de Deir Ezzor en el este de Siria, el último lugar donde el grupo es prominente.
La lucha continuará
Antes de que lo mataran en un ataque con drones el año pasado, el portavoz de ISIS, Abu Mohammed al-Adnani, dijo que los reveses potenciales en Mosul y Raqqa no significarían el final del grupo. “No: la derrota es perder la voluntad y el deseo de luchar”, dijo.
A pesar de que el territorio del grupo se ha reducido, y su absorbente burocracia se ha derrumbado, su ideología perdura. Para la gran mayoría de los que han experimentado el mandato de ISIS, no tiene nada de atractivo, solo recuerdos de terror y privaciones. Pero para algunos sunitas tanto en Irak como en Siria, para quienes los odiados chiítas (Safavid) y los “cruzados” son enemigos existenciales, la lucha continuará.
Desde su creación, ISIS se ha preparado para el día después del califato. Su grito de batalla ha sido durante mucho tiempo: “Baqiya wa tatamaddad”, o “permanecer y expandirse”. Pero la batalla siempre ha sido vista en términos milenarios.
Hay un dicho del Profeta a menudo citado por las ideologías y seguidores de ISIS: “Una banda victoriosa de guerreros de entre mis seguidores continuará luchando por la verdad. A pesar de ser dejados y abandonados, estarán a las puertas de Jerusalén y sus alrededores, estarán a las puertas de Damasco y sus alrededores...”
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Aunque su expansión podría llevar generaciones, el liderazgo del grupo está listo para un estado islámico sin estado. A pesar de ser dejados y abandonados, ISIS ha cultivado raíces profundas en las partes sunitas de Irak (menos en Siria, donde muchos yihadistas lo consideran un intruso).
Durante la última década, el grupo ha desarrollado redes capacitadas para recaudar dinero, obtener armas y organización clandestina a lo largo de una amplia franja de Irak, desde Diyala, en el este, hasta Rutbah, cerca de la frontera con Jordania.
El patrón de ataques aéreos recientes sugiere que ISIS continúa, aunque de manera más focalizada y básica, en lugares como Fallujah y Baiji. Ha demostrado repetidamente que puede penetrar la seguridad en Bagdad para detonar devastadoras bombas en vehículos. De alguna manera, está volviendo a lo que hace mejor: ataques ágiles, movilidad y sorpresa.
A medida que la fortuna de ISIS disminuye, algunos militantes podrían intentar cambiar su lealtad hacia otros grupos. En Siria, estos incluyen a la ex filial de Al Qaeda, Jabhat Fateh Al-Sham. Pero hay una larga historia de mala sangre entre los dos grupos, que tuvieron una amarga y pública riña hace tres años. Pocos en lo que queda de la jerarquía de ISIS contemplarían tal movimiento.
En Irak, hay pocas alternativas preciadas para los militantes de ISIS debido a que el grupo ha atacado sistemáticamente a sus rivales en la región.
¿Oportunidades para los militantes?
Aun así, el declive de ISIS es una oportunidad para Al Qaeda en Irak, Siria y más allá. El experto en terrorismo Bruce Hoffman sugiere que algunos militantes verán a Al Qaeda como la única opción para continuar su lucha. ISIS remonta sus orígenes a una franquicia de Al Qaeda en Irak (AQI).
Es extraordinariamente difícil estimar cuántos combatientes extranjeros permanecen en la región. Pero las pérdidas sufridas en Mosul, Raqqa y cerca de Palmira en Siria sugieren que es inferior a los 15,000 estimados por la coalición a finales de 2016. Y solo un pequeño número de combatientes extranjeros pudieron llegar a la “tierra prometida” el año pasado respecto a años previos.
La posibilidad más preocupante para Occidente es que estos combatientes extranjeros, que encuentran difícil la supervivencia en Irak y Siria después del califato, puedan regresar a su país para llevar a cabo ataques de estilo lobo solitario; así como reclutar a nuevos miembros y revivir las redes subterráneas.
Basta solo un puñado de personas que crucen el Mediterráneo para que una ciudad europea sea vulnerable a otro ataque devastador. Y, aunque los flujos migratorios a través del Mediterráneo oriental han sido enormemente reducidos, el éxodo desde Libia (donde ISIS todavía tiene una presencia) ha crecido. Los arribos en Italia en el primer semestre de este año llegaron a 85,000, un aumento cercano al 20% en comparación con los primeros seis meses de 2016.
Además, no se sabe cuántos miembros de ISIS podrían ya haber regresado a Europa , encargados de seguir adelante la lucha una vez que el califato haya desaparecido. Turquía, considerando su proximidad a Siria e Irak y su uso como base posterior logística por parte de ISIS, podría ser especialmente vulnerable.
Expansión de afiliados de ISIS
En lugar de arriesgarse a volver a casa, algunos miembros de ISIS podrían tratar de alcanzar nuevos territorios yihadistas. Hay pruebas que indican que cientos ya han llegado a otras provincias controladas por ISIS, o wilayats, especialmente en Libia, que (hasta el año pasado) parecía ser el Plan B del liderazgo.
A lo largo del mundo, desde el norte del Cáucaso en Rusia hasta Nigeria, grupos militantes han pegado sus banderas al estandarte de ISIS durante los últimos tres años. Algunos comprenden a unas pocas docenas de hombres escondidos en montañas y selvas; otros han sido sofisticados y bien financiados, con estrechos vínculos con la oficina central de ISIS. Y otros son grupos de insurgentes curtidos capaces de infligir fuertes bajas a los ejércitos, como demostró la filial de ISIS en el norte del Sinaí, Egipto, hace unos días.
Algunos combatientes de ISIS ahora en Siria e Irak podrían intentar unirse a la filial del Sinaí o viajar a Afganistán, al igual que los combatientes de Al Qaeda se trasladaron a Irak y Yemen después del 11-S.
Intentarán utilizar rutas migratorias y, a menudo, viajarán solos. Pero llevarán con ellos las habilidades aprendidas en años de combate.
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Quizás los menos predecibles de entre quienes conforman al ISIS 2.0 son los seguidores virtuales, los que se radicalizan en línea y se nutren de una serie de agravios que convierten en actos aleatorios de violencia.
Dos ataques mortales en Estados Unidos —en un club nocturno de Orlando y en San Bernardino— entraron en esta categoría. Al igual que el ataque con un camión en Niza el año pasado, y pequeños ataques menores inspirados en ISIS en toda Europa.
Fueron realizados por individuos con poca comprensión de la ideología de ISIS, profundos rencores personales y ningún contacto directo con la jerarquía del grupo. Pero eso no impidió que ISIS declarara a los perpetradores “soldados del califato”.
Estos individuos, radicalizados por lo que leen y oyen, representan un peligro continuo. Tienen pocos, o ningún coconspirador. Se inspiran en sermones de redes sociales y conferencias como las de Anwar al-Awlaki, quien incluso desde su muerte ha inspirado más de una docena de planes de ataque en Occidente.
El futuro de ISIS depende de los planes posbatalla
Pero si ISIS, o algo similar nacido de sus cenizas, sobrevive en su núcleo, dependerá de los desarrollos más allá de su control. Dependerá de cómo los iraquíes de todas las convicciones manejen la situación de “posconflicto”, y si el acuerdo sobre el futuro de Siria —con la participación de Rusia y Estados Unidos— sofocará el espacio en el que ISIS prosperó.
ISIS ha demostrado una gran habilidad para explotar las tensiones sectarias y aterrorizar a las comunidades para caer en la sumisión. Lo sigue haciendo en algunas partes de la provincia de Diyala, en Irak, muy lejos de Mosul.
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Como ha señalado el analista Michael Knights: “Sin esfuerzos decididos de consolidación de la paz sectaria y étnica, las políticas de identidad de Diyala mantendrán al Estado islámico y a los movimientos aliados abastecidos con reclutas en los próximos años”.
Para que ISIS no se regenere en Mosul, se necesitará contener el polvorín de rivalidades étnicas y sectarias, una gobernabilidad capaz y una reconstrucción masiva. El gobierno iraquí tampoco tiene un buen historial. No hay un plan acordado para dirigir la ciudad, y su población sunita está recelosa de la milicia Shia Hash en su puerta.
La bandera de ISIS está siendo retirada de Raqqa, Mosul y de los puntos entre ellas. Pero su capacidad para infligir terror, aprovechar espacios no gobernados y explotar el odio étnico y sectario, está lejos de ser extinguida.
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