Su destino era Tapachula y desde Ciudad Hidalgo, también en Chiapas, tuvo que caminar alrededor de 37 kilómetros. Entre praderas y grandes distancias, Mitchel logró esconderse entre las mantas de hojas y árboles, pero al día de hoy todavía no se explica lo que sucedió.
“Se me apareció un niño campesino, me preguntó para dónde iba y me dijo el camino para salir a la autopista. Al momento de caminar y voltear ya no está el niño. Entre creencias, el niño para mí fue un ángel de la guarda”.
Tapachula es el primer destino al que muchos migrantes llegan, al ser frontera natural entre México y Guatemala, “actualmente toda la franja fronteriza del sur presenta un importante recrudecimiento de la crisis, esto ante la llegada de un gran número de personas”, menciona Raúl Caporal, director ejecutivo de Casa Frida, una organización que ayuda a migrantes LGBT.
De Tapachula, Mitchel se fue a Arriagas y ahí se dirigió a San Pedro Tapanatepec, Oaxaca. Al llegar, los oficiales le pidieron sus documentos y al no tenerlos lo llevaron al Instituto Nacional de Migración (INM) donde le dieron un papel el cual decía que tenía que abandonar el país por la frontera más cercana.
Raúl Caporal cuenta desde la perspectiva de las casas que apoyan a los migrantes, uno de estos lugares ubicados en Tapachula, que reciben personas de El Salvador, Guatemala, Haití, Nicaragua, Jamaica, Venezuela, quienes entran por el sur del país.
En ese entonces, Casa Frida buscó la manera de capacitarse, formarse y profesionalizarse en materia migratoria y lograr una estrategia transversal, a nivel nacional, para las personas LGBT.
A diferencia del apoyo que han brindado organizaciones que tienen casas de refugio para la comunidad LGBT+ o que brindan medicamentos gratuitos, como son: Casa Frida (ha ayudado a 1,700 personas aproximadamente) y VIHve Libre (ha brindado medicamentos a alrededor de 500), mencionaron en entrevista.