"2024 será un año de orgullo deportivo francés porque los Juegos Olímpicos y Paralímpicos tendrán lugar en nuestra casa, en Francia", declaró Macron durante su discurso de Año Nuevo el 31 de diciembre.
A cuatro meses para los Juegos, la presión empieza a aumentar en las calles de París.
La alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, ha compartido públicamente su preocupación sobre los transportes, que ya generan problemas en el día a día. El reto para ella será presentar al mundo una ciudad acogedora, limpia y con un Sena con una calidad de agua válida para las pruebas previstas.
Para evitar un conflicto social, existen negociaciones en la policía, los transportes y los hospitales, para compensar los días de vacaciones aplazados y las horas extras.
En la recta final hacia los Juegos Olímpicos aparece también un elemento de distracción política, las elecciones europeas previstas para principios de junio, apenas unas semanas antes de la apertura.
Con "perspectivas económicas inciertas" y "un contexto político tenso", como señaló el nuevo primer ministro francés, Gabriel Attal, el último tramo hacia los XXXIII Juegos Olímpicos de la historia se presenta sinuoso.
Protestas antirracistas
Activistas de 'SOS Racisme' organizaron el 24 de marzo un "baile antirracista" bajo la sede del partido Agrupación Nacional (RN) —una formación política de extrema derecha—, para protestar contra las declaraciones de Marine Le Pen a propósito de una posible participación de la cantante Aya Nakamura en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos el 26 de julio.